jueves, 5 diciembre, 2024
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Una escapada a la Isla Paulino

En el partido de Berisso, al noreste de la provincia de Buenos Aires, 20 kilómetros separan “la isla” de La Plata. Está allí desde 1887, cuando Paulino Pagani llegó de Lombardía para trabajar en la apertura del canal Santiago, que dividió en dos el territorio. Cuenta la historia que el hombre, que trabajó de capataz en la construcción del Puerto La Plata, puso un almacén del lado izquierdo, hasta que un día lo desalojaron y se cruzó enfrente, al suelo que había quedado a la derecha. La Isla Paulino pertenecía a la Isla Santiago, de Ensenada, hasta esa división.

Hoy, en esta tierra donde viven unas pocas familias, los visitantes llegan para conocer su naturaleza y la cultura de los inmigrantes, y refugiarse de la vorágine del asfalto. Caminando, sin prisa y con cámara de foto en mano, se puede pasar allí una tarde agradable y en familia.

Una gran variedad de aves sobrevuelan las costas y en algunos casos acompañan la pequeña embarcación por lo que es habitual el avistaje de aves como el biguá, gaviotas, garza mora o macá grande.

En tierra firme, se descubre un tupido monte ribereño que deslumbra por su variedad de flores, pájaros y mariposas. Por eso aunque solo sean unos 500 metros los que separan el embarcadero de la playa, la caminata lleva unas dos horas, tiempo necesario para explorar distintos sectores colonizados por el pajonal ceibal que entre noviembre y febrero tonaliza con distintas gamas de rojo el paisaje.

Al final del camino, los turistas se encuentran con una playa ancha y una escollera de unos mil metros desde la que se divisa las costas de Berisso y Magdalena.

Los amantes de la pesca también encontrarán una buena oportunidad para “tirar las líneas” en busca de bogas y dorados, peces que salen por esta época porque, según cuentan los lugareños, el río está en buen estado.

Según la historia, entre los años 20 y 30, la isla era muy pujante. De hecho, alrededor de 400 inmigrantes se asentaron en casas humildes con paredes de zinc. Con muchos sueños sobre sus espaldas, los isleños cultivaron verduras, frutas, flores y hasta viñedos. Pero eso fue cambiando, y como un goteo se llegó a esta actualidad en la que 15 familias (de acuerdo a sus propios cálculos) viven en medio de ese silencio semanal.

Algunos de ellos, en medio de los mitos o recuerdos, vaya uno a saber, relatan visitas históricas como la del famoso periodista Haroldo Conti, hace unos 40 años. Más allá que nadie lo vio, del escritor nacido en Chacabuco y desaparecido por la última dictadura cívico-militar queda un registro: una crónica sobre la isla que publicó en la revista Crisis, titulada “Tristezas del vino de la costa o la parva muerte de la Isla Paulino”.

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Cómo llegar

La forma más fácil de llegar es por las lanchas colectivas que desde un pequeño embarcadero de Berisso. Otros viajan por tierra hasta la isla Santiago, que queda enfrente de la Paulino, y luego cruzan en una lanchita.

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