Mezcla de mar, morros y urbe, y también con su espléndido capital cultural fruto de la historia brasileña y de la infinidad de extranjeros que transitan sus playas, Río de Janeiro es una de esas ciudades que siempre atrapan al viajero. Lo tiene todo y lo comparte con el turista, no se guarda nada.
Conocida mundialmente por sus majestuosos carnavales, Río, la segunda ciudad más populosa de Brasil con una población -en la región metropolitana- de casi 12 millones de habitantes, es un lugar para visitar durante todo el año. Pero en esta época, sin duda, aporta a su arena extensa y agua cálida, el verde intenso de sus morros en contraste con el cielo celeste, y por la noche la paleta de colores que aportan las plumas de su tradicional fiesta.
La franja balnearia, un cordón que abarca el área de Copacabana, Ipanema, Leblon y Barra de Tijuca, en la zona sur, es la referencia para aplacar el calor, bañarse, surfear, caminar o simplemente descansar en las playas. Con sus pisos blancos y negros sobre la avenida Atlântica, Copacabana es el barrio carioca más emblemático. Además de disfrutar de su playa durante el día, por la noche los paradores y bares de playa son una gran opción para cenar junto al mar. Ipanema, en tanto, popularizada por Tom Jobim en su famosa canción Garota de Ipanema, es una de las zonas más glamorosas, al punto que sobre la avenida Vieira Souto se alzan los inmuebles más caros de América latina. Ofrece una amplia variedad de cafés, restós, boutiques y discotecas. Mientras que en Leblon vive la clase alta carioca.
Entre los clásicos para visitar está la estatua del Cristo Redentor. Para llegar a la cima de la montaña, se puede utilizar el Tren Corcovado y observar las impresionantes vistas mientras se atraviesa el Bosque Nacional Tijuca. Inaugurado en 1931, el monumento de 38 metros y 1145 toneladas de granito es uno de los íconos representativos de Río, a quien contempla desde lo alto. Elegido por la Unesco en 2007 como una de las siete maravillas del mundo moderno, la obra se divisa desde toda la metrópoli. El viaje dura aproximadamente 20 minutos y en temporada alta explota de gente.
El Pan de Azúcar es otra de las atracciones emblemáticas. Este morro, al que se accede a través de un teleférico llamado bondinho, es uno de los puntos más turísticos, ya que desde allí se aprecian las mejores vistas de la ciudad, el océano Atlántico y la Bahía de Guanabara. Como un hito natural, recuerda a los navegantes que llegan a la bahía y como un hito geológico, recuerda acerca de la historia del planeta. Hay varias opciones para aquellos que quieran visitar el Pan de Azúcar, tal como obtener un Billete de Oro (que otorga a los visitantes la posibilidad de tener una recepción especial en el salón y acceso preferencial en las estaciones restantes); o realizar un “paseo entre bastidores” para visitar la historia del famoso teleférico del Pan de Azúcar o para reservar un tour histórico, entre otros.
Al oeste se extiende la playa más larga del Estado de Río de Janeiro. La zona de Barra da Tijuca cuenta con grandes hoteles y una amplia variedad de restaurantes para quienes prefieren alojarse en las afueras del centro de la ciudad. Una opción es hacer recorrer su bosque en jeep y así apreciar una serie de lugares históricos rodeados de naturaleza, como la Vista China, la Mesa Del Emperador, además de muchas cascadas y senderos para caminar.
A puro ritmo
En la zona noroeste, la cita obligada es el mítico estadio Maracaná. Desde el preciso momento en que se sale del Metro, la imagen de Garrincha y Zico pintados en la pared debajo del puente de ingreso al gigante de cemento emocionan al futbolero. A las espaldas queda el morro de Mangueira, favela distinguida por su “escola de samba”. Respecto a las emblemáticas favelas de Río, hay fiestas y tours armados a su interior.
Pero si de música y baile se trata, los cinco días de carnaval son el momento ideal y esperado por turistas de todo el mundo. Disfraces, carrozas y mucho color son los ingredientes centrales de la megafiesta. Las escuelas de samba, con hasta 5 mil participantes, son la auténtica alma de un carnaval que atrae a millones de personas en el inmenso sambódromo (550 metros) del Marqués de Sapucaí. Hay que tener en cuenta que las mejores localidades suelen ser muy buscadas -los mejores días son el domingo y el lunes- y se agotan con cierta facilidad, por lo que adquirir una a última hora puede resultar caro.
Finalmente, otro sitio para visitar estando en Río es el Barrio de Lapa. Es el hogar de Arcos da Lapa, un impresionante acueducto construido a mediados del siglo XVIII por las autoridades coloniales. Es el principal símbolo del barrio bohemio con mucha historia, restaurantes y lugares para bailar, incluida la tradicional samba brasileña. La popular Escalera de Selarón se encuentra en Lapa y es un conjunto de escalones mundialmente famosos en Río de Janeiro. Son obra del artista nacido en Chile Jorge Selarón, quien lo denominó como un “homenaje al pueblo brasileño”. Cuando vivió en Brasil, el artista dedicó su vida a embellecer su vecindario en Lapa con azulejos pintados que coleccionó.