La provincia de La Pampa cautiva con las opciones que brinda a la hora de elegir esparcimiento al aire libre. Circuitos culturales rodeados de un hábitat rural y paisajes naturales que transmiten serenidad, calma. La Pampa es gauchesca, pero también encierra otros secretos que pueden ser descubiertos en unos días de relax. Y uno de ellos es la Reserva Natural Parque Luro.
En medio de un silencio cautivador y rodeado del bosque de caldenes, se levanta el parque de casi 8 mil hectáreas. Ubicado a tan sólo 35 kilómetros de Santa Rosa, sobre la ruta N°35, este sitio alberga una fauna silvestre admirable: avestruces, flamencos, gaviotas, loros, perdices, zorros, jabalíes y gatos de los pajonales. Un lugar ideal para hacer trekking en uno de sus circuitos de baja dificultad, o animarse al que es en auto y con guía.
El parque tiene 1.600 hectáreas que están destinadas a la actividad turística y recreativa, y se ha transformado en el área protegida de la provincia que más visitantes atrae. Se trata de un turismo generalmente de fin de semana que está integrado en buena parte por pampeanos, pero también por visitantes de provincias vecinas como los bonaerenses del sur y oeste, y por personas que están de paso hacia la Patagonia.
La reserva, declarada en 1996 como área protegida por el Gobierno de La Pampa y un año después como Patrimonio Natural, Histórico y Cultural, conserva el bosque de caldén, típico de la provincia. Se trata de un árbol muy ligado al desarrollo de la región ya que la explotación de su madera, desde principios del siglo XX, se usó en el ferrocarril, para leña, carbón, pisos y muebles.
Una primera recomendación para disfrutar de un buen día en este predio alberga el mayor caldenal del país, es pasar por el Centro de Interpretación. Allí uno habla con personal del lugar para conocer qué actividades puede realizar, mientras que los guardaparques dan consejos para acampar en lugares habilitados y no dañar la reserva protegida.
En el centro de la reserva se levanta el casco de la estancia San Huberto, con más de cien años de historia y declarada Monumento Histórico Nacional. Allí, los curiosos pueden conocer la leyenda del llamativo castillo blanco y de Pedro Olegario Luro, quien en la primera década de 1900 creó el primer coto de caza de la Argentina. Este palacio de estilo francés típico de la generación del ‘80, con rasgos de la belle époque, transporta en el tiempo. En el recorrido se destacan el reservorio de agua Tanque del Millón, la Ermita de la Virgen de Luján, la Sala de Carruajes, las caballerizas y el tambo modelo, que nunca llegó a funcionar.
Para caminar, el turista puede optar por tres opciones. La más corta es la del Sendero del Médano, de 1.800 metros, que demanda aproximadamente una hora por terrenos arenosos, donde la principal vegetación es el olivillo y lleva al punto más alto del lugar, junto a la Ermita de la Virgen de Luján, que brinda una amplia vista panorámica de la reserva.
Con unos 400 metros más, 2.200 metros en total, está el Sendero del Bosque. En la caminata de una hora y media (siempre dependiendo del apuro que uno tenga), el bosque de caldén será el testigo privilegiado del avistaje de ciervos colorados (la época es otoño), algún ñandú y diversas aves como cotorras churrinches, benteveos, carpinteros y chimangos.
En tanto, está el Sendero de la Laguna, el más extenso, y que en sus casi 3 mil metros combina bosque, salitral y espacios abiertos de pastizales. Desde los descansos (tiene dos) se pueden apreciar la laguna, y si uno cuenta con binoculares o cámaras con buen zoom detectará algún jabalí, ciervo o ave zancuda cruzándola.
Hacia la brama
Finalmente, el paseo que se hace con vehículo y guía dura tres horas, integra todos los ambientes anteriores y combina naturaleza y arqueología, ya que lleva a restos de construcciones vinculadas a la historia de la reserva, desde antes aún que fuera la estancia de un refinado terrateniente algo excéntrico y amante de la caza. El trayecto pasa por excavaciones donde se hallaron restos de culturas precolombinas; por el llamado Museo del Caserío, donde hay construcciones de los últimos siglos, y El Matusalén, como bautizó Luro a un caldén varias veces centenario ante al cual hizo colocar un asiento para admirarlo con comodidad.
Pero la historia del parque también está íntimamente relacionada con los ciervos colorados. Es en los caldenales, durante unos 45 días entre marzo y abril, que tiene lugar la temporada de brama, el momento en que los cerca de 3 mil ciervos machos y hembras que alberga el lugar se reúnen para reproducirse y perpetuar la especie dando lugar a un espectáculo conmovedor donde la naturaleza se siente a flor de piel en una atmósfera de hormona y puro instinto.
En esta época, los machos luchan por conservar su harén de hasta 20 hembras al que defienden en feroces combates con otros ciervos valiéndose únicamente de sus poderosas cornamentas. El bramido del ciervo, un sonido áspero y gutural parecido a un mugido, se convierte en marca registrada de la especie: es la manera en que el macho dominante marca territorio y protege su harén.
La brama del Parque Luro, única en el país, se ha convertido en un importante foco de atracción turística. No obstante, la misma naturaleza del espectáculo, impone sus límites: los ciervos se mueven a la mañana bien temprano y al atardecer.
El dato
Para ir a La Pampa hay que tramitar un permiso en www.permisos.lapampa.gob.ar y sólo tienen que obtenerlo quienes vayan a alojarse en el territorio al menos una noche. Consultas al WhatsApp de la Secretaría de Turismo: 02954 -299843.