martes, 23 abril, 2024
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Niza, el corazón de la Costa Azul

Litoral de la dolce vita más cosmopolita, la provenzal Costa Azul lleva siglos seduciendo a artistas, espíritus libres y viajeros enamorados de su patrimonio arqueológico, arquitectónico y museístico, su frondosidad alpino-mediterránea y su mar, llamado la Grande Bleue. Ya sea Saint-Tropez, con sus barrios de pescadores; la mítica Cannes famosa por su festival; Juan-les-Pins y su ambiente jazzístico surgido tras la Segunda Guerra Mundial; Vence, localidad medieval con un castillo del siglo XVI; o bien Niza, rodeada de colinas, impresionante y siempre elegante.

Niza, que fue república independiente en el XI, es uno de los principales motores turísticos de la Costa Azul francesa y es una de las ciudades más antiguas del país galo, con al menos 2300 años de antigüedad. En ella trabajaron escritores, pintores y músicos universales como Chéjov, Gogol, Stefan Zweig, Matisse y Berlioz. En 1860, la ciudad, hasta ese momento perteneciente al reino de Piamonte-Cerdeña, pasó a formar parte de Francia.

Niza vivió su apogeo los años previos a la Primera Guerra Mundial, durante la Belle Époque. Contaba con una población cosmopolita, donde numerosos aristócratas y rentistas frecuentaron esa localidad famosa por las suaves temperaturas de su invierno. Hacia 1880, y siguiendo el modelo inglés, se construyó un casino con formas orientales.

El turismo de verano nacerá a partir de 1920 gracias al impulso de expatriados americanos en la Costa Azul, como muestra el ejemplo de John Dos Passos. En el periodo de entreguerras, cientos de inmuebles fueron construidos para darle la bienvenida a numerosos artistas, músicos y escritores. Una época en la que también se levantaron numerosos hoteles de lujo, casinos y palacios.

El puerto es otro de los atractivos de la ciudad. (Agencia Xinhua)

Célebre por su carnaval, el anfiteatro romano y las ruinas galorromanas en la colina de Cimiez, la ciudad natal de Garibaldi enamora a cualquiera que pase por allí. Y un buen lugar para caminar y empezar a contemplar toda su belleza es el famoso Paseo de los Ingleses (la Promenade des Anglais), su famosa avenida en la que las palmeras marcan a lo largo de 6 kilómetros los bonitos edificios haussmanianos y los suntuosos hoteles Belle Époque. Lo ideal es recorrerlo, al menos, desde el casco antiguo hasta el Hotel Negresco (fundado en 1913), pasando por el jardín de Alberto I y por el Palacio del Mediterráneo.

En este paseo cosmopolita se celebra el Carnaval de Niza, el más importantes después del de Río de Janeiro y el de Venecia, y que se remonta al siglo XIII. El ambiente cultural y festivo que enamoró a tantos artistas e intelectuales, atraen cada año a cientos miles de viajeros que acuden a disfrutar de las carrozas monumentales y del famoso desfile de flores.

Por las calles

Sin duda uno de los lugares más atractivos son sus calles del casco viejo, calles enrevesadas y estrechas que conforman una zona con gran encanto en la cual, dar un paseo es una actividad agradable e inspiradora. Ubicado en el extremo este de la bahía de los Ángeles, entre los jardines de Alberto I y la colina del Castillo, el casco te transporta al siglo XVIII con sus antiguas casas de tejado rojo y lugares emblemáticos, como la Ópera de Niza y el palacio Lascaris. Este lugar es famoso por sus bellos restaurantes y su animada vida nocturna.

Un punto de partida es Plaza Massena, la mayor de la ciudad, un lugar para ir de compras, para tomar un buen café o bien para para descansar en sus famosos jardines, como los de Alberto I con su Arco de Bernar Venet, o la Promenade du Paillon, donde los chorros de agua salen del suelo. También en el caso se destaca la Ópera de Niza, del año 1885 y que cuenta con más de 1000 asientos, en los cuales se puede disfrutar de diferentes espectáculos.

El famoso y colorido mercado de Cours Saleya. (Agencia Xinhua)

Tras un paso por el mercado de Cours Saleya, colorido y repleto de frutas, verduras y productos locales, se puede ir a la Catedral de San Nicolás, la catedral rusa ortodoxa más grande fuera de Rusia y que se construyó en 1912 en honor al zar Nicolás II. También hay que darse una vuelta por el Palacio Lascaris, de estilo barroco y que fue construido en el siglo XVII. En su interior se exhiben colecciones permanentes sobre la historia de la ciudad.

Los museos son otro atractivo del lugar. Marc Chagall, Picasso y Matisse rinden homenaje al floreciente período de arte moderno de la Riviera Francesa. Puntualmente el Matisse ofrece un magnífico recorrido pictórico por algunas de las obras más conocidas del artista. La colección permanente del museo cuenta con 70 pinturas, 60 esculturas y cientos de dibujos y fotografías.

Además de pasar por numerosos rincones con encanto, no puedes irte del casco antiguo sin probar el chocolate de Maison Auer que abrió en 1820, la socca del Chez Pipo y los helados del Azzurro o del Fenocchio.

Finalmente, dos últimas visitas que uno debe hacer son el Puerto de Lympia, rodeado de edificios históricos con los típicos colores de la ciudad, y aunque quede poco del antiguo castillo, hay que subir a la colina para apreciar los miradores y dos pequeños cementerios, uno judío y otro cristiano.

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Cuándo ir

Mayo es idóneo para visitar Niza si uno quiere disfrutar de eventos cercanos como el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 o el Festival de Cine de Cannes. Sin embargo, tanto allí como en verano los alojamientos son muy caros. Lo ideal es a parir de fines de septiembre.

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