Situada en pleno Valle de Ullúm, la capital de San Juan, resalta gracias a sus paisajes rústicos, las riquezas culturales y arqueológicas, como también por su gastronomía. Conocida como la Ciudad de las Estatuas, por sus monumentos en memoria de grandes figuras de la historia argentina, se recuesta apacible sobre la cordillera andina y ofrece una serie de actividades vinculadas al turismo cultural y religioso que tienen como principal objetivo captar el interés de los visitantes.
La ciudad que tiene la particularidad de haber sido reconstruida en dos oportunidades, está rodeada de cordones montañosos que se desarrollan en un pintoresco entorno natural de sierras, arroyos y quebradas que conviven con modernas edificaciones emplazadas en amplias calles y vistosas avenidas con veredas arboladas en las que existen varios sitios culturales de interés turístico.
Cuando llegaron los españoles convivieron en paz durante un tiempo con las comunidades huarpes. De a poco las tierras fueron apropiadas. La primera fundación data de 1562 por Juan Jofré con el nombre de San Juan de la Frontera. Primero, una terrible inundación obligó el traslado unos kilómetros más al sur. Y edificada casi por completo a comienzos del siglo XX, un terremoto en 1944 la volvería destruir por completo. Desde entonces, las antiguas construcciones de adobe fueron reemplazadas por modernas antisísmicas.
Un buen comienzo para una estadía en la capital sanjuanina es animarse al Circuito Pedestre, un recorrido que permite conocer la rica historia cultural de la provincia. El paseo comienza en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, que cuenta con una de las colecciones patrimoniales más importantes del país y desarrolla actividades vinculadas a la cultura, el arte y la educación. Este espacio refleja la riqueza de las vanguardias que existieron en la ciudad en materia edilicia.
La Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento (construida en 1821), el primer Museo Histórico Nacional de Argentina y el segundo punto del recorrido, permite apreciar la belleza de la arquitectura de estilo colonial en las siete salas en las que se exhiben mobiliario, documentos y reliquias del prócer de la educación. Luego de sacarse fotos con una estatua microcéfala del prócer, sentado sobre un banco con un libro de lectura entre las manos, el visitante recorre las piezas, abiertas en torno al patio central donde están la famosa higuera y el telar de Doña Paula. Las piezas encierran objetos, documentos y retratos de la familia Sarmiento, trazando así la vida que llevaron sus integrantes en aquella casa de gruesas paredes blanqueadas con cal hace más de un siglo y medio. En el patio se ha recreado la huerta familiar.
La Celda Histórica de San Martín, ubicada en el convento de Religiosos Dominicos de San Juan de la Frontera y que fue el lugar de descanso del Libertador de América mientras organizaba la campaña del Cruce de los Andes, completa la serie de atractivos relacionados con las construcciones de esa época. Aunque también un imperdible es el Teatro del Bicentenario, el polo cultural más vanguardista de la provincia. El teatro cuenta con infraestructura, equipamiento y dispositivos escenográficos que permiten la producción integral de espectáculos artísticos de gran envergadura.
Otras escalas ineludibles son el Museo de Ciencias Naturales -adaptado en la antigua estación ferroviaria-, la bodega y Museo de Vino Graffigna, el Spa del Vino y las tradicionales lomotecas, ubicadas al costado de la Avenida de Circunvalación. Y sin duda, la Catedral, una de las más modernas del país. De construcción sencilla en piedra, cemento y materiales de la zona, cuenta con un campanil, un referente urbano de la espiritualidad que contiene la cripta que guarda los restos mortales de Fray Justo Santa María de Oro.
Muestra de fe
Alejarse un poco del centro de la ciudad, nos permite tomar aire natural y descubrir la gran leyenda de la región. La primera de las opciones nos lleva hasta el Dique de Ullúm, a unos 20 kilómetros de la capital sanjuanina. Además de regular los canales de riego y generar energía, es un sitio ideal para el turismo recreativo y deportivo. Desde el cerro Mirador se obtiene la mejor vista panorámica sobre el dique. En sus costas, media docena de clubes náuticos y balnearios funcionan- cuando la profundidad del agua del dique lo permite- como centros de deporte, aventura y relax.
La segunda de las opciones tiene que ver con el turismo religioso y la historia que escribe en la región la Difunta Correa, en la localidad de Vallecito. Según cuenta la leyenda, Deolinda Correa fue encontrada sin vida en este desértico lugar, pero su cuerpo inerte seguía amamantando milagrosamente a su hijo, quien logró sobrevivir. La leyenda fue haciéndose popular, y debido a la creciente cantidad de milagros que se le fueron atribuyendo con el paso del tiempo comenzó a acercarse cada vez más gente a realizar promesas en su santuario, hasta convertir el paraje en un complejo turístico que cuenta con un hotel, capilla, comedores donde se pueden degustar comidas típicas, ventas de artículos regionales y de recuerdos. Su muerte y cómo se salvó su bebé son la base del culto que se le rinde sin querer ceder terreno frente a la más nueva popularidad del Gauchito Gil.
Sin duda es un lugar que impresiona. Para tener una idea del fanatismo que existe y que reúne a más de un millón de visitantes por año, sus depósitos llenos de ofrendas son un claro ejemplo. Hay dos galpones en los que se apilan 2 mil trajes de novia por las promesas hechas por mujeres; hay una moto que dejó una persona porque “la difuntita” lo ayudó a ganarse un auto y otro ofrendó un Ford A. Todo un fenómeno social.