miércoles, 24 abril, 2024
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El Chaltén siempre desafía al viajero

Además de ser el pueblo más joven de la Patagonia, El Chaltén es un lugar soñado y con gran diversidad cultural. Ubicado en a algo más de 200 kilómetros de El Calafate y bajo el amparo del majestuoso Cerro Fitz Roy, se encuentra la atractiva y apacible aldea de Santa Cruz, reconocida como la “Capital Nacional del Trekking” y punto de acceso al campo de Hielo Continental.

Emplazado sobre los márgenes de Río Fitz Roy y el Río de las Vueltas, esta ciudad de unos 1700 habitantes brinda a sus visitantes un paisaje único, aliado a la naturaleza y a las increíbles sensaciones de paz que esto genera. Las excursiones de aventura y las caminatas autoguiadas, le permiten al viajero disponer libremente de su tiempo y acceder a través de los distintos senderos a paisajes enmarcados por los milenarios glaciares y los lagos de la zona.

El Chaltén, cuyo nombre en idioma Tehuelche significa “montaña que fuma” o “montaña humeante”, propone navegar por el lago Viedma, deslumbrarse ante la imponente belleza del cerro Fitz Roy, desplazarse por el glaciar Torre, ir de excursión al Lago del Desierto, deleitarse con la catarata Salto del Chorrillo o pescar truchas en el río de Las Vueltas. Y estas opciones son sólo el inicio de un camino que nos llevará a sorprendernos a cada paso en esta villa de casas bajas, fundada el 12 de octubre de 1985, luego de superados los conflictos limítrofes con Chile en la zona del Lago del Desierto, que hoy señala el límite entre ambas naciones.

Donde termina la ciudad de El Chaltén, nace el camino que bordea al río de Las Vueltas, en el que los pescadores de truchas se encuentran a sus anchas. Su color turquesa claro es inconfundible. Ni hablar de su serpenteante recorrido gracias al que recibió su acertado nombre. El Río corre paralelo al pueblo y nos permite disfrutar su belleza, así como recorrerlo en balsas, en kayak o pescando desde la costa. Es ideal, además, para hacer un picnic en cualquiera de sus orillas.

Tras recorrer 37 kilómetros se alcanza el Lago del Desierto, desde cuyo muelle comienza el paseo en catamarán. Luego de 45 minutos de navegación se arriba a un cerro donde se permite practicar un mini trekking y observar desde la cumbre todo el lago, más la silueta del monte Fitz Roy que parece custodiar el lugar. A muy pocos metros del Lago del Desierto se ubica el sendero que atraviesa un imponente bosque que conduce al glaciar Huemul, recorrido único e ideal para practicar trekking, cuyo paisaje tiene cambios abruptos tanto de luz como de declives. Entre árboles milenarios y tras trepar por piedras y ramas, se llega hasta la laguna Huemul con sus aguas color esmeralda, y todo bajo el majestuoso glaciar que cae desde la cima con gruesas capas heladas.

Los menos entrenados eligen senderos tranquilos, como el que lleva al Salto del Chorrillo o a la laguna Capri. El primero está sólo 4 kilómetros de El Chaltén, toma aproximadamente una hora y es una catarata natural que el visitante califica como atractivo único de la naturaleza. La caminata hasta Capri atraviesa ríos, estepas, praderas, un breve tramo de bosque subantártico y nos brinda extraordinarias vistas del Fitz Roy. También un recorrido es el que lleva a los Miradores Los Cóndores y Las Águilas. La caminata nos brinda una vista panorámica de los macizos Adela, Torre y Fitz Roy y el valle del río De las Vueltas.

El rafting en el Río de las Vueltas gana cada vez más adeptos.

Menos conocido que su hermano más famoso, el Perito Moreno, pero de igual o mayor belleza, el Glaciar Viedma, el más grande de Argentina, es increíble. Se lo puede conocer a través de algunas de las excursiones que se contratan desde El Chaltén. Se parte desde Bahía Túnel, donde se aborda un catamarán que desafía las aguas del lago Viedma. Una posibilidad es hacer una excursión de  dos horas y media, y que permite al visitante acercarse hasta el glaciar y sus paredones de más de 40 metros sobre el nivel del lago y fotografiar estas moles de hielo milenarias. La otra opción es para los más experimentados, en la que no sólo se navega, sino que el turista puede descender del barco y con los correspondientes grampones puede practicar trekking sobre el glaciar.

Más adrenalina

Muchos de los viajeros que llegan hasta esta aldea patagónica buscan llevar su adrenalina al máximo y remontar el Río de las Vueltas lo permite. El ráfting aquí, de nivel medio en la dificultad, es una opción que va en crecimiento.

Luego de un breve entrenamiento, el turista se coloca su traje especial para aguantar el agua y completar los 14 kilómetros de recorrido.  Sin embargo, por la enorme dificultad que presenta el río, en un momento los navegantes dejan el gomón, caminan casi un kilómetro y vuelven a subir, siempre con el acompañamiento de una segunda embarcación con dos remos y un solo tripulante que ofrece seguridad.

Al principio, el recorrido es tranquilo, pero cuando apenas se pone en práctica lo que explicó el guía, empiezan los rápidos de menor a mayor aumentando el vértigo, sorteando piedras, con la embarcación subiendo y bajando con fuerza mientras el viento se encarga de precisar cual es la geografía que se desafía. Los peores saltos son ‘El Guanaco’ o ‘La Corbata’, y en ese trayecto suele aparecer un cóndor majestuoso que sigue el bote sin aletear nunca, como colgado del cielo.

El costo del recorrido es de aproximadamente 6 mil pesos, importe que los prestadores explican en el hecho de que cada traje seco que usan los visitantes tiene un costo de 1.500 euros y cada rotura exige enviar la indumentaria a Europa para su reparación. Además del traje seco, el turista viste un pijama térmico de pies a cabeza, botas, casco y chaleco salvavidas, además de guantes o manoplas para sostener el remo sin que el viento le corte al visitante los nudillos por el frío, algo que no es sorprendente en esas latitudes.

Para terminar la jornada de ráfting o de trekking, hay que dejarse llevar por los sabores. Como toda gastronomía patagónica hay una gran variedad de exquisitos platos para probar. Pero también la cerveza artesanal en algunos de sus bares es un lugar de encuentro del caminante, de quién está visitando la ciudad o del que está de paso. Rubias, negras, coloradas, con frutos del bosque; para todos los gustos.

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