Nacida gracias al sueño de muchos, sin un fundador que haya pasado a la gloria y una fecha concreta, Rosario sorprende a los viajeros con una amplia variedad de propuestas para disfrutar día y noche. Lejos queda la jornada en la que Manuel Belgrano hizo jurar la bandera en sus barrancas en 1812 o cuando Justo José de Urquiza, hacia 1852, la soñó como cabecera ferroviaria, puerto y capital de la Confederación enfrentada a Buenos Aires. Pero los años pasan y la tercera ciudad del país en cantidad de población se renueva constantemente y, a su vez, le brinda al turista esos sitios clásicos que dan ganas visitar cada vez que uno llega a orillas del Río Paraná.
Rosario comenzó a ser poblada en el siglo XVII en el desvío del Camino Real hacia Córdoba o a Paraguay, y así se desarrolló, sobre todo a fines del siglo XIX, con el surgimiento de la ganadería y la agricultura, por su importancia como puerto y por la llegada de gran cantidad de inmigrantes. En la actualidad, la ciudad no puede definir la cantidad de turistas que recibe por año o por mes, ya que el flujo de visitantes es enorme, con gran cantidad de personas que están de paso y sólo comen o pasan una noche allí, de las cuales casi un tercio lo hace en casa de amigos o de familiares.
La ciudad tiene de todo, con joyas arquitectónicas como el edificio de la Bolsa de Comercio o el Palacio Minetti, el Monumento a la Bandera y un sinnúmero de edificios que tienen poco más de 100 años, ya que la ciudad fue reconocida como tal por el presidente Justo José de Urquiza luego de la Batalla de Caseros, en 1852. Rosario fue votada tres veces para ser la capital de la república por el Congreso, pero sendos vetos de los presidentes Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento sostuvieron a Buenos Aires en ese lugar.
La ciudad está sobre la margen derecha del Paraná y comparte con Entre Ríos sus islas, en las que hay paradores, con mucho trabajo en esta época, por lo que hay cruces diarios desde la costa. En el terreno de la cultura, la ciudad ahora cuenta con milongas todos los días de la semana entre las que se destacan la de los bares históricos El Cairo, donde paraba el escritor Roberto “El Negro” Fontanarrosa con su “Mesa de los Galanes”, y El Olimpo, gracias al trabajo de profesores y milongueros apoyados por la Casa del Tango. Pero De Viaje te lleva a recorrer algunos de esos sitios o momentos que debés tener en agenda:
Playas e islas
En los meses donde el sol es protagonista, Rosario toma un ritmo especial. Durante el día, residentes y turistas eligen disfrutar del calor en el río y sus playas, así como en los parques, áreas verdes e islas.
El Banquito de San Andrés, como denominan los locales a la isla Ingeniero Sabino Corsi, es desde hace años uno de los grandes atractivos al que van unas 2.500 personas por día, en lanchas colectivas y barcos privados, según datos de la Estación Fluvial local. Para hacer el paseo sólo hay que embarcarse a metros del Monumento a la Bandera y cruzar en unos 15 minutos las aguas marrones del Paraná.
El banco devenido en islote y ahora isla con el correr de los años, es aún agreste pero con paradores y arboleda sobre una larga costa de arena, ideal para pasar el día alejado del ajetreo de la tercera ciudad en importancia del país, que se puede ver recortada sobre el horizonte, del otro lado del río. La isla, de casi un kilómetro de largo por 200 ó 300 metros de ancho, tiene el transporte garantizado desde la Estación Fluvial de Rosario, una concesión privada del Ente Nacional Puerto de Rosario (Enapro) que adjudicó los permisos para armar paradores y plantó árboles para consolidar la arena y que brinden sombra a los visitantes.
En el área de playa se dispone de cancha de beach voley, ducha al aire libre y alquiler de sombrillas y reposeras. Los fines de semana y feriados se pueden comer también parrilladas con variados cortes de carnes y, en un amplio sector arbolado, es posible alquilar sillas y mesas. En la punta norte, lugar elegido por los amantes del kitesurf , se ofrecen diversos servicios para practicar y tomar clases de este deporte.
Otra de las playas tradicionales en la Costa norte de la ciudad es La Florida, con servicios de comida y actividades frente al río, las islas y una panorámica imperdible del puente Rosario-Victoria. Hay un restaurante, bares y un mini mercado. Se alquilan sombrillas y reposeras, hay cancha de fútbol y voley, servicio de guardavidas, duchas y un boyado de seguridad para nadadores. También está el balneario La Rambla Catalunya, con ingreso gratuito.
Pero en Rosario además es posible pasar en pocos minutos de los ruidos urbanos a la quietud y el silencio del delta. Para navegar por el Paraná es posible contratar lanchas que se internan entre los serpenteantes riachos del delta, optar por la adrenalina del kayak o dejarse llevar por el viento en un velero. Para más comodidad se suman los tradicionales paseos en el barco Ciudad de Rosario.
Rincones verdes
En bicicleta, o caminando, la ciudad tiene espacios verdes para tomarse su tiempo. Los parques son parte ineludible de los paseos, y junto a sitios emblemáticos como el Parque Independencia, se destacan los balcones al río de toda la ribera central.
Avanzando por la costa desde el Parque Urquiza, se transita por el Parque Nacional a la Bandera, el Parque de España, el Parque de las Colectividades y el Parque Sunchales, hilando un extenso recorrido que a lo largo de ocho kilómetros intercala desde bares y restaurantes hasta museos, centros culturales y entretenimientos para los más chicos, además de césped y arboledas para distenderse al aire libre y con vista al río.
Pero sin duda el que se roba todas las miradas es el Independencia, que para los rosarinos es simplemente “el parque”. Además del estadio de fútbol de Newell’s Old Boys, el Hipódromo, el predio de la Sociedad Rural y los salones del Museo Histórico Provincial Julio Marc, hay un lago y muchos botes para remar. Los chicos tienen un espacio propio en El jardín de los Niños con diferentes juegos
Proyectado hacia el año 1900 por el arquitecto Carlos Thays, con el objetivo de celebrar el centenario de la independencia argentina en 1910, en su diseño pueden distinguirse cuatro sectores (francés, británico, español e italiano), que representan las principales comunidades de inmigrantes europeos que formaron la ciudad.
Ubicado frente al Parque Independencia, en un moderno edificio sobre Pellegrini y el bulevar Oroño, funciona el Museo Municipal de Bellas Artes Juan Castagnino que reúne cientos obras en su colección. Tiene pinturas de artistas de la talla de Berni, Gambartes, Noé, Iommi o Alonso. Este museo es una de las estrellas de la cultura rosarina.
Aquí está la bandera
Antes de llegar al Monumento a la Bandera, hay que dedicarle un par de horas al casco antiguo, donde la ciudad vio la luz, alrededor de la Capilla del Rosario, donde están la Catedral, la Plaza 25 de Mayo, el Palacio Municipal –antiguo Palacio de los Leones– y el Correo Central. También frente a la plaza, sorprende la mansión del Museo de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez, una fachada en mármol de Carrara. Y no hay que dejar fuera del recorrido el Teatro El Círculo con una sala con 1.552 butacas que se inauguró en 1904 y vio pasar, entre otros, al cantante Enrico Caruso.
Atravesando un espejo de agua en desniveles que reúne obras de la escultora Lola Mora, el Pasaje Juramento conecta la Plaza 25 de Mayo y el casco histórico con el famoso Monumento Nacional a la Bandera, diez mil metros cuadrados donde Belgrano izó la bandera nacional el 27 de febrero de 1812.
Se inauguró en 1957 sobre un proyecto de los arquitectos Angel Guido y Alejandro Bustillo, con los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti.
El Monumento consta de tres partes: la Torre Central, el Propileo y Galería de Honor de las Banderas de América y la Escalinata Cívica Monumental, que une ambos cuerpos arquitectónicos. En total hay 25 temas escultóricos, y un detalle poco conocido es que el Monumento cuenta con los escudos (en mármol) de las 14 provincias que componían la República Argentina en ese momento, así como cuatro soles incaicos.
La torre, conocida como La Proa, tiene 70 metros de altura y un ascensor, que lleva al público hasta el mirador, con una buena vista panorámica del Paraná y la ciudad. Ideal para obtener las mejores fotografías de la costa.
Personalidades destacadas
Músicos como Fito Páez, escritores como Roberto Fontanarrosa, futbolistas con Lionel Messi, actores como “el Negro” Olmedo u otros personajes que trascendieron las fronteras como Ernesto “Che” Guevara nacieron en esta ciudad y dejaron en sus calles las huellas. Por eso debemos darle un espacio de nuestro viaje a conocer esos rincones llenos de magia e historia.
En la esquina de Sarmiento y Santa Fe está el Bar El Cairo. Existe, aunque con cambios, desde 1943, y es famoso gracias a Fontanarrosa. El humorista, dibujante y escritor tenía allí su “mesa de los galanes” que tanta inspiración le generó para sus escritos. El bar tiene además una librería, galería de arte y un espacio para shows musicales o presentaciones de libros. Por sus mesas también pasaron el catalán Joan Manuel Serrat y Olmedo junto su amigo, Bernardo “Chiquito” Reyes.
Pero para conocer los pasos del cómico hay que transitar el barrio Pichincha, donde nació. Anticuarios, galerías de arte y bares de moda le cambiaron la cara a este sitio que supo ser complicado a principios del siglo pasado. Actualmente hay dos estatuas que recuerdan al actor que supo hacer una excelente dupla con Javier Portales: una de ellas está en “Esquina del Negro”, patio cervecero ubicado en Brown y Callao, donde se pueden ver los testimonios del gran actor, que el dueño reunió con devoción: fotografías de Olmedo, ropas y bordereaux de teatro. A dos cuadras de aquí está la Estación Rosario Norte, reciclada como sede de la Secretaría de Cultura. Para tener contacto con el “Che”, uno debe llegar a Entre Ríos al 480, la casa donde nació en junio de 1928 (se conserva el acta de nacimiento que lo comprueba).
Desde allí se puede partir hacia la Plaza de la Cooperación para ver un mural del guerrillero, pasar por el Rosedal donde se obtuvo la primera fotografía de “Ernestito”, y llegar hasta el Monumento al “Che”, una estatua realizada en bronce por el escultor Andrés Zerneri, quien trabajó a partir de la reunión de llaves y objetos de bronce donados por miles de personas de distintos países. Se encuentra sobre un pedestal, a pasos de la esquina de 27 de Febrero y Laprida, en una plaza donde también puede observarse un trazado de adoquines y durmientes que simbolizan, en una figura abstracta, el camino del Che en Latinoamérica.