El café, conocido como el “oro negro”, es uno de los productos más comercializado del mundo y que mueve millones de dólares anualmente. En una sociedad tan adicta a esta tradicional bebida, no podían faltar cientos de cafeterías en cada esquina, pero ¿cuáles son las más inspiradores del mundo? Muchas de ellas centenarias y testigos de acontecimientos históricos y culturales, De Viaje te lleva por diez locales que deberías visitar si salís a recorrer el mundo.
Café Majestic
Desde su apertura en 1921, este bonito café de la ciudad portuguesa de Oporto comenzó a adquirir su fama entre los escritores, políticos y artistas de la época. Bajo su apropiado nombre original, “Élite”, comenzó a recibir a personalidades de todas las tallas, e incluso se destacó por ser el primero en permitir, desde el principio, la entrada a mujeres. De hecho, en la actualidad se dice que J.K. Rowling escribió en sus mesas algunos de los capítulos de Harry Potter. Situado en la rua Santa Catarina, sorprende por su decoración con mármoles y esculturas.
Confitería Colombo
Aunque está siempre abarrotado, algo hace que Colombo, el café más famoso de Río de Janeiro, mantenga su ambiente refinado de la belle époque. El edificio único en el que se ubica hace que al visitante se quede, inmediatamente, con la boca abierta. Situada en la calle Senador Gonçalves Dias, abrió sus puertas en 1894 y cautiva por su decoración: enormes espejos belgas, estanterías de cristal y muebles inspirados en el art noveau. Desde Getulio Vargas y Juscelino Kubitschek a Lula da Silva, o artistas como Rui Barbosa o Vinicius de Moraes supieron degustar allí uno de sus afamados dulces junto a un café.
Café Gijón
Fundado en 1888 por un asturiano y ubicado en el número 21 del Paseo de Recoletos, forma parte de la historia de Madrid. Tras la guerra civil española, este café se convirtió en lugar de tertulia para escritores, intelectuales y artistas, que se reunían en torno a un café para hablar y opinar. Sus paredes son testigos de conversaciones de Canalejas, Benito Pérez Galdós, Valle-Inclán, Truman Capote, Ava Gardner y Orson Welles. Hoy en día, aunque sigue sirviendo cafés y desayunos en sus mesas de mármol, el histórico café alberga en su interior un restaurante con una decoración en madera, llena de cuadros donados por los artistas que lo han ido visitando como clientes a lo largo de los años.
New York Café
En el siglo XX el café de Nueva York fue un importantísimo sitio para la historia de Budapest, Hungría, al ser el punto central de los círculos sociales de escritores, filósofos y artistas en general. Aunque el original, inaugurado en 1894 cerró sus puertas en 2001, en la actualidad se puede disfrutar de una réplica del original instalado en su mismo lugar, en la planta baja del hotel Boscolo. Considerado por muchos como la cafetería más bonita del mundo, es un exclusivo local de decoración elegante, con impresionantes columnas, frescos, espejos y esculturas en el que sentarse a tomar algo hace que uno se sienta como un auténtico rey.
Café de la Paix
París no tendría el mismo encanto si no fuera por los miles de cafés y mesas al aire libre dispersos por toda la ciudad. El de la Paix es uno de estos lugares emblemáticos, aunque se destaca por ser el más tradicional. Declarado lugar histórico por el Gobierno francés en 1975, fue frecuentado por talentosos e influyentes escritores. Personajes como Tchaikovsky, Émile Zola, Guy de Maupassant o Eduardo VII convirtieron a este sitio en un infaltable en una recorrida por Francia. Con una ubicación privilegiada, se encuentra entre el Teatro de la Opera Garnier y el Boulevard des Capucines.
Café Florian
Abierto desde 1720, es el café más tradicional de Venecia y está ubicado en la plaza de San Marcos. Como la mayoría de grandes locales europeos, las salas interiores del Florian han sido frecuentadas a lo largo de su historia por personajes de la talla de Goethe, Dickens o Proust, aunque en la actualidad la clientela está compuesta por turistas de todo el mundo que suelen pagar un precio excesivo por un café. Este sitio mantiene la arquitectura original y su decoración envuelve a quien decida visitarla en un ambiente único.
Café Tortoni
El nacimiento de este local emblemático de Buenos Aires se remonta a 1858. Situado en la Avenida de Mayo, en el barrio de Montserrat, en sus mesas de mármol y sus paredes está presente una parte importante de la historia porteña. Entre sus clientes más destacados se encontraban los escritores Jorge Luis Borges, Luigi Pirandello, Federico García Lorca y Julio Cortázar, así como los músicos Arthur Rubinstein y el mítico Carlos Gardel, que tenía su mesa, lejos de la vista de sus admiradores. Actualmente en el subsuelo del local se presentan espectáculos de jazz y de tango (al lado del café se encuentran la Academia Nacional del Tango y el Museo Mundial del Tango).
Café Imperial
Para seguir viviendo la atmósfera de la belle epoque, hay que hacer una parada en este local de Praga, en República Checa, ubicado muy cerca de la pequeña estación de tren Masaryk. Su hermoso edificio de fachada Art Déco fue construido entre 1913 y 1914. Sus columnas inspiradas por el mundo oriental con motivos de animales, sus capiteles mediterráneos estilizados, sus azulejos y su colección de bajorrelieves hacen mágico este lugar lleno de eclecticismo y con una hospitalidad inigualable. La cafetería es tan famosa, que ha proporcionado el telón de fondo de dos escenas de la película “El ilusionista”.
Maison Bertaux
Situada en pleno Soho londinense, esta pastelería y café bien podría ser la más antigua de la ciudad. Es de 1870 y, con su fachada pintada de azul oscuro y el toldo a rayas azules y blancas que apenas cubre una parte de la vereda, persiste en el número 28 de Greek Street. Adentro, se respira cierta bohemia, con telas de tul rosa, lámparas de pared, un piano y mesas y sillas de madera oscura. Fue inaugurada por un parisino que huía de la capital tras la invasión del ejército prusiano, y en la actualidad quien la visita debe probar alguno de sus exquisitos pasteles como los macarrones de coco, aperitivos y bollería elaborada a diario de forma artesanal.
Café Central
Situado en el precioso y señorial Palais Ferstel, es un clásico y a la vez un imprescindible en una visita a Viena, Austria. Abrió sus puertas en 1876 y aunque cerró sus puertas tras la II Guerra Mundial, volvió a abrirlas en la década del 80 para reunir cada día a locales y turistas que llegan hasta allí para disfrutar del excelente café, de la deliciosa repostería y de los conciertos de piano que se dan a menudo. En el mostrador se despachan tortas de chocolate aderezadas con mazapán y un aroma de naranjas. Entre sus clientes ilustres destacan nombres como los de Sigmund Freud o León Trotski.