Jardines de estilo neoclásico, escaleras iluminadas en forma natural, salas de grandes dimensiones, mármoles, madera con dorado a la hoja y gabinetes chinos de laca, son algunos de los sellos franceses que caracterizan al Palacio Bosch, la residencia del embajador de Estados Unidos en Buenos Aires.
Las grandes dimensiones de los salones de baile y de música, de la biblioteca, del comedor principal con capacidad para 30 invitados, y una araña de 2,5 metros de altura, también reflejan las características de la imponente, sólida y sobria arquitectura elegida por Estados Unidos para sus sedes diplomáticas a principios del Siglo XX.
El Palacio Bosch, que tiene casi 4.000 metros cubiertos desarrollados en un predio de 7.000 metros cuadrados, cuenta con una gran superficie verde donde hay un quincho, una huerta y una cancha de tenis. La construcción de este edificio señorial, que demandó más de cinco años de arduas tareas, fue encargada por el diplomático del gobierno argentino Ernesto Bosch y su esposa, Elisa de Alvear, en 1912.
Los mobiliarios, si bien fueron restaurados, mantienen el mismo estilo con el que fueron concebidos y creados por la casa de decoración Carlian, que puso especial énfasis en recrear los ambientes europeos mediante grandes chimeneas, paredes de piedra simil París hechas por artesanos italianos y pisos de roble de eslavonia.