Habitada ancestralmente por varias tribus de origen pámpido y amazónico, Formosa ofrece para esta época del año, cuando el calor comienza a dejarle lugar a las temperaturas más agradables, excursiones en los parques nacionales Pilcomayo y Formosa, travesías náuticas y visitas guiadas por el bañado La Estrella, entre otras actividades.
Con origen del español antiguo fermosa, que significa “hermosa” y que habría sido dado por los conquistadores de esa nación europea, la provincia, conocida como “el Imperio del Verde”, tiene infinidad de rincones naturales para conocer, a la vez que sus clásicas Fiesta del Pomelo y Fiesta de la Corvina atraen cada año a miles de visitantes. Con un pasado bien arraigado en los pueblos originarios, de las mil aves que tiene el país, uno puede avistar a más de la mitad en este territorio, entre las que se destacan las más fotogénicas como el carpintero o el loro hablador.
El bañado La Estrella, a 340 kilómetros de la capital provincial por la ruta nacional 11, con su acceso principal en Las Lomitas, ofrece al visitante un fondo vegetal de colores verdes y amarillentos y en sus cursos de agua se pueden ver pequeños peces, cardúmenes de sábalos, aves como las garzas blanca, mora y rosada, la cigüeña, el ñandú, el mbiguá, y ocasionalmente alguna cariyú. Donde hubo un bosque nativo de quebracho blanco y colorado, palo santo y algarrobo se multiplicaron enredaderas y plantas acuáticas. Y además de las aves zancudas, comparten territorio allí los lobitos de río, yacarés, vizcachas, carpinchos y osos hormigueros. En este sitio se pueden realizar caminatas, cabalgatas, canotaje y travesías en piraguas, así como también, vuelos en avionetas. Las localidades más cercanas son Las Lomitas, a 40 kilómetros y donde están los mejores alojamientos, y Fortín La Soledad, población pequeña a 80 kilómetros de Las Lomitas.
Otra de las opciones es el Parque Nacional Río Pilcomayo, a 177 kilómetros de la ciudad de Formosa, que tiene una extensión de algo más de 47 mil hectáreas y protege un área donde predominan esteros, bañados y sabanas de palma blanca o caranday. Llamado por sus primeros habitantes satalik lateday, que en lengua toba significaría espejo de aguas claras, todo este espacio situado hacia el noroeste de la provincia fue instituido en el año 1951 como parque nacional, con el objeto de proteger pastizales, esteros, cañadas, lagunas y selvas en galería típicos de la eco-región del chaco húmedo y oriental. A orillas del río que le da nombre y al límite con la República del Paraguay, resalta entre la Lista de los Humedales de Importancia Internacional.
En este ambiente, donde habitan yacarés, el ciervo de los pantanos, el oso hormiguero, o el roedor más grande del mundo como el carpincho, se podrá disfrutar de senderismo y avistaje de aves entre otras actividades. Al parque se llega partiendo desde la capital por Ruta Nacional Nº 11 que la une con Clorinda. Una vez allí, se debe tomar la Ruta Nº 86 y transitar por ella hasta dar con la localidad de Naick Neck. Desde aquí, recorrer unos 4 kilómetros por un camino vecinal para arribar a la seccional de Guardaparques Laguna Blanca.
Formosa también propone visitar Misión Laishí, a 61 kilómetros al sur de la capital: un antiguo paraje fundado por el sacerdote Pedro Iturralde, en 1901, y lleva el nombre del Santo Patrono de la Orden y del Cacique Toba llamado “Laishí”, quien dominaba a toda esta región antes de la conquista del Chaco. En cada uno de estos lugares el servicio de gastronomía es variado y se caracteriza por su regionalidad, ya que ofrece comidas típicas de la zona, sopas paraguayas, asado a la estaca y borí borí de gallina entre otras.
En tanto, a escasos kilómetros de Formosa Capital, un lugar de ensueño y donde la naturaleza y la serenidad también reinan, es la Reserva de Biosfera Laguna Oca, ubicada a orillas del Río Paraguay. Esta Reserva de la Biosfera, de unas 10 mil hectáreas, debe considerarse la primera situada muy próxima a una urbe. Allí el agua se pasea por todo el predio, en forma de lagunas, deltas, y algunos brazos del río propiciando el desarrollo de una flora acuática compuesta por camalotes, pajonales y pirizales. Alejados de la costa, los bosques en galería invitan a emprender una caminata, cámara en mano, para poder captar la quietud que por momentos logra el lugar.