Florencia, la cuna del renacimiento italiano rebosa tanto arte que es difícil hacerse una idea de todo lo que ofrece esta preciosa ciudad de la Toscana. La ciudad que enamora y uno nunca termina de descubrir, es una pequeña metrópoli cultural que ofrece al visitante los mejores museos y galerías de arte en sus respectivos campos.
Cuna del Renacimiento y hogar de Maquiavelo, Miguel Ángel y los Médicis (la familia más rica y de gobernantes), por su magnetismo y romanticismo, sus históricas calles se llenan todo el año de turistas que quieren disfrutar la magnificencia de su arte y arquitectura. Esta mezcla de diferentes contrastes la convierten en un lugar único y “difícil de olvidar”.
Firenze, como la llaman los italianos, es sinónimo de arte en su máximo esplendor y eso se traduce en los museos y edificios que presenta de una belleza abrumadora. A las torres y palacios que evocan miles de historias de su pasado medieval, se suman boutiques de diseño y talleres artesanales que salpican sus calles. Además hay una animada vida de cafés y bares, y en verano, las colinas cercanas invitan con sus viñedos y sus restaurantes con terraza.
La versión más aceptada sobre su historia cuenta que el emperador Julio César fundó Florentia hacia el 59 a.C. Aunque indicios arqueológicos sugieren la presencia de una aldea anterior fundada por los etruscos de Fiesole alrededor del 200 a.C. El gobierno de Lorenzo el Magnífico (1469-1492), condujo al período más glorioso de la civilización florentina y del Renacimiento del país. Su corte fomentó el arte, la música y la poesía, convirtiendo Florencia en la capital cultural de Italia. Florencia se convirtió en la capital del reino desde 1865 a 1871 (hasta que ocupó ese lugar Roma) y fue sede del primer parlamento de Italia.
La ciudad sufrió graves daños durante la Segunda Guerra Mundial, fue devastada por inundaciones en 1966, y en 1993 la mafia hizo explotar un coche bomba que destrozó parte de la galería los Uffizi, una de las colecciones de pintura más ricas y famosas del mundo. En la actualidad, el área más famosa de esta galería-museo es la dedicada al Renacimiento: se pueden ver piezas de Botticelli, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael y Tiziano, entre muchos otros. Para evitar las largas colas a la entrada es recomendable ir a última hora de la tarde.
A caminar
Esta ciudad situada en la zona nororiental de Toscana es ideal para recorrer en bicicleta o a pie, y si bien tiene mucho por descubrir tres o cuatro días nos permite tener un pantallazo de los lugares más importante. Un punto de partida ideal es el centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, con sus edificios más importantes luego de un trazado de murallas realizado en el siglo XIV.
Centro religioso y espiritual de la ciudad, la Piazza del Duomo reúne un conjunto monumental de inestimable valor: la Catedral de Santa María del Fiore (construcción finalizada en 1368), rica en obras de arte y coronada por la suntuosa cúpula de Brunelleschi de 45 metros de diámetro; el Baptisterio de San Giovanni, magnífico ejemplo de románico florentino; y el Campanario de Giotto, una obra maestra de la arquitectura gótica.
Así como esta plaza es una imagen conocida a nivel mundial, el otro sitio que trascendió las fronteras es el Ponte Vecchio (Puente Viejo), el más antiguo de todo el continente. Edificado en 1345 en el punto más estrecho del Arno, este puente de cuatro pisos que sobrevivió a los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial hoy alberga orfebrerías y tiendas de regalos. Por la parte superior discurre el Corredor Vasariano que hoy exhibe obras de la Galería de los Uffizi. La vista de noche en este sitio es impagable, aunque mucha gente se junta al atardecer a escuchar a algún talentoso artista callejero.
A través de puente se llega al barrio de Otrarno en donde surgen otras importantes obras maestras civiles y religiosas, comenzando por la Iglesia de Santa Felicita que conserva, entre otros, algunos frescos de Portormo, un pintor renacentista italiano. También cruzando el río Arno se llega a los Jardines de Boboli, escondidos detrás el Palacio Pitti y que cautivan con sus 45 mil metros cuadrados. Grutas, fuentes, pérgolas, un pequeño lago y cientos de estatuas de mármol, pueden apreciarse en este sitio, uno de los pocos pulmones verdes de Florencia.
Otro de los sitios que el turista debe dedicarle su tiempo es Piazza della Signoria (Plaza de la Señoría), el corazón político de Florencia. Aquí se levanta en toda su potencia, desde finales del siglo XIII, el palacio Vecchio, antigua sede del gobierno republicano y hoy Ayuntamiento. Mirando hacia la derecha, la vista se adentra en los soportales de la Galería de los Uffizi, el gran templo artístico de la ciudad. Dos consejos: detenerse a contemplar la perfecta armonía del David de Miguel Ángel, la elegante violencia del Rapto de las Sabinas de Juan de Bolonia o la sangrienta belleza del Perseo de Cellini, en la contigua Loggia de la Signoria, y degustar una ración de buenísimo chocolate en la histórica chocolatería Rivoire, inaugurada en 1872.
No muy lejos de los Jardines de Boboli y tomando la Via di Belvedere se llega hasta la Piazzale Michelangelo, ubicada en la parte alta de la ciudad y desde donde se toman, tal vez, las mejores imágenes.
TU GUÍA
Cuánto cuesta
Un vuelo desde Buenos Aires a Florencia está entre los 1500 y 2000 dólares, dependiendo la época del viaje. Los alojamientos no suelen ser económicos: las habitaciones para dos personas por noche arrancan en los 100 dólares.