viernes, 6 diciembre, 2024
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Razones para enamorarse de La Habana

Para conocer La Habana, hay que caminar y caminar. Más allá de lo que indiquen los mapas, lo ideal es tener tiempo y paciencia para perderse entre las calles del centro histórico, olvidarse de prejuicios y dejarse llevar. En 2019 se celebraron 500 años del día en que colonizadores españoles fundaron San Cristóbal de La Habana (16 de noviembre de 1519), la emblemática capital de Cuba, que superó embates de piratas, corsarios y le dio batalla hasta huracanes, tiene a cada paso una joya para descubrir. El centro histórico, donde plazas, iglesias, palacios y los estrechos callejones adoquinados resistieron cinco siglos, es un pequeño barrio de 242 manzanas y más de 3 mil edificios señoriales.

El turismo es clave para Cuba: la segunda mayor categoría de su producto interno bruto (PIB) y la segunda fuente de divisas. Pese a las reiteradas crisis que atraviesa, en parte consecuencia del bloqueo impuesto por Estados Unidos, desde hace unos años Cuba revivió, y La Habana es el corazón que late en esa isla.

Paseando por estas calles se encuentran lugares e historias increíbles, como el Callejón de los Peluqueros, bohemio y con mucho encanto. Cuando entres por este Callejón encontrarás una puerta, siempre abierta, para llegar al Museo de los Peluqueros donde verás curiosos y antaños objetos de este oficio. Si te aventureras a llevarte un cambio de look, podés pasar por un bello salón donde antiguos relojes, cajas registradoras y viejos sillones de barberías, forman parte del decorado del salón.

Otra local que todos los viajeros suelen fotografiar es la farmacia Taquechel, una antigua botica en la calle Obispo, restaurada en 1996. Museo farmacéutico y farmacia, se especializa en medicamentos homeopáticos. También es muy visitada la Casa de la Obra Pía, una antigua mansión noble española en la calle Mercaderes, convertida en museo y proyecto comu­nitario donde se venden tejidos elaborados por trabajadores de una cooperativa. 

Y siempre ligado a la producción local, otro sitio que atrae a los viajeros entre las coloridas calles, es la Fábrica de tabacoLa tradicional empresa de puros Partagás ofrece una visita guiada que permite adentrarse en todo el proceso de elaboración, desde el secado de las hojas hasta que llega a las manos de su cliente. Fundada en 1845, es una experiencia imperdible.

La Catedral, una de las más sobrias iglesias del barroco americano de 1748. (Agencia Xinhua)

Entre clásicos

Dependerá del tiempo que tengas en La Habana, para saber bien qué itinerario debes hacer. Pero como en toda capital, los sitios clásicos o más visitados van a estar en agenda. Uno de ellos es la famosa Plaza Vieja, con orden de creación emitida hacia 1559. Rodeada de edificios coloridos,  cervecerías y restaurantes, tiene en su centro una fuente que constituye una réplica en mármol de Carrara de la que antaño suministraba agua a los vecinos que utilizaban ese lugar para refrescarse en la época de calor, intercambiaban sobre las noticias más recientes o practicaban operaciones comerciales. También en un pasado, fue un lugar donde se vendían esclavos.

A dos cuadras de allí, se levanta otra de las plazas principales en las que se erigió la ciudad fundada en 1519 por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar. Esta se llama San Francisco de Asís y se encuentra frente a la antigua iglesia de San Cristóbal, hoy lugar que funciona como conservatorio de música clásica. Creada hacia 1628 por acuerdo del Cabildo para que sirviera como punto de abastecimiento de agua a las flotas, por su cercanía al puerto de La Habana, su función fue principalmente comercial.

Otra de las plazas que no pueden dejar de visitarse es la de Armas, lugar donde se fundó La Habana, Por su ubicación, cercana a la bahía, a la vitalidad de la calle Obispo, con bares y pequeños restaurantes, y al silencio de esa otra parte menos transitada de la ciudad, muchos turistas lo utilizan como punto de partida. En sus inicios, al estar asociada a los terrenos del Castillo de la Fuerza, tuvo una función predominantemente militar. Sin embargo, a finales del siglo VIII pasó a tener peso por su jerarquía administrativa con la construcción de los palacios de los Capitanes Generales.  Una curiosidad frente a este hermoso edificio de arquitectura barroca es la calle Tacón de adoquines de madera. Cuanta la leyenda que Miguel Tacón y Rosique, máxima autoridad de la Isla durante el dominio colonial español, los mandó a poner para que no lo despertasen, a él y a su mujer, los coches de caballos que pasaban durante la hora de la siesta.

También es imperdible la Plaza de la Catedral, que está rodeada por edificios icónicos de la arquitectura colonial, como la Catedral, una de las más sobrias iglesias del barroco americano de 1748 y por la que pasó el Papa Juan Pablo II en su histórica visita a Cuba en 1998. Se puede subir al campanario y desde allí tomar hermosas fotos. También se destacan en esta zona de restaurantes, la Casa del Márquez de Arcos o Palacio de los Condes de Casa Bayona, que alberga el Museo de Arte Colonial.

Finalmente, aunque menos conocida y visitada, está la Plaza del Cristo. En cuestión de pocos años, la antaño ignorada “quinta plaza” de La Habana Vieja se ha convertido en el lugar más candente, gracias a sus innovado­res bares y tiendas y conciertos ocasionales. Aun así, al estar algo apartada del centro histórico no se ha beneficiado aún de una reforma exhaustiva, lo que también, a cambio, forma parte de su encanto.

La Plaza Vieja está rodeada de edificios coloridos, cervecerías y restaurantes. (Agencia Xinhua)

Política y revolución

Fue en noviembre de 2016 cuando Fidel Castro, el histórico líder de la isla, falleció. Ya el poder estaba en manos de su hermano, Raúl. Pero desde 2019 quien comanda el país es Miguel Diáz-Canel, quien buscó dar algunos pasos más para abrirse al mundo. La política, sin duda, recorre cada esquina de la capital cubana.

Y si de signos relacionados con la política se trata, a un par de cuadras de la Plaza de Armas y por la famosa calle Obispo (repleta de galerías de arte, tiendas, bares musicales y gente) se llega hasta el Capitolio Nacional que, curiosamente, tiene muchas similitudes con el de Washington, aunque es un metro más alto y más ancho. El edificio, que fue inaugurado en 1929 con el objetivo de ser la sede de las dos cámaras del Congreso de Cuba, terminó de ser restaurado hace poco tiempo, y recuperó el esplendor perdido tras la llegada de la revolución, que en 1959 decidió disolverlo.

En el interior de la construcción se destaca una escalera de granito con 16 metros de ancho y 55 pasos que desemboca en la Portada Principal, que está escoltada por dos esculturas en bronce del artista italiano Angelo Zanelli. La de la izquierda simboliza el trabajo, y la de la derecha, la virtud tutelar del pueblo.  El Salón de los Pasos Perdidos, de 120 metros de largo, la cúpula y una escultura que representa La República y que mide 15 metros de alto, son otros de los atractivos de este edificio.

De allí, se puede caminar unos 500 metros hasta el Memorial Granma, la plaza contigua al Museo de la Revolución, donde hay diversos objetos relacionados con la revolución cubana: aviones, un tanque utilizado en la bahía de Cochinos y el yate Granma, entre otros. El Museo, en tanto, fue el antiguo Palacio Presidencial, que permaneció ocupado entre 1920 y 1960, y que en la actualidad cuenta con fotos, documentos, armas y objetos que exaltan la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Alejado del casco histórico pero relacionado con la vida política local está la mítica Plaza de la Revolución, una de las más grandes del mundo, en donde reúne al pueblo en marchas multitudinarias todos los 1º de mayo y donde se rinde homenaje entre otros a Fidel. La explanada se encuentra rodeada por la sede del Ministerio del Interior que muestra en su fachada una imagen del Che Guevara. Otro de las edificaciones cercanas es el Ministerio de Informática y Comunicaciones que exhibe la imagen del héroe de la revolución, Camilo Cienfuegos. Ambas son fotos clásicas para los turistas. También se puede visitar el monumento José Martí, el punto más alto de la ciudad, y un museo.

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