La pequeña ciudad de Matera, en Italia es una de las que mayor cantidad de viviendas Airbnb por número de habitantes. Y con sus viejas murallas y su paisaje tiene un aspecto tan antiguo que en esta localidad se rodaron varias películas bíblicas. Declarada Patrimonio Mundial UNESCO en 1993, tuvo un pico de popularidad en 2004, cuando Mel Gibson la eligió como locación para rodar La pasión de Cristo.
Ahora, el resto del mundo debería descubrir Matera, que como Alepo en Siria es una de las ciudades más antiguas del planeta. Junto con la ciudad búlgara de Plovdiv, Matera fue elegida Capital Europea de la Cultura 2019. Y eso, sin duda, le dio un nuevo impulso para la llegada del turismo.
Pero hubo más. el empujón de la película James Bond: Sin tiempo para morir, que arranca la trama en varias ubicaciones de su casco histórico. Un compendio que estímulos que hace que la visita sea muy deseada.
Conocida como “la segunda Belén”, sus construcciones típicas, conocidas como “sassi”, tienen más de 9000 años de historia. La Via Duomo es la calle más socorrida para salir del entorno de la catedral y para adentrarse en lo que se podría llamar la Matera más civilizada del Casco Antiguo. Las plazas Sedile y San Francesco son dos estimulantes explanadas en las que la vida se expande, ofreciendo oxígeno al claustrofóbico y coto privado a las terrazas.
A solo 80 kilómetros de Bari, la capital de Puglia, y ubicada sobre el mar Adriático, es perfecta para pasar un día sin rumbo definido, entre iglesias rupestres, viviendas, construcciones convertidas en hoteles boutique y restaurantes.
La Cattedrale di Matera, construida en 1270, por fuera es austera y por dentro despliega su esplendor bizantino, con frescos y esculturas. Por el Parco della Murgia Materana, el pulmón verde que está junto a la ciudad, hay diversas caminatas para descubrir construcciones antiguas.
Los límites del casco histórico están protegidos por un castillo y por otra plaza, la de Vittorio Emanuelle. Este sitio es mucho más que un elemento urbanístico clave. Aquí se ubica el Palumbaro Lungo, un conjunto de cisternas construido en el siglo XVI con las que se recogía y se distribuía el agua por toda la ciudad.