Pese a que República Checa es un país que solo existe desde 1993, sabe exhibir muy bien su emocionante historia. Denominada “la ciudad dorada”, Praga es considerada como una de las metrópolis más hermosas del mundo y su cultura e historia están en cada rincón de las calles y en la gente. Es bella, romántica, bohemia y, sobre todo, ordenada.
El hijo favorito de Praga es, sin duda, el escritor Franz Kafka, conocido por muchos como el autor de la pequeña novela perteneciente al género del realismo mágico: “La Metamorfosis”. Aunque pasaron muchos años hasta que se reivindique su figura, algo que se dio recién en las últimos dos décadas.
Un paso en este sentido fue la estatua creada en 2003. De 3,75 metros de altura y 800 kilos de peso, fue realizada por Jaroslav Rona tras haber sido el ganador de un concurso entre los más prestigiosos artistas checos para realizar este memorial.
Esta escultura muestra a un cuerpo vacío de un hombre, sólo con chaqueta y pantalones, sobre cuyos hombros aparece sentada la figura de Franz Kafka, y quiere representar la separación espiritual que el escritor checo muestra en sus obras.
La estatua está situada en un lugar donde residió Kafka, pero también muy emblemático de la ciudad de Praga, en el límite entre los distritos del Barrio Judío Josefov y la Ciudad Vieja Stare Mesto, punto en el que convergen tres religiones, la judía, la católica y la protestante.