Romántica y con una gran oferta de arte y entretenimiento, Zagreb, invita a dejarse llevar por los callejones cautivadores de la Ciudad Alta, y por los caminos que conducen a los palacios modernistas y las elegantes edificaciones de la Ciudad Baja. La capital croata, que supo en el pasado ser dos ciudades enfrentadas, hoy es una de los más agradables destinos centroeuropeas. No demasiado grande (unos 900 mil habitantes) y perfecta para una escapada de pocos días. Museos, música, diseño, arquitectura, gastronomía y, sobre todo, una animada vida al aire libre. Incluso en invierno, los zagrebinos se las ingenian para tomar café en caldeadas terrazas y disfrutar viendo pasar la vida.
Situada entre la costa adriática y Europa central, conserva el encanto de las ciudades de la Edad Media. De hecho, Zagreb surgió de la fusión de dos poblaciones medievales, Kaptol y Gradec. Si bien hay muchos rincones por encontrar, hoy desde De Viaje te proponemos diferentes sitios para conocer en cada una de las “dos ciudades”:
Por abajo
Es habitual iniciar el recorrido por Zagreb en la Ciudad Baja -Donji Grad- la zona más moderna y dinámica de la capital. Aquí uno descubre por qué los zagrebinos llaman a la ciudad la pequeña Viena. Es que esta zona fue construida a imagen y semejanza de la capital austríaca, con grandes edificios que todavía hoy conservan su empaque imperial y un gran anillo de jardines que unía los diferentes edificios más representativos. Aquí están también algunos de los hoteles más elegantes, como el inevitable Hotel Palace, y muchas galerías de arte.
La plaza Ban Jelacic, la principal de la ciudad, se encuentra rodeada de palacios de estilo clásico, modernista y racionalista. En 1947, el régimen comunista de Tito la llamó Plaza Republicana y retiró la estatua ecuestre de bronce del virrey Josip Jelačić, del siglo XIX. Reincorporada tras la independencia, los lugareños se citan en “el caballo” para comer, ir de compras o ver pasar a la gente.
En esta zona resaltan el Teatro Nacional, de estilo neoclásico, la Estación de Tren, cuya fachada sorprende por su belleza, el Pabellón Artístico o la Universidad, creada en el siglo XVII y que es la más antigua del sudeste de Europa. Si de calles hablamos, la imperdible es Llica, con su hermosa área comercial, y la Tkalciceva, de ambiente juvenil, en el que se encuentran tiendas de antigüedades y boutiques de lujo.
Otro punto de interés para el viajero es el Mercado Dolac, que conserva sus aires tradicionales, y donde se encuentran puestos de ropa, increíbles corbatas (un invento croata), flores, y observar desde allí la Catedral de Sveti Stjepan, de estilo neogótico. Dolac está justo al norte de Trg Josipa Jelacica y es el bullicioso y cotidiano epicentro para comerciantes venidos de todo el país. Este sitio lleva siendo un hervidero de actividad desde la década de 1930, cuando el Ayuntamiento decidió establecer un mercado de abastos entre la Ciudad Alta y la Baja. En Dolac, además, arrancan algunos tours gourmet guiados que se han convertido en una buena experiencia para conocer las particularidades de los productos y de la cocina croata.
La zona verde Zagreb cuenta con interesantes jardines que nos llevan a imperdibles museos, como el Mimara, que ocupa una antigua escuela de estilo neorenacentista y cuenta con una heterogénea colección de arte privada en la que podemos encontramos desde piezas de arqueología hasta una selección de muebles antiguos de diferentes épocas o una ambiciosa sección de pintura donde con obras de Rembrandt, Goya, Rafael o Renoir. Otra visita es es el Pabellón de Arte, un edificio estilo art nouveau que programa exposiciones temporales.
Y un sitio que debe estar en nuestro radar como turista es el maravilloso Cementerio de Mirogoj, una joya arquitectónica de finales del XIX que te obliga a viajar en la nostalgia. Cúpulas, arcadas y jardines en un entorno armónico y silencioso perfecto para hacer una pausa. Acá reposan famosas figuras de Croacia, como la escritora Marija Jurič Zagorka o el gigante del baloncesto Dražen Petrovič.
Por arriba
La parte alta de Zagreb es la más antigua de la ciudad y concentra las iglesias y los edificios más emblemáticos, entre escaleras pintorescas, callejones, jardines, plazuelas e incluso funiculares. Lo mejor es darse un paseo por estas calles con aire señorial y bastante solitarias, en cuyos rincones todavía conserva la elegancia que debió de tener en tiempos anteriores al socialismo yugoslavo.
Para llegar a la antigua Gradec, se puede ir a pie o subir con el curioso funicular de 66 metros, el más corto del mundo. Gornji Grad es muy tranquila y se divide en dos zonas: la de Gradec en la colina occidental y la sacra de Kaptol en la colina oriental, donde se encuentra la impresionante Catedral de Zagreb con sus 105 metros de altura, siendo el edificio sacro más grande de Croacia.
En esta región se encuentra la mayor parte de atractivos, como es el caso de la Puerta de Piedra (Kamenita vrata), el único paso medieval que se conserva de los cuatro que tenía la muralla de la urbe y que logró salvarse del fuego a principios del siglo XVIII. Tras el incendio de 1731, se convirtió en santuario de la Virgen María, patrona de Zagreb. Hay quien enciende una vela y reza frente a lo que queda del incendio: una desvaída pintura de la Virgen con bordes dorados. Otros admiran la verja barroca de hierro forjado que la protege.
El epicentro es la plaza Markov, presidida por la Iglesia de San Marcos, del siglo XIII, uno de los edificios más emblemáticos con un portal gótico de figuras en hornacinas y un colorido tejado que representa los escudos medievales del país y la ciudad. Solo se puede visitar la antesala y la iglesia durante las misas. Los otros edificios históricos de la plaza son el Sabor (Parlamento) de Croacia, de estilo neoclásico y, al otro lado, el Palacio Banski dvori, actual sede presidencial. Aquí era el lugar donde reinaban los virreyes, y donde el entonces presidente de la República, Franjo Tudjman, residió durante los bombardeos de octubre de 1991.
Una vez visto lo básico hay que alzar la mirada hacia la fabulosa iglesia jesuita de Santa Catalina, edificada en 1620, en pleno auge de la Contrarreforma, y subir a la torre de Lotrscak para lograr una buena panorámica de la ciudad. Esta fue construida como defensa. Justo detrás se encuentra la Plaza de Katarinin.