El Estado de Santa Catarina recibe cada verano una oleada de turistas argentinos. La combinación de hermosas playas, variada gastronomía y buenos precios, hacen que el sur de Brasil sea uno de los destinos más elegidos a la hora de descansar entre palmeras y aguas transparentes. Y dentro de ese abanico de lugares, Bombas y Bombinhas, tienen un condimento familiar que actúan como un imán para el viajero.
Rodeado de un paisaje verde por los morros sobre la costa, el pequeño municipio de Bombinhas se ubica en Santa Catarina con su forma de península, apenas a 41 kilómetros de Camboriú y a 70 de Florianópolis, la capital regional. Sin embargo, pese a esa cercanía, aún conserva la tranquilidad de un pueblo, aunque en plena temporada sus playas estén algo desbordadas.
Toda la península que compone el municipio tiene leyendas misteriosas, playas de arenas blancas y aguas de inigualable transparencia, rodeadas de cerros verdes. La historia de este municipio que se independizó de Porto Belo recién en 1992 está directamente vinculada a las raíces fijadas por los primeros colonizadores. Alrededor de año 1527, Sebastião Caboto, al servicio del rey de España, llegó a la ensenada de Zimbros, llamándola de São Sebastião. Luego volvió a ser llamada de Zimbros por encontrarse en el lugar gran cantidad de esta planta de la familia de las Pináceas, un arbusto que da frutos aromáticos y medicinales. Del fruto de Zimbro es hecha una bebida alcohólica conocida como ginebra.
En medio de un clima templado, muy húmedo y con una temperatura promedio anual de 18º C, la ciudad suele tener, como en todo Brasil, tormentas pasajeras (muchas de noche) que permiten disfrutar cada una de sus veinte playas desde muy temprano. Además, dotada de una ubicación privilegiada y de una notable infraestructura tanto para el turismo ecológico como para el turismo submarino, Bombinhas se afirmó como uno de los puntos de buceo más codiciados del sur del país. Los visitantes disfrutan de salidas diarias para realizar óptimos buceos en los principales puntos de la región, como la Reserva del Arvoredo (a dos horas en lancha), la Isla de las Galés y la Isla Deserta.
En la Isla del Arvoredo, confluyen las frías corrientes del sur con las aguas tibias del norte, y dan vida a corales, moluscos y peces tropicales, que son la esencia del mundo submarino. Sus aguas limpias y cálidas de entre 15 y 20 grados, permiten tener una visibilidad de hasta 20 metros. La reserva posee también un importante centro de estudios científicos de la fauna y flora marina, un criadero de aves migratorias y un sitio dedicado a la arqueología e historia del lugar, por lo que se recomienda llevar una buena cámara fotográfica y todos los sentidos alertas.
Mucha arena
Entre sus playas, Bombinhas satisface todas las posibilidades, con sitios más céntricas y poblados, hasta otros paradisíacos y desérticos. La del centro es ideal para aquel que quiere tener todo a un paso, ya que la avenida principal con supermercados, comercios y restoranes corre paralela al mar. Muy similar, aunque con olas de mayor envergadura que rompen sobre las rocas (lo que le ha valido su nombre), Bombas posee casi dos kilómetros de arenas blancas.
Otras de las playas que se destacan entre las más elegidas están Mariscal, con 4 kilómetros de longitud, y mar abierto con olas que la hacen buena para surf. Mientras que Cuatro Islas es una playa de particular hermosura y más bien corta, con solo 800 metros, recortándose el mar contra los morros. Quatro Ilhas no dispone de un centro propio aunque sí hay algunas posadas y bares.
Si sigue camino al sur, sobre los pliegues de la península mayor aparece sobre un peñasco saliente la paya de Sepultura que, junto a Lagoinha, pueden visitarse a pie. Allí el snorkeling hace furor. En tanto, Playa del Trapiche es el centro náutico desde donde parten diversos barcos de paseo, siendo también punto de salida de las escuelas de buceo del municipio. Justamente uno de los atractivos de la ciudad, sobre todo si no viaja con pequeños, es el paseo en barco, entre piratas y leyendas de la zona.
Otro lugar clave para conocer es el Parque Municipal del Monte del Macaco. Se ubica en el barrio de Canto Grande, a cerca de 153 metros de altitud, con acceso por una senda panorámica bien conservada y poco escarpada. De lo alto del monte se ve el archipiélago del Arvoredo y las bellas ensenadas del Mariscal y Zimbros. Forma parte del Parque, la Isla del Macuco, área de aguas calmas, muy apreciada por buzos y pescadores aficionados. El monte, a su vez, es reducto de una de las más famosas y bellas orquídeas brasileñas, la laelia purpurata, electa como símbolo de Santa Catarina. Este sitio tiene una vista extraordinaria que se obtiene desde el Mirador Eco 360°. Queda en el acceso a la playa de la Tainha, y proporciona un maravilloso visual panorámico del municipio. El acceso en automóvil puede ser hecho por las playas de Canto Grande y Conceição.
Este municipio también cuenta con lugares naturales para descubrir caminando. Se trata de las trilhas, que son senderos a los que se acceden sólo a pie. La caminata en medio de los morros, permite sentir el aire puro y escuchar el sonido del mar golpeando en algunas de las rocas. Si bien en casi todos los morros hay alguna trilha para hacer, las más destacadas y accesible para el que no está muy entrenado son las de do Macaco, 4 Ilhas, Sepultura y Praia Triste.