La República de Moldavia se conoce popularmente como el paraíso del vino dada su ancestral tradición en la elaboración de lo que ellos llaman “la bebida sagrada”. Y si hay un lugar en el país que alberga el santo grial, ese es Milestii Mici, una bodega situada a unos 20 kilómetros de la capital, Chisinau, entre Rumania y Ucrania, cuya fundación data de 1969.
La bautizada como “Colección Dorada” de esta bodega, con 200 kilómetros de corredores y alrededor de un millón y medio de botellas, fue registrada en 2005 en el Libro Guinness de los Récords como la colección de vinos más grande del mundo. Sus vinos se exportan a Suecia, Japón, Estados Unidos, Reino Unido, la República Checa, Polonia, Grecia, Alemania, Dinamarca y Finlandia, entre otros países.
Del total, unos 55 kilómetros se utilizan como bodega que almacena, conserva y madura vinos de alta calidad -las mejores cosechas del país-. Los artículos más valiosos aquellos que se produjeron en 1973-74 y cuyas botellas tienen un precio aproximado a los 500 euros.
Al llegar al lugar, las instalaciones sorprenden con sus dos grandes fuentes que vierten simultáneamente vino blanco y tinto en distintas copas, todo un adelanto de lo que espera al visitante que se adentre en estas cuevas que guardan entre sus muros historia, tradición, cultura y por supuesto mucho vino.
La enorme bodega alberga cerca de dos millones de botellas, más del 70% de los vinos almacenados son tintos, el 20% son blancos y alrededor del 10% son vinos dulces que se conservan a una temperatura constante de entre 12 y 14 grados centígrados y una humedad relativa del 85-95%.
Ubicada en una antigua mina de piedra caliza que cerró en los años 60, la visita promete descubrir toda una ciudad subterránea donde ha sido necesario hacer carreteras con señalización y dar nombre a sus calles para facilitar el recorrido en coche, bicicleta o a pie. Lo ideal, cuentan, es moverse sin prisa y perderse en los callejones oscuros, nombrados como algunos tipos de vinos como Cabernet, Aligote o Feteasca. A cada visitante se le proporciona un mapa de las galerías sellado con cera roja. Y además, puedes comprar una botella de vino cuya etiqueta vaya personalizada con dicho mapa.
Finalizada la visita a las bodegas, se pasa a la sala de degustación, fresquita en verano y calentada por el fuego de la chimenea en invierno. Todos los vinos se producen siguiendo las antiguas tradiciones moldavas, pues ostentan el título de Patrimonio Nacional y Cultura de la República de Moldavia.