De la ciudad de Salta a Cachi son unos 160 kilómetros de colores y naturaleza. Al atravesar el camino, de suelo rojizo, se llega hasta la Cuesta del Obispo y su punto más alto: la Piedra del Molino, con 3.360 metros.
Según la historia, la Cuesta del Obispo se llama así porque en 1622, la máxima autoridad eclesiástica de la época, Monseñor Cortázar, viajaba desde Salta a Cachi y, como solía tardar varias horas, era común que durmiera a mitad de la subida.
Sin embargo, la aventura entre algún cóndor que sobrevuela la zona, empieza a tomar otro color al llegar al Parque Nacional Los Cardones, de unas 65 mil hectáreas, y que es atravesado por la Recta Tin Tín, un camino sin curvas, totalmente asfaltado, de 18 kilómetros de extensión. Los cactus, muchos de ellos de tres metros de altos, custodian los caminos del antiguo Imperio Incaico y del singular Valle Encantado, que guardan los huellas de su rico pasado.
En el interior del área, hay más de un millón de estos ejemplares, de 17 especies distintas. Se pueden ver los más diversos cactus: los hay desde pequeños al ras del suelo hasta de diez metros de alto. Hay plantas jóvenes y hay de 500 años Todos crecen al amparo de jarillas, unos pequeños arbustos que los cobijan como plantas nodrizas en sus primeros años de vida.
Debajo del cardonal hay ríos subterráneos. Las plantas buscan el agua por eso muchas veces sus raíces son más largas que la altura que desarrollan sobre el terreno. Hoy en día, talar los cardones está prohibido, por lo que, para usar la madera de cardón, tan valiosa y magnífica, hay que esperar a que mueran. Estuvieron en peligro de extinción por la tala irracional, por lo que actualmente son protegidos por la Ley Nacional de parques, que rige desde 1996. Los artesanos de la zona producen souvenir con este material, pero utilizan la madera que recolectan del suelo.
En cuanto a la fauna, en la zona habitan especies amenazadas como el gato del pajonal, la monterita serrana o el zorro colorando. Ejemplos de fauna típica de sus ambientes son el tuco tuco puneño, el carpintero andino, la culebra andina y la ranita de las piedras.
El dato
LA LEYENDA
El cardón, como muchos rincones del norte argentino, tiene una leyenda, creada por los pueblos originarios de los valles calchaquíes. Según la historia, la bella Pasacana y Kehuaillu compartían un amor reprobado por el cacique Inka, padre de la joven. Ante la oposición del cacique la bella doncella y su amante huyeron. La Pachamama les ofreció protección: envolvió al joven en un poncho verde, que fue luego cardón, y este cobijó allí a su amada, que se convirtió en su fruto. Esta asoma cada primavera convertida en flor, sostiene la leyenda inmortalizada por kakanes y calchaquíes.