sábado, 2 noviembre, 2024
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Un té más con sabor y mucha historia

A tres kilómetros de San Martín de los Andes se encuentra uno de los lugares más encantadores de esta ciudad: la casa del té Arrayán, construida en madera de ciprés y emplazada en la ladera de un antiguo camino de montaña que va hacia Bariloche, donde destaca la vista inigualable del azul y enorme Lago Lacar que se aprecia desde su terraza y ventanales.

Considerada como la casa de té más antigua de la Patagonia, se llega hasta allí en auto o caminando en modo trekking a través de un circuito sencillo que, además, posee varios miradores donde sentarse a contemplar la ciudad, el bosque autóctono y el lago.

El local, amoblado con mesas de madera y sofás, al abrigo de una chimenea que se instaló para su inauguración en 1936 de la mano de la inglesa Renée Dickinson, ofrece una variedad de veinte tés que se elaboran en el lugar con productos de la zona.

Dickinson se enamoró de este lugar por sus impresionantes vistas a la cordillera de los Andes, y fue tal el impacto que generó en ella el paisaje que quiso instalarse con un salón de té que, desde esa época, conquista comensales con sus platos cocinados a leña, tanto dulces como salados.

La construcción de la casa, que se inició en 1936 -un año antes de la creación del Parque Nacional Lanín- y finalizó tres años después, estuvo a cargo del arquitecto Cullen, discípulo de Alejandro Bustillo, y fue declarada patrimonio histórico, arquitectónico y cultural en 1995. Además de la casa de té, Arrayán cuenta con un sendero para pasear entre cuidados jardines, bosques de pinos, robles y cipreses, entre otras especies.

El recorrido tiene una duración aproximada de unos 20 minutos -muchos lo realizan mientras esperan su reserva- y permite apreciar la primera casa de Renée Dickinson, un anfiteatro natural, y el lodge de la propiedad.

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