El Cementerio Indígena de la ciudad de Baradero guarda la memoria de los pueblos originarios y conecta a los habitantes locales con la historia y la identidad de esta región bonaerense.
hace quince años se puso en marcha el proyecto para la realización del museo de sitio y centro de interpretación, ubicado en las calles Thames y Alberti. En 2005, el predio estuvo a punto de convertirse en una playa de estacionamiento pero los vecinos se enfrentaron a las topadoras para evitar que avanzaran sobre el terreno.
Por su importancia a nivel científico y cultural, en 2012 fue declarado “Sitio Arqueológico e Histórico, incorporado definitivamente al Patrimonio Cultural de la provincia de Buenos Aires”.
Los hallazgos que se realizaron en el predio permitieron reconstruir la vida de los pueblos Chaná, Mbeguá y Guaraní, y los conflictos generados por la situación colonial durante el siglo XVII, en la zona del Delta del Paraná.
Cuatro murales emplazados en el sitio -diseñados por los artistas plásticos José Kura y Daniela Almeida, y guionados por la museóloga Verónica Noya y la arqueóloga Alicia Tapia- relatan momentos claves en la historia de esas poblaciones.
La primera pintura cuenta la vida de los originarios antes de la llegada de los españoles y la segunda expresa la percepción del arribo de los europeos y el impacto cultural que provocó en los nativos. En tanto, el tercer mural hace referencia a los principales actores sociales de la misión franciscana y el cuarto denuncia las consecuencias de la colonización: hambrunas, enfermedades y explotación de la fuerza de trabajo.
Las primeras excavaciones en el lugar se llevaron a cabo en 1910 a pedido del historiador Alejandro Barbich, quien residía en la ciudad de Baradero. El trabajo de campo estuvo a cargo de Salvador Debenedetti, arqueólogo del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Durante la investigación, se inhumaron catorce entierros asociados con varios objetos depositados como ajuar fúnebre. Entre esos elementos se encontraron materiales de manufactura de las comunidades originarias y europeas como cuentas de collar de valva recortada y perforada, también de vidrio y latón, y fragmentos de cerámica nativa y vidriadas foráneas.
A través de esos objetos se pudieron establecer los procesos de cambio cultural provocados por los vínculos entre los hispanos y los habitantes naturales.