sábado, 14 diciembre, 2024
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Merlo y la huella del comechingón

Cuatro kilómetros hacia el sur del centro de Villa de Merlo y a unos 500 metros de la Ruta Provincial número 1, en el barrio conocido como Cerro de Oro, en dirección a las sierras se encuentra el Parque Temático Yucat. Se trata de un emprendimiento familiar que pone en valor y recrea, desde hace diez años, la vida de un pueblo comechingón del Siglo XVI, a partir de imponentes esculturas y ambientaciones, basadas en el trabajo del arqueólogo Antonio Serrano y en crónicas españolas de los tiempos de la colonia. 

Un sendero arbolado de especies autóctonas abraza el comienzo del recorrido, con el envolvente paisaje de las imponentes sierras de comechingones, completando el majestuoso marco. Algarrobos, chañares, talas, espinillos, piquillines, molles salen al paso, introduciendo un circuito que repasa de manera vívida la historia y la cultura del pueblo comechingón. Con esta ambientación, que se conjuga armoniosamente con el entorno, se participa a los visitantes didáctica y lúdicamente, a través de un lenguaje pensado para todas las edades.

En el extremo opuesto de Villa de Merlo, hacia el noreste y a la par del arroyo Piedra Blanca, que oficia de límite natural entre las provincias de Córdoba y San Luis; dentro de la Reserva Natural del Viejo Molino se encuentra el Altar Comechingón: una roca singular que también, escoltada por los cordones serranos, fue un elemento central de los rituales sagrados del mencionado pueblo originario.

De un metro y medio de altura, por entre pequeñas rendijas se divisa en su interior, cavidades rocosas brillantes, presumiblemente tapizadas con cristales minerales. Se trata de un lugar al que acude mucha gente por considerarlo de un valor energético sin igual. En rigor, la temperatura de la piedra del Altar dista de la del resto de las rocas del lugar.

El pueblo comechingón, cuyo nombre alude a diversas comunidades que habitaron las serranías de las provincias de San Luis y Córdoba entre los años 500 y 1600, se componía de dos etnias mayoritarias: “Henia” y “Kamiare”. La llegada de la colonia española trajo enfrentamientos armados y exilios forzados que derivaron en la dispersión de estos pueblos, cuya cultura, nombres propios, costumbres, marcas en la tierra y la piedra resisten al olvido merced al trabajo sostenido de quienes se reconocen herederos de ese legado ancestral; y en Villa de Merlo, gracias al revisionismo histórico de guías especializados y a la conservación de lugares como el Altar Comechingón y el Parque Temático Yucat, conforman un escenario para el aprendizaje y la recreación único.

Las marcas de los comechingones despiertan mucho interés. (Turismo de Merlo)

Con mucho sabor

Se sabe que los comechingones tenían alguna influencia incaica y que se organizaban en núcleos pequeños, sedentarios, independientes, de no más de 30 casas. Basaban su economía en la agricultura, con el cultivo comunitario del maíz, la quinoa, los porotos y los zapallos. También en la crianza de llamas y la caza de guanacos, ciervos y liebres; y en la recolección de frutos de algarroba y chañar, con los que preparaban sus bebidas fermentadas, de presencia infaltable en sus celebraciones religiosas.

El habla de los pueblos serranos de San Luis y Córdoba tiene un acento característico que deriva de los dialectos Henia y Camiare, al mezclarse con el castellano. Ese sincretismo también perdura en creencias populares y en prácticas culturales y artísticas, como el tejido del telar con lana de llama que siguen practicando artesanos de Villa de Merlo. La producción de vestimentas con esa técnica singular era muy codiciada, por lo que además de utilizarla, también se la sometía al trueque. En los tejidos, utilizaban tintes naturales para darle colores vivos.

En cuanto a la gastronomía, se destacan como comidas típicas los preparados con lo cosechado y las carnes de llama y guanaco, asadas, a la estaca o cocidas dentro de la tierra a modo de charqui. El legado artístico comechingón, en tanto, reside todavía en morteros y la pintura rupestre que puede hallarse en diversos sitios de las sierras y los valles, y en sus piezas talladas en piedra y hueso.

Para hacer frente al clima serrano, las viviendas de los comechingones eran construidas en pozos, con media casa enterrada y el resto sobre la superficie. Rectangulares, semisubterráneas, con techos de palo y paja, conservaban la temperatura, con diferencias térmicas con el exterior que les permitían estar frescas en las temporadas cálidas y templadas en las épocas más frías. En el Parque Temático Yucat, las reproducciones en tamaño real de estas viviendas permiten adentrarse en una arquitectura de fuerte ligazón con un modo de relacionarse armoniosamente con la naturaleza.

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