La provincia de La Rioja siempre está buscando alternativas para potenciar su producción local y afianzar su economía. Y eso lo hace muy bien junto al turismo. Tras presentar en 2018 la Ruta del Torrontés Riojano, desde hace varios meses impulsa la Ruta del Olivo Riojano, que busca apuntalar además a la gastronomía local.
Según las autoridades provinciales, la ruta es una estrategia diferencial que pone en posicionamiento nacional e internacional a todo el mercado de la aceituna riojano, para poner en valor la historia, la cultura y la producción de la provincia.
Actualmente, La Rioja es el primer productor de aceitunas del país, y lidera el ranking nacional de exportación de aceituna de mesa y de aceite de oliva. Hay unos 3.000 pequeños productores dedicados a la olivicultura y las grandes industrias del rubro generan 2.000 fuentes de trabajo directo.
Se destinan 27.000 hectáreas al desarrollo olivícola, que se asienta en un importante trípode productivo con bases en la ciudad capital, Arauco y Chilecito, a quienes se suman otras regiones en menor escala. El 60% de la producción está destinado a aceituna de mesa en sus diferentes presentaciones (verdes, negras, rellenas, descarozadas, rodajadas), y el 40% a la elaboración del aceite de oliva.
A nivel nacional, La Rioja es el principal exportador de aceitunas de mesa (52%), Brasil es el principal comprador, mientras que para el caso del aceite de oliva, Estados Unidos se impone con el 41%.
El proyecto riojano, que busca valorizar desde la producción primaria del olivo, pasando por sus procesos de industrialización, hasta las exportaciones al mundo, integra las variedades olivícolas: Arauco, Manzanilla, Aloreña, Barnea, Picual, Arbequina, Kadesh, Fraontoio, Empeltre y Mission.
Cabe recordar que La Rioja cuenta con un argumento inapelable: el olivo más antiguo del país, un árbol copudo y sorprendente que aún da sombra en Aimogasta, al norte de la provincia. Está allí desde hace más de cuatrocientos veranos. En efecto, este árbol (declarado Monumento Nacional y orgullo de los aimogasteños) sería uno de aquellos introducidos en América por el capitán Pedro de Alvarado, considerado hasta hoy algo así como el padre fundador de la olivicultura en nuestro territorio.