Baco, Dionisio y Osiris supieron representar para la cultura romana, griega y egipcia, respectivamente, al Dios del Vino. Pero más allá de las creencias y las geografías de origen, el néctar de uva se expandió y popularizó a lo largo y ancho del mundo, hasta llegar a la Argentina y convertirse en Bebida Nacional.
Los conocedores del tema afirman que la historia del vino se remonta al año 6.000 a.C, al sur de la zona del Cáucaso, entre lo que hoy se conoce como Georgia, Turquía, Armenia e Irán y luego se popularizó en Egipto, Roma y Grecia. Y aunque las tradiciones cambiaron a lo largo de los siglos y se modificaron según las culturas, algo une al pasado y el presente: el vino seguirá siendo una parte fundamental de la cultura humana. Pero, ¿qué es lo que hay que saber para disfrutar a pleno de las Rutas del Vino?
Las Rutas del Vino son circuitos turístico-gastronómicos, que permiten recorrer distintas bodegas y conocer cómo es el proceso de creación, desde la uva hasta la barrica. En estas actividades se puede observar, comprender y conocer mejor la historia, el desarrollo y el funcionamiento actual de la actividad vitivinícola.
En el caso de Argentina, las dos principales Rutas del Vino son la de Mendoza, con el Malbec como emblema; y la de Cafayate, en la provincia de Salta, que tiene al vino torrontés como principal protagonista.
Las zonas de Maipú y Luján de Cuyo, son de las más elegidas por los viajeros. Entre olivares, frutales y viñedos se encuentran bodegas artesanales, como Cavas de Don Arturo y San Huberto (entre otras), como así también las “industriales”, tales como Vistandes, Florio o López. También, en esta zona se encuentran las fábricas de aceite de oliva: Laur y Pasrai, apreciando siempre como fondo las montañas nevadas del Cordón del Plata.