La colonización española sobre el territorio latinoamericano duró más de 300 años. Un viaje en el tiempo a través de majestuosas plazas con recovas y calles empedradas, palacios, mansiones e iglesias centenarias, nos permite descubrir ciudades que parecen haber quedado detenidas en el tiempo. A cientos de años de la independencia de los pueblos, la arquitectura colonial es uno de los pocos registros históricos que aún permanecen de esta época. Y como si fuera un imán, no deja de atraer a viajeros que andan por el continente en busca de colores y sensaciones únicas.
CARTAGENA DE INDIAS
Fundada en 1533 por el madrileño Pedro de Heredia, es un destino en el que uno puede respirar la historia de la época colonial en medio de casas pintadas de diferentes colores claros, balcones con detalles de madera y flores decorativas, iglesias de más de 300 años y callecitas angostas y adoquinadas.
Codiciada por los piratas y los ingleses, “la ciudad amurallada” fue blanco de varios enemigos durante la época colonial. Tanto es así que los monarcas españoles decidieron crear una muralla a su alrededor para evitar la inserción de intrusos en su zona de conquista convirtiéndola en la ciudad más fortificada de América del Sur y el Caribe.
Actualmente conmemora la independencia de España de 1811 con la fiesta nacional de Colombia, que comienza el 11 de noviembre de cada año y se extiende por cuatro días conocidos como las “Fiestas de Independencia”.
Admirar las casonas y palacetes más relevantes de la Cartagena Colonial, caminar sobre la gran muralla que tardó más de cien años en construirse – y que hoy sigue en pie- y aprovechar para disfrutar de un hermoso atardecer a los pies del océano son solo algunos de los planes sugeridos para hacer en esta hermosa ciudad.
QUITO
Además de ser el centro histórico más grande y mejor conservado del continente, la ecuatoriana Quito es el más antiguo sitio en ser declarado patrimonio de la Humanidad (1978). Construido a los pies del volcán Pichincha, conserva sus calles repletas de iglesias, monasterios y todo tipo de monumentos y se consagra como ciudad libre desde 1812.
Es un lugar ideal para recorrer a pie, sus calles peatonales invitan a perderse y encontrarse con rincones que roban el aliento, como la Plaza de la Independencia –o plaza Grande-, la plaza de San Francisco, la Catedral Metropolitana o Iglesia de la Compañía de Jesús, aclamada por su deslumbrante interior.
Además de estar ubicada en el medio de dos hemisferios, ya que es la única capital del mundo situada en la línea ecuatorial, Quito también es una de las ciudades más altas sobre el nivel del mar, ubicada a 2.800 metros de altura, lo que no solo le otorga a la ciudad grandes vistas, sino también un clima excepcional. Para los amantes de las vistas panorámicas, la ciudad ofrece innumerables miradores “que rozan el cielo”, siendo el Teleférico y sus 4.000 metros de altura el más imponente de todos.
COLONIA DE SACRAMENTO
Este pueblo uruguayo de pocas calles, casi todas empedradas, playas sobre el río, buena gastronomía y vida nocturna, es el lugar ideal para una escapada fugaz. Situada en la orilla este del Río de la Plata, la uruguaya Colonia del Sacramento fue fundada en 1680 por el portugués Manuel Lobo, lo que explica que el plano de su casco urbano sea de origen portugués.
A poco más de una hora en barco, los argentinos pueden disfrutar de este paisaje sereno y colonial, con un muy cuidado barrio histórico que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1995 y la fusión de culturas y estilos portugués, español, holandeses, franceses, suizos e italianos.
Se recomienda pasear por su muralla del siglo XVIII o recorrer sus avenidas en un automóvil antiguo. Por la noche, en la hora bruja, el empedrado de las calles se ilumina sutilmente con farolas, mientras aparecen grupos de música en vivo y gente bailando entre los coches que permiten se transportado a otra época. Dentro del casco hay diferentes secretos por descubrir. Uno de ellos, y donde cada viajero se toma la típica postal, es la famosa Calle de los Suspiros. Del siglo XVII, se encuentra rodeada de casas rosadas con techos de enmohecidas tejas.
POTOSÍ
“Vale un Potosí”. La expresión acuñada por Cervantes y que en la actualidad aún se escucha en las calles, ilustra a la perfección la riqueza que proporcionaban las minas de plata de esta ciudad de Bolivia a las arcas españolas.
Al igual que Quito, la boliviana Potosí es considerada una de las ciudades más altas del mundo teniendo en cuenta que se sitúa a una altura de 3.900 metros sobre el nivel del mar. Su superficie se extiende en la ladera del Cerro Rico en donde desde hace casi 500 años las minas de plata son explotadas diariamente. Estas son las mismas minas que durante la época colonial sirvieron para financiar no sólo al imperio español, sino también al Vaticano y a piratas ingleses, entre otros.
La ciudad boliviana vivió un pasado esplendoroso durante la época colonial y dio nombre a una moneda, el potosí. La huella de este periodo puede verse en la Casa de la Moneda que muestra la historia de una tierra de la que se extrajeron toneladas de plata. Sus calles ofrecen vestigios únicos de su opulento pasado como la catedral, la iglesia de San Lorenzo, el Arco de Cobija, la Torre de la Compañía o el convento de Santa Teresa.
OURO PRETO
El oro ha marcado la historia, la vida y hasta el nombre de esta pequeña ciudad brasilera del Estado de Minas Gerais de unos 70 mil habitantes. Ouro Preto (en castellano Oro Negro) fue una auténtica mina para los portugueses hasta mediados del siglo XVIII y en la actualidad cuenta con una gran herencia arquitectónica del siglo XVIII.
Su nombre procede de las minas de oro que explotó Portugal durante ese siglo. Agotadas las reservas áureas, hoy la ciudad vive del turismo y es patrimonio mundial desde 1980 por su espectacular arquitectura barroca. Entre sus calles estrechas, se combinan edificios de fachadas blancas, terrazas de terracota, fuentes, iglesias y puentes de gran belleza.
La ciudad alberga numerosos centros culturales, templos y edificios con la peculiar arquitectura de la zona. Y además, Ouro Preto es un buen punto de partida para visitar ciudades cercanas como Mariana o Tiradentes.
TRINIDAD
Tejados rojizos, calles empedradas y plazas adoquinadas, edificaciones de colores con enormes portones de madera, iglesias, música. Así es Trinidad, una de las ciudades coloniales mejor conservadas no sólo de Cuba sino de toda América.
Fue una de las primeras villas fundadas por los españoles en Cuba, en 1514, siglos después (en el XIX) prosperaría por esta zona la industria azucarera. Los terratenientes que se enriquecieron con este cultivo levantaron lujosas mansiones que permanecen intactas, como detenidas en el tiempo.
Por la mañana una opción es darse una vuelta por la playa Ancón, un pintoresco salto de agua a 10 km de la ciudad y una de las más atractivas zonas montañosas del archipiélago. Y por la tarde hay que dejarse llevar por los pies y visitar el Museo Municipal o el Romántico, la Plaza Mayor, la Iglesia Parroquial Santísima Trinidad o el conmovedor palacio de Cantero, con tres pisos y un mirador desde donde uno puede tomar la mejor fotografía de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988. Antes de partir, no olvide ir hasta el bar La Canchanchara y tomar un trago del mismo nombre: agua ardiente, miel y jugo de limón.
GRANADA
A poco más de 50 kilómetros de la capital Managua, se trata de la ciudad más antigua de Nicaragua, ya que fue fundada por el andaluz Francisco Hernández de Córdoba en 1524. El casco antiguo de Granada conserva muchos edificios que invitan a ser descubiertos de la forma más tradicional: en un carruaje tirado por caballos.
Quienes la visitan, ávidos de contemplar sus numerosas muestras de arquitectura colonial y neoclásica, suelen llamarla La Gran Sultana, por su apariencia morisca que la asemeja a la Granada española.
En el Parque Colón se encuentran la imponente Catedral y el Ayuntamiento. Es un buen punto de partida para un recorrido por la calle Calzada, repleta de casonas y villas coloniales de colores. Sus patios interiores, convertidos en auténticos jardines tropicales, son una visita imprescindible.
No hay que perderse el convento de San Francisco, con su fachada que parece una doble balaustrada colosal, ni su catedral de vistosos colores amarillo, rojo y blanco. Se puede subir al campanario y apreciar una vista maravillosa de la ciudad.
CUSCO
La ciudad del Cusco, ubicada en la cordillera de los Andes a 3.400 m.s.n.m., fue declarada Capital Histórica del Perú, siendo una muestra impresionante de alta ingeniería incaica que tuvo como principal herramienta a la piedra.
Del enfrentamiento del Imperio Inca y el Virreinato del Perú se nutre su historia, que mezcla preciosos edificios de la época de dominio español con impresionantes restos de la civilización precolombina, como los sillares de Sacsayhuaman. Es, además, la puerta de entrada al imponente Machu Picchu, la joya inca.
La Plaza de Armas de Cusco es de los rincones más impactantes de la América colonial. Rodeada de recovas y fachadas blancas y terracota con balcones de madera, cuenta con edificios tan emblemáticos como la Catedral, el convento de Santo Domingo y la iglesia de los Jesuitas.