Todo comienza siempre en las Cataratas del Iguazú. Del lado brasileño, pero en las majestuosas cataratas. Una vez en el predio, la recorrida por una senda bien cuidada es de una hora, con paradas para captar imágenes sorprendentes. La ventaja que tiene nuestro vecino sudamericano sobre nosotros es que uno puede apreciar desde ese lado, a parte de las cataratas de frente. Y eso impacta, cautiva, y sobre todo moja mucho.
Una vez de vuelta en el punto de partida, uno puede regresar para Iguazú o cruzar la ruta y disfrutar de un parque repleto de pájaros -muchos en jaulas, otros no-. Se trata del Parque das Aves, en Foz de Iguazú, un centro de rescate y conservación por el que pasan cada año más de un millón de turistas y alberga más de 1.300 animales, distribuidos en 150 especies, entre ellas papagayos, tucanes, loros, grullas, faisanes y ñandúes.
El predio cuenta con 16 hectáreas en donde se ofrece al visitante un circuito de 30 sectores divididos en espacios libres y jaulas. Fue inaugurado en octubre de 1994 por Dennis Croukamp y su esposa Anna, un matrimonio proveniente de África conformado por un empresario y una médica veterinaria.
Su principal fuente de ingresos es el turismo que, con un promedio anual de 500 mil visitantes, financia el cuidado y la manutención de las diferentes especies, de las cuales el 50% son animales recuperados del tráfico ilegal. En lo referente a servicios al turista, el parque cuenta con una completa infraestructura sanitaria, distribuida en tres puestos, y es apto para visitantes con capacidades diferentes, a lo que se adicionan un restaurante y una completa tienda de souvenires.
El recorrido empieza por un pequeño puente sobre un lago artificial repleto de peces, en el que se suceden diversas escenificaciones montadas sobre la selva nativa. Un lago artificial, ocupado por más de 40 ejemplares de flamencos, y un pequeño hábitat de periquitos, dan paso al primer sector temático, el Vivero del Bosque, que representa al área del Parque Nacional Iguazú, donde paujíes, urracas, tordos y tucanes se desplazan por el terreno y las copas de los árboles.
Pavos y faisanes que transitan libremente dan paso, adelante, al sector Vivero Pantanal, representativo de la llanura inundable más grande del mundo, donde se exhiben guarás, garzas, tucanes, chuñas y otras especies. La Guarida de los Reptiles alberga pitones, iguanas, yacarés y hasta una anaconda adulta que se muestra detrás de un grueso vidrio.
Luego de pasar un bufé de alimentos y bebidas típicos de Brasil, se llega al Refugio de las Arpías, el ave de rapiña más poderosa del mundo, de majestuosa postura, fuerza sin igual y en serio riesgo de extinción.
Tras pasar junto a grupos de zopilotes y ñandúes, se llega al Paraíso de las Grullas, al Paraíso de las Parabas Amarillas -ave amazónica símbolo de Brasil que lleva los colores de su bandera- y al espacio considerado como la atracción principal del parque: el Aviario de los Guacamayos, gran jaula poblada por varias especies de estas aves y loros.
Después del Mariposario, del sector de las Serpientes Mansas y del de las lechuzas, llama la atención una jaula que contiene un casal de casuarios originarios de Oceanía, aves consideradas como “las más peligrosas del mundo” por el Libro Guinness de los Récords.
Casi al cierre del sendero, el sector Guacamayos Mansos es el broche de oro del paseo, con ejemplares que, posados en un brazo permiten lograr una instantánea que seguramente se convertirá en la más gustada de la red social del visitante.