miércoles, 24 julio, 2024
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Una ventana a los Valles Calchaquíes

Sobre la legendaria Ruta 40, catorce kilómetros al norte de Santa María de Yokavil, cabecera del departamento del mismo nombre, Fuerte Quemado es el último poblado al norte de Catamarca, en el límite con Tucumán. En uno de sus cerros, por una “ventanita” de piedra se cuela el primer sol de invierno, sintetizando el valor arqueológico de los Valles Calchaquíes y una de las razones para no dejar de visitar este sitio único.

En Fuerte Quemado las calles son estrechas y la mismísima Ruta 40 le atraviesa cual si fuera un sendero más, contagiando al visitante con el andar cotidiano de un pueblo del noroeste argentino. Las casas son altas construcciones de adobe, que son un fiel testimonio de una arquitectura barroca colonial que, con la nobleza del barro y la paja, supo resguardar ancestralmente a los pobladores de la rigurosa amplitud térmica y de los movimientos sísmicos de la región.

Fuerte Quemado forma parte de los Valles Calchaquíes, que a lo largo de 520 kilómetros contiene valles y montañas de Salta, Tucumán y Catamarca; y constituyen uno de los sistemas naturales predilectos de los turistas que recorren la Argentina.

Patrimonio Histórico Provincial, Fuerte Quemado cuenta con un conjunto de ruinas en piedra, característico de los Valles Calchaquíes, que está ubicado a un kilómetro y medio de la Ruta 40 y que se conserva sin alteraciones, como sitio arqueológico de una riqueza invaluable. Se estima que Fuerte Quemado fue uno de los enclaves precolombinos más importantes de la región. Quienes llegan por el lugar, pueden recorrer el antiguo pucará y las bocaminas o socavones, de donde se extraía oro, plata y cobre; y también los escoriales de las fundiciones.

Estas ruinas ocupan una superficie aproximada de un kilómetro cuadrado, en la margen izquierda del río. Alrededor, abundan bosques de algarrobos, chañares, tuscas, jarillas y retamas. Las construcciones pertenecerían a los acalianes, que eran diaguitas, y que habrían habitado estas tierras por más de cinco siglos dejaron su huella imborrable.

Fuerte Quemado forma parte de los Valles Calchaquíes.

La población de Fuerte Quemado no supera el medio millar de habitantes. Los relatos históricos refieren como primeros pobladores a los pueblos originarios acalianes, del período agro alfarero tardío, que supieron habitarle por cientos entre los años 850 y 1400 d.c.; hasta la llegada del Inca, que venía bajando desde el “Qosqo”, actual Cusco, Perú.

La “Ventanita” o “Intiwatana” llegó con el Inca. Se trata de un arco o portal de piedra, que se encuentra sobre la punta de un cerro, con un ojo que permite ver directamente el amanecer y por donde, de manera perfecta, cada 21 de junio, con el solsticio de invierno se cuela el primer sol de la estación; lo que los pueblos originarios llaman el “Inti Raymi”.

Ubicada a unos 300 metros por encima del nivel del río, “la ventanita” está construida por pircas de piedra y desde allí, además, se puede observar todo el valle de Yokavil, la población de Fuerte Quemado y sus cultivos, el río Santa María y en el horizonte, las cadenas montañosas de la región: un tesoro para los gustosos de cautivar la belleza en fotografías.

Patrimonio Histórico Provincial, Fuerte Quemado cuenta con un conjunto de ruinas en piedra, característico de los Valles Calchaquíes, que está ubicado a un kilómetro y medio de la Ruta 40 y que se conserva sin alteraciones, como sitio arqueológico de una riqueza invaluable. Se estima que fue uno de los enclaves precolombinos más importantes de la región. Quienes llegan por el lugar, pueden recorrer el antiguo pucará y las bocaminas o socavones, de donde se extraía oro, plata y cobre; y también los escoriales de las fundiciones.

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