viernes, 26 abril, 2024
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Grecia, donde todo comenzó

Tierra de leyendas, donde se mezclan mito y realidad, tanto la Grecia continental como las bellísimas islas que se expanden por el Mar Egeo y el Mediterráneo, son uno de los destinos europeos más elegidos por los viajeros. Dueña de casi una veintena de patrimonios de la Humanidad de la Unesco, Atenas, su capital, como otras ciudades continentales y las casi 1.500 islas (la mayoría deshabitada) tienen vestigios que nos transportan a un mundo lejano y cercano a la vez, inmerso en la magia de las tradiciones y las viejas costumbres.

Cuna de la civilización occidental, en estas tierras se forjó desde el teatro hasta los juegos olímpicos, pasando por la democracia y las matemáticas. Además, por su ubicación, es dueña de una cocina única y exquisita. Platos como la ensalada griega (tomate, pepino, pimiento, cebolla roja, sal, pimienta negra, orégano y aceite de oliva) o el popular musaca, (carne de cordero picada, berenjena en rebanadas y tomate, junto a la salsa blanca) son sólo dos opciones que tientan a cualquier visitante.

Un buen inicio para recorrer a este país es Atenas, un museo al aire libre. Aunque la capital griega es conocida por su rico patrimonio, que abarca más de 3.400 años, también mejoró en los íltimos años para convertirse en una metrópolis más moderna culturalmente. En barrios como Pláka y Psyrrí, los visitantes son recibidos por una animada vida callejera, cafeterías y recónditos patios llenos de locales y turistas. Pero la foto que todo el mundo quiere tener es en la Acrópolis, un conjunto arqueológico de dos milenios de vida. Traducido literalmente del griego, la Acrópolis era la “ciudad alta”, un lugar característico de la mayoría de las ciudades griegas que poseía la función defensiva, además de funcionar como sede de los principales lugares de culto.

El recorrido se inicia en el Olimpeion o templo de Zeus Olímpico, uno de los más grandes de la antigüedad y situado muy cerca del Arco de Adriano, que forma la entrada simbólica al recinto. Este espacio fortificado, alberga el antiguo teatro de Dionisos, donde se realizaron muchas de las obras de Sófocles, Eurípides, Esquilo y Aristófanes. También, las ruinas de la Asklepieion, la Stoa de Eumenes y el Odeón de Herodes Atticus -construido en el 161 d.C. y convertido en la actualidad en el lugar de celebración de los espectáculos del Festival de Atenas-.

Especial mención merece también la roca sagrada de la Acrópolis, un enclave en el que se dan cita “algunas de las obras maestras más importantes de la arquitectura y el arte en todo el mundo”. Destaca el famoso templo del Partenón, dedicado a Atenea Partenos, diosa que representa el prestigio de la ciudad. Con unas dimensiones aproximadas de 70 metros de largo y 30 de ancho, el Partenón estaba rodeado por columnas en todo su perímetro, 8 en las fachadas principales y 17 en las laterales. Sin embargo, a lo largo de los siglos el Partenón sufrió diferentes transformaciones que han ido deteriorando el edificio a pasos de gigante. Y ningún turista puede abandonar la zona sin recorrer el Museo de la Acrópolis, inaugurado en 2009. Construido en acero, cristal y cemento sobre una superficie de 14 mil metros cuadrados, el diseño del edificio trata de aprovechar al máximo la luz natural para resaltar las 4 mil piezas que se exponen. La última planta fue levantada de un modo peculiar, ya que posee las mismas dimensiones que el Partenón y está desviada 23º respecto al resto del edificio. De este modo, la planta está orientada directamente hacia la Acrópolis y los visitantes pueden contemplarla desde las alturas.

Tampoco hay que olvidar el Areópago, el más antiguo tribunal de justicia del mundo, y el Pnyx, donde los ciudadanos de la antigua Atenas ejercían sus derechos democráticos. Otra visita es la antigua Ágora, donde funcionaba el centro comercial, político y religioso de la capital griega. Aunque la mayoría de sus edificios no se conservan en buenas condiciones, en la actualidad todavía se puede apreciar un templo como el Hefesto, uno de los mejor conservados de la antigüedad y construido entre los años 460 y 415 a.C.

El Templo de Zeus Olímpico, construido entre los siglos VI y II a.C. (visitgreece.gr)

Por los museos

Pero Atenas es más que restos arqueológicos. En el centro histórico se encuentra el barrio de Plaka, conocido como el de los Dioses por su cercanía con la Acrópolis, repleto de monumentos antiguos, pequeñas iglesias, obras maestras del arte bizantino y la arquitectura, así como restos de la época otomana -Mezquita Fetihie o Mezquita Tzistaraki-. A pesar de ser una zona muy transitada por el turismo, aún conserva un encantador aspecto antiguo gracias a las estrechas y laberínticas callejuelas adoquinadas en las que se erigen bellas casas neoclásicas del siglo XIX. El barrio de Plaka es una de las mejores zonas de la ciudad para encontrar tiendas de souvenirs en las que comprar algunos recuerdos, o bien probar la gastronomía griega en una de sus múltiples terrazas y “tavernas”.

No muy lejos de allí, en pleno centro de la ciudad que fue epicentro de la crisis económica y social griega allá por el año 2012, es la Plaza Sintagma, el el corazón geográfico de Atenas. Conocida como Plaza de la Constitución por haber sido el lugar en el que el pueblo alzó su voz en 1843 para ordenar al Rey Otón que aceptara la redacción de una constitución, se destaca allí el Parlamento, un imponente edificio construido entre 1836 y 1842. También allí se encuentra el monumento del Soldado Desconocido, custodiado por los Evzones -Guardia Nacional- vestidos con sus tradicionales uniformes. Y en uno de los laterales de la plaza se encuentra el Hotel Grande Bretagne, un lujoso edificio de mediados del siglo XIX, elegido por las grandes personalidades que llegan hasta allí.

Caminando por la Avenida Vasilissis Sofias y no más de 500 metros, hay varios museos por descubrir. El de Benaki, fundado en 1930, tal vez sea uno de los más destacados. Expone una extensa colección de más de 45 mil objetos históricos relacionados con el mundo griego que dejan constancia de su evolución. Otras opciones son el Museo de Arte Cicládico, inaugurado en 1986 y que alberga una importante colección de arte de las Islas Cícladas con una antigüedad de más de 5 mil años o el Museo Bizantino y Cristiano que cuenta con una pequeña colección de arte especializada en temas religiosos, que abarca desde el siglo IV hasta el siglo XIX.

En nuestra recorrida por las calles repletas de edificios de interés como mansiones neoclásicas, hay que llegar al Museo Arqueológico Nacional, que se encuentra entre los principales del mundo y contiene tesoros artísticos desde el Neolítico hasta la época romana. O bien la Galería Nacional de Atenas, abierta al público desde 1900, y que cuenta una colección de pintura y escultura griega perteneciente a los siglos XIX y XX, además de algunas obras de conocidos artistas europeos.

Si la idea es descansar rodeado de la naturaleza helena, en la misma zona de los museos están los Jardines Nacionales de Atenas, creados en 1839 por orden de la reina Amalia aunque abiertos recién en 1923. Con una superficie de más de 160 mil metros cuadrados, los jardines tienen más de 500 tipos diferentes de plantas y árboles procedentes de todo el mundo. Y al noreste de la Acrópolis ascendiendo por la calle Doras Nt Istria se llega hasta la Colina Licabeto, una pequeña montaña de 278 metros de altura desde donde se obtienen las mejores vistas de Atenas. Lo ideal, es el atardecer.

La isla de Mikonos, una de la más visitada del país, tiene una agitada vida nocturna. (visitgreece.gr)

A navegar

En las islas griegas, que se dividen en varios archipiélagos, se entremezclan cultura, arte y costumbres, con un paisaje inolvidable de aguas cristalinas y azules infinitos que perduran en la memoria de quien se acerca a conocerlas. Cada isla griega tiene su peculiar arquitectura, mitología y amable hospitalidad. Cada isla es un sueño, o mejor, un deseo hecho realidad. Y si bien es difícil tener tiempo para recorrer muchas de ellas, hay algunas que son infaltables.

Las islas volcánicas del archipiélago de Santorini en el mar Egeo están repletas de encanto, con poblaciones de casas blancas y puertas y ventanas azules construidas al borde de precipicios. La isla principal, con forma de media luna, creada en torno a la caldera del volcán, llega a alturas de hasta 300 metros donde las casas se amontonan. De alguna forma Santorini todavía consigue sorprender con sus silenciosas esquinas y deleita con pequeñas iglesias y capillas escondidas. También es el hogar de algunas de las mejores bodegas del país, y sus frescos vinos blancos brillan al máximo acompañados de un plato de buen marisco local.

Junto a Santorini, la isla de Mikonos es la más visitada del país. Ubicada en el archipiélago de las islas Cícladas, en el mar Egeo, se destaca por sus excelentes playas, su agitada vida nocturna y por ser un sirio amigable para la comunidad gay. De acuerdo a la mitología griega, en esta isla se libró la batalla entre Zeus y los Gigantes. Además, se pueden visitar el Museo Arqueológico y el Museo Folclórico, entre otras atracciones.

Los amantes de la arqueología tienen difícil la elección, pero algunas islas imprescindibles en su bitácora de viajes como Creta, Delos, Cárpatos o Samotracia. De todas estas, Creta, la más grande del país, es famosa por ser la cuna de la primera gran civilización de Europa, la minoica, de la que apenas se sabía nada hasta que a principios del siglo XX Sir Arthur Evans descubrió el palacio de Cnosos y bautizó la civilización con el nombre de su legendario rey Minos. Junto con Cnosos son de visita imprescindible otros tres monumentos minoicos del centro de la isla: Festos, Agia Triada y Malia. En Creta hay además yacimientos arqueológicos, fortalezas venecianas, mezquitas turcas e iglesias bizantinas que se completan con una naturaleza espectacular que alterna montañas, playas, colinas cubiertas de olivares, viñedos y flores silvestres.

Otra que no falta en ninguna agenda de un buen viajero es Rodas. Su centro histórico medieval, con más de 2 mil años de historia, y sus playas paradisiacas atrapan. Desde las bulliciosas calles y la vida nocturna de Faliraki, a los verdes bosques del interior, las bahías turquesas y las sorprendentes aldeas encaladasorganizadas en cascadas que bajan a las playas doradas, a los visitantes no les faltan opciones que explorar. Esta isla también presume de una dinámica cultura y un rico patrimonio que se remonta al menos al siglo XVI a.C. Para explorar esta vívida historia hay que recorrer 55 kilómetros desde Rodas hasta  la ciudad de Lindos, uno de los pueblos medievales más impresionantes del mediterráneo. Una sorprendente acrópolis, coronada por un increíble castillo defensor, hace guardia sobre el pueblo mientras que impresionantes frescos en varias iglesias cercanas enamoran aún más a los visitantes.

Destaca del resto de las islas por la naturaleza especialmente hermosa y rebosante de vegetación, la isla de Skiathos está situada frente al Monte Pilion y el norte de la gran isla de Eubea. En el puerto de la ciudad están los yates más lujosos en circulación y su paseo marítimo es el más concurrido de toda Grecia, por los personajes de la jet set internacional. En tanto, Zakynthos guarda una costa salvaje, de rocas y mar embravecido en el norte, pero en el sur, todo es más relajante. Y la vedette de la zona son sus Cuevas azules, quizás, el monumento natural más bello de Grecia al que sólo se accede por embarcaciones preparadas para ello. Pero Zakynthos es, además, el hogar de una especie de tortuga marina en extinción: la Caretta-Caretta, protegida nacional e internacionalmente.

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