Entre mongoles, vikingos, zares, bolcheviques y comunistas, Rusia, el noveno país más extenso del mundo, ha conseguido a lo largo de su vida una rica y diversa historia. De su legado quedó un brillante patrimonio cultural e intelectual que, junto a unos paisajes naturales alucinantes, desde la tundra siberiana a los bosques Urales pasando por la península volcánica de Kamchatka, entre otras maravillas, hacen de este país (el noveno en población con más de 146 millones de habitantes) un destino turístico fascinante.
Rusia, que limita con dieciséis naciones y tiene once zonas horarias, es el resultado de los vaivenes políticos de sus mandatarios, como Lenin, Stalin, Gorbachov, Yeltsin o Putin, y de una historia llena de luces y sombras de las que siempre salió adelante con una nueva revolución.
MOSCÚ

La megalópolis de más de 12 millones de habitantes, con mil años de historia, es la única ciudad rusa en la que el Mundial 2018 se disputó en dos estadios, el Luzhniki y el Spartak. No es sólo la capital del país más grande del planeta, es el corazón de dos continentes, la gran puerta de entrada a todas “las rusias” que se extienden por su vasto territorio. De hecho, el escritor Gabriel García Márquez la describía como “la aldea más grande del mundo”. Y aunque la ciudad que el colombiano conoció dista bastante de la que es ahora, sigue resultando desconcertante.
Moscú pasó a ser capital de Rusia en el XV, en la época de Iván el Terrible, a perder ese estatus en manos de San Petersburgo. Sin embargo, tras la revolución de 1917 se convirtió en la capital del primer estado comunista, la URSS, y por primera vez se creó un plan urbanístico en 1935. Hoy en día es la capital de la Federación Rusa, un país moderno, civilizado que recurada con cariño y mantiene cuidadosamente su pasado que representan los diversos monumentos.
Algunos de ellos son la Plaza Roja, las bellas iglesias ortodoxas y monasterios y una mezquita gigantesca. Además tiene grandes museos, como la Galería Tretyakov y el Pushkin, el de Historia de la Ciudad o el de la Cosmonáutica. Atravesada por el río Moskvá, navegable, no puede dejar de visitarse el metro de la ciudad, «el palacio del pueblo», tres de cuyas estaciones son patrimonio de la Unesco; la catedral de San Basilio, el parque Gorki, o el Teatro Bolshoi, un icono de la cultura rusa.
NIZHNI NOVGOROD

Fundada en la confluencia de los dos ríos más largos e importantes de la parte histórica de Rusia, Nizhni Novgorod, ubicada a 420 kilómetro de Moscú, ha crecido a lo largo de las dos orillas del Oká, pero sólo sobre la margen derecha del Volga, que hizo durante siglos de frontera natural al país por estas latitudes.
Con 1.250.000 habitantes, todavía hoy se puede sentir la grandeza del paisaje de Nizhni, como la llaman sus habitantes, al pasear por la monumental Avenida Fluvial Alta del Volga, o al detenerse en el mirador de la imponente escalera Chkálov, que baja en forma de un enorme número ocho desde los muros del Kremlin medieval hasta la orilla del río “madre de Rusia”. Fundada en 1221, poco antes de la invasión mongola, la quinta ciudad más poblada del país presume de tener una gran riqueza arquitectónica en perfecto estado de conservación, desde su kremlin (ciudadela o fortaleza) hasta los edificios que se alzan a ambos lados de la calle Bolsháia Pokróvskaia.
Uno de los imperdibles de la tradición del arte sacro bizantino es la catedral de Alexander Nevsky, con su enorme iconostasio. También se puede visitar la casa en la que estuvo confinado durante seis años el célebre disidente soviético Andrei Sajarov, que luego fue premio Nobel de la Paz. Y por supuesto la estatua del escritor Maxim Gorky, nacido aquí en 1868.
EKATERIMBURGO

Fundada en 1723 en honor de la esposa de Pedro el Grande, la emperatriz Catalina I (Katerina en ruso), Ekaterimburgo está ubicada a 1600 km de Moscú es conocida como la capital de los Urales, la cordillera montañosa que sirve de frontera natural entre Europa y Asia. Además es una de las etapas del recorrido del mítico tren Transiberiano, que sale de Moscú, atraviesa Mongolia y llega hasta Pekín.
En esta ciudad los bolcheviques fusilaron al zar Nicolás Romanov, la zarina Alejandra y sus cinco hijos poniendo fin a 600 años de monarquía rusa. En el sitio del magnicidio -en el centro- hoy se levanta una impresionante iglesia que los recuerda como mártires de la fe. Y a 16 km de allí, en el bosque de Ganina Yama, un monasterio ortodoxo les rinde homenaje en el lugar donde estuvieron sepultados secretamente durante varias décadas.
Ideal para los compradores de joyas en oro y plata con piedras semipreciosas, los amantes del arte religioso tienen una importante cita a una hora de viaje: el pueblo de Neviansk, donde se desarrolló una de las escuelas de íconos de Rusia.
SAN PETERSBURGO

La “perla europea”, como la llaman, es conocida como la ciudad imperial por antonomasia. Capital del imperio ruso, en ella residieron los zares, que dejaron testimonio de su grandeza a través de las construcciones de palacios y edificios religiosos. Fundada por Pedro el Grande en 1703, con el objetivo de convertirla en la «ventana de Rusia hacia el mundo occidental», a lo largo de la historia ha recibido diferentes nombres, como Petrogrado o Leningrado, en honor al líder revolucionario.
Entre canales, puentes, islas, palacios y refinada arquitectura, San Petersburgo es la más europea de las ciudades rusas, con palacios que sorprenden al turista por haber sobrevivido a 70 años de comunismo. Construida sobre el delta del Neva es ideal para caminar, conocer y disfrutar sin apuro.
Esta ciudad que sobrevivió 872 días al bloqueo nazi de 1941 y pagó esa defensa con 1,2 millones de muertos, es un lugar indispensable para los amantes de la Historia y del Arte, que pueden visitar el Museo Hermitage (reúne más de tres millones de piezas); y de la música, donde además de varias salas de conciertos, se puede disfrutar de la ópera en el histórico Mariinski o en el Mariinski II. Los amantes de la literatura rusa pueden visitar la casa donde vivió Dostoievski.
KAZAN

Conquistada por Iván el Terrible, fue incorporada a territorio ruso en 1552. Tercera ciudad más importante del país (y la octava por el número de habitantes), Kazán, situada a 724 kilómetros de Moscú, es la capital de la República de Tatarstán. Los tártaros son un pueblo turquino que habita en muchas regiones de Eurasia, y aquí conviven desde hace siglos musulmanes y cristianos ortodoxos en un ejemplo de tolerancia sin radicalismos.
Esta ciudad, donde estudiaron personalidades como León Tolstoi o Lenin, es reflejo de la diversidad étnica del país y religiosa, que se aprecia en la arquitectura, reconocida por la Unesco. Algunos de los ejemplos son el kremlin de Kazán y la mezquita Qul Shariff, considerada la más grande Europa.
VOLGOGRADO

La ciudad de Volgogrado, ubicada en la confluencia de los ríos Volga y Tsaritsa, fue llamada Tsaritsyn entre 1589 y 1925, y Stalingrado entre 1925 y 1961. Se hizo tristemente famosa por haber sido el escenario de una de las más cruentas batallas de la Segunda Guerra Mundial, el sitio de Stalingrado. En ella, soldados soviéticos resistieron los intentos de conquista por parte de las fuerzas alemanas entre agosto de 1942 y febrero de 1943, a un altísimo coste de vidas humanas (murieron más de un millón de soldados en el bando soviético, y más de 800.000 en el alemán). En reconocimiento al heroísmo mostrado por el Ejército Rojo y sus habitantes, la ciudad recibió la condecoración de «Ciudad Heroica» en 1945.
El memorial que recuerda a los caídos se emplaza en la colina que fue el territorio más disputado de la ciudad. Es un parque de 26 hectáreas en el que se ven fortificaciones en ruinas, grupos escultóricos y estatuas que rinden homenaje a quienes frenaron con sus vidas el avance de los nazis en el territorio ruso.
La vieja Stalingrado fue reconstruida desde las cenizas y ahora, llamada Volgogrado, es un importante centro turístico e industrial ruso. Tiene una bonita costanera y muchos monumentos que recuerdan su tragedia.
ROSTOV DEL DON

Próxima a Ucrania, los alemanes la llamaron “La puerta del Cáucaso” y la ocuparon en dos oportunidades durante la Segunda Guerra Mundial. Rostov quedó en ruinas y fue una de las diez ciudades rusas más devastadas por la guerra.
Fundada como centro aduanero para recaudar los impuestos de los productos importados al Imperio ruso desde Turquía, las relaciones diplomáticas se truncaron y pasó a ser una ciudad fortaleza. Entre los lugares de interés, el edificio más conocido es el teatro Gorki, una obra maestra del constructivismo con la forma de un tractor gigante. Arquitectos de relevancia mundial como Le Corbusier y Oscar Niemeyer han declarado que este teatro es la joya de la arquitectura soviética, indica la web Russia Beyond the Headlines.
Curiosamente, uno de sus atractivos son sus mujeres, consideradas las más bellas de Rusia, porque sus representantes han ganado más de un centenar de concursos internacionales de belleza.
KALININGRADO

Es una ciudad con 460 mil habitantes, fundada en 1255. Enclavado entre Polonia y Lituania, se halla sobre el mar Báltico, a dos horas de vuelo desde Moscú. Es una ciudad fortaleza, antigua capital de Prusia oriental, que se caracteriza por sus villas alemanas de hermosas casonas.
Conocida como la Ciudad del Ámbar, gracias a la abundancia de esta piedra preciosa, fue la cuna de uno de los grandes filósofos de la Historia, Inmanuel Kant, del que se pueden visitar la casa donde nació así como su tumba.
A pesar de los daños que sufrió durante la II Guerra Mundial, se puede disfrutar de numerosos monumentos, como la Iglesia de la Sagrada Familia, la iglesia de la reina Louise (conocido como el Luisenkirche, ahora es el Teatro de marionetas Kaliningrado) y la Bolsa de Königsberg (ahora el Centro Cultural). También se halla el principal museo naval de Rusia (en el que se puede visitar un submarino y un barco oceanográfico, entre otras naves).
SOCHI

Lugar de descanso de numerosos políticos, Sochi, está situada entre las montañas del Caucaso y el Mar Negro. Cuando la URSS perdió la península de Crimea, en 1954, gracias a su clima suave, se convirtió en lugar de vacaciones. Hoy, tiene 100 km de pistas de esquí y más de 100 km de playas.
De todo lo que se puede hacer en esta atípica ciudad rusa hay dos experiencias imperdibles para los más aventureros: ir de copiloto en un Fórmula 1 y recorrer el autódromo a más 300 km/h, y lanzarse en bungee desde un puente peatonal a más de 200 metros de altura.
Sochi, la ciudad más larga del país y recostada a lo largo de 150 km sobre la costa del mar Negro, tiene la plantación de té más septentrional del mundo y un monumento a la oreja, donde nadie deja de sacarse una foto.
SAMARA

Ubicada en la margen izquierda del Volga, esta ciudad de más de un millón de habitantes fue el corazón de la industria de aviación y espacial en la época soviética. Los cohetes que se ensamblaron en sus fábricas sirvieron para desarrollar la cosmonáutica y llevaron al mítico Yuri Gagarin al espacio.
Desde el 2007 existe un Museo Cósmico y en sus calles se emplazan monumentos al Ilyushin II, el avión militar más usado de la historia, y al cohete R7, una leyenda de la astronáutica soviética, ambos producidos en sus fábricas.
A Samara se trasladó el gobierno soviético en 1941 cuando los nazis amenazaban con avanzar sobre Moscú. Aquí se le construyó a Stalin un búnker, que nunca utilizó pero hoy se puede visitar.
Samara es uno de los más importantes nudos de comunicaciones de Rusia, a través del cual pasan los caminos más cortos desde Europa Central y Occidental hacia Siberia, Asia Central y Kazajistán.
SARANSK

Es la ciudad rusa que nadie conocía hasta que Gerard Depardieu se hartó de los elevados impuestos de Francia y se mudó aquí. O por lo menos fijó su dirección y el gobierno local le dio la bienvenida poniendo su nombre al centro cultural.
Saransk está a 650 km de Moscú y es la capital de Mordovia, una de las 21 repúblicas de la Federación de Rusia. Famosa por sus artesanos, entre los souvenirs que pueden comprarse se encuentran los juguetes de madera y los bordados. También se destaca el teatro de las marionetas de Saransk. Además del ruso, las otras lenguas oficiales son el moksha y el erzi, que hablan las comunidades de etnia mordva y tártara.