BERLÍN
Al menos una vez en la vida hay que disfrutar de una navidad a la alemana. ¿Y qué mejor lugar que Berlín? La ciudad más histórica del país ofrece unas fiestas donde las luces de colores rivalizan con el manto blanco de la nieve en las calles.
El día se acorta, llega el frío, posiblemente la nieve, y se encienden las luces navideñas durante varias jornadas. Para combatir el frío, no hay nada mejor que pedir unas típicas bratwurst acompañadas de vino caliente en un puesto callejero.
Una de las cosas que más saltan a la vista son los mercados y mercadillos navideños. Hay más de 70 repartidos por toda la ciudad, con los lugares turísticos como telón de fondo y la magia de las artesanías y las delicias tradicionales. Uno de los imprescindibles es el que se instala frente al palacio barroco de Charlottenburg. Con el castillo de fondo, es uno de los más bonitos de la capital. En él se puede adquirir artesanía y bisutería de calidad y llama la atención porque en las casetas hay calefacción, hecho que se agradece en la navidad berlinesa.
Además de hacer repicar las campanas, las iglesias berlinesas programan representaciones y conciertos de Navidad. Otras hermosas opciones: pasear por el Jardín Botánico o divertirse con la fiesta de fin de año al aire libre.
VIENA
Viena es una de las ciudades soñadas por los amantes de la música clásica, la arquitectura y el arte, y además es perfecta para ir en cualquier época, aunque el último mes del año se respira un aire especial. Tiene multitud de monumentos con un gran atractivo arquitectónico y sus señoriales calles te trasladan a otra época.
La capital austriaca acoge en la Rathausplatz o plaza del Ayuntamiento su principal mercado de Navidad, el Christkindlmarkt. Cerca de 150 puestos ofrecen regalos, adornos, dulces y bebidas calientes. Los árboles del Rathauspark, el parque frente al Ayuntamiento, se decoran y forman un mar de luces de colores.
En la planta baja del consistorio los niños pueden entretenerse haciendo velas o pastas de Navidad; en el interior coros internacionales cantan villancicos de forma gratuita.
Por su parte, en el Palacio de Schönbrunn, antigua residencia de los Habsburgo, se instala un mercado de Navidad y uno de Fin de Año, que ofrecen una rica variedad de artesanía tradicional, joyería hecha a mano y elementos decorativos de estilo rústico.
Más allá de los mercados, otras buenas opciones en esta época es atinar sobre hielo en la misma plaza del Ayuntamiento en los jardines del Palacio Wilhelminenberg; darse una vuelta por la Karl Platz, la Iglesia de San Carlos o bien disfrutar de una ópera.
BUDAPEST
Budapest es una de las villas que mejor ejemplifican lo que es una ciudad de fin de siglo. El esplendor arquitectónico de sus palacios, iglesias y edificios asomados al Danubio es tributario del momento en el que la capital húngara se establecía como la segunda ciudad más importante del Imperio Austrohúngaro, entre la última década del XIX y la primera del XX.
Desde la última semana de noviembre hasta las fechas navideñas y ya entrado el nuevo año, el ya de por sí encantador centro histórico de esta ciudad se llena de luces y de iconografía navideña. Esta transformación tiene dos epicentros.
Por un lado, la plaza Vörösmarty donde se alza el mercado más grande y animado de la ciudad. Por el otro, la explanada frente a la basílica de San Esteban, donde un árbol de Navidad, una pista de hielo y una serie de casetas de madera transforman una de las postales más idílicas de la ciudad. Este suele ser elegido el mejor mercado de Europa.
Con doce años de historia, alberga alrededor de 120 puestos de artesanía local y delicias gastronómicas, un árbol de Navidad de doce metros y una pista de patinaje sobre hielo frente a la Basílica de San Esteban. Además, hay espectáculos y actividades para toda la familia, como la proyección de una pintura de luz sobre la fachada de la basílica.
LONDRES
La alegría navideña suele invadir Londres desde principios de noviembre, aunque sus vibraciones en torno a Papá Noel alcanzan su punto hacia fin de año. La capital británica, ya de por sí muy romántica, se encuentra flanqueada por abetos, centelleante luces navideñas y melodías festivas.
Es un destino perfecto para disfrutar de unos días de vacaciones en esta época y realizar las compras en alguna de sus tantas coloridas tiendas. Otro tema es el de los mercados navideños, lugares ideales para poder realizar las compras ya que se puede encontrar todo tipo de productos, especialmente los fabricados de manera artesanal.
La ciudad brilla literalmente con todas las guirnaldas y juegos de luces iluminando parques, calles y centros comerciales. El más famoso: Harrods, su fachada es todo un espectáculo en sí mismo. Desde el South Bank, junto al conocido London Eye, podrás contemplar junto a más de 500.000 personas el increíble espectáculo de fuegos artificiales sobre el Támesis y el Big Ben cuando el nuevo año haya comenzado.
Si lo que queremos es una jornada de inmersión total, lo mejor es visitar Winter Wonderland, el parque temático que se instala en Hyde Park y que cuenta con mercaditos, atracciones, pistas de hielo, la recreación de un pueblo tipo alpino con cabañas con karaokes navideños, espectáculos para niños y niñas, circo y una exposición de esculturas de hielo.
PARÍS
Si considerás que la Torre Eiffel es el árbol de Navidad más bonito del mundo, hay que darse una vuelta por París, donde las celebraciones la sumergen en un maravilloso y encantador ambiente. Increíbles instalaciones y escenarios ofrecen al visitante la oportunidad de meterse en un mundo fantástico de jardines, castillos, monumentos, museos, grandes almacenes y parques de atracciones.
Un millón de luces acompañan la Navidad desde la Plaza de la Concordia hasta Arco de Triunfo en los Campos Elíseos. París se ilumina como ninguna otra ciudad de Europa y es una fiesta absoluta para los que disfrutan esta época del año. Es memorable ver los Campos Elíseos iluminados, al igual que los grandes almacenes como Printemps y Lafayette o la gran noria de la Plaza de la Concordia.
La Plaza Vendôme con sus mansiones palaciegas iluminadas, las galerías comerciales elegantemente decoradas y el enorme árbol de Navidad en el Boulevard Haussmann son solo algunos de los ejemplos que uno puede encontrar en sus calles. También para los más chicos, y no tanto, Disneyland Paris es uno de los destinos favoritos: es como estar en un cuento de hadas.
A todo esto se suman los numerosos mercados que llenan la ciudad. Desde los Inválidos hasta la del Forum des Halles, uno de los más famosos y concurridos el de los Campos de Marte y de toda Francia. Durante las fechas navideñas más de 100 casetas de madera con productos artesanales y comida típica inundan este lugar justo en frente de la Torre Eiffel.
ROMA
más allá del acercamiento que cada uno tenga con la religión, Italia es un país ideal para visitar en esta época. Cientos de belenes decoran desde las ciudades más importantes del país hasta sus pequeños pueblos: son conocidos los pesebres de Nápoles, Asís y Sicilia.
Pero Roma se prepara de manera diferente. En la Plaza de San Pedro se instala el tradicional pesebre, una obra de arte que pesa 700 toneladas, mide alrededor de 1.300 metros cuadrados y está hecho con arena de los montes Dolomitas del norte de Italia. Está disponible junto a un abeto navideño traído del bosque del Cansiglio, localizado en la región italiana de Pordenone.
Además, está el majestuoso árbol que el Ayuntamiento de Roma que se instala en la céntrica plaza Venecia. Este año estará iluminado gracias a la energía solar para dar un mensaje de sostenibilidad y también para ahorrar ante el oneroso recibo de la luz.
Y como si fuera poco, está “la vida de mercado”. El principal mercado navideño de Roma se celebra en la plaza Navona, donde se situaba el antiguo estadio de Domiciano, y alrededor de las espléndidas fuentes creadas por Bernini, como la Fuente de los Cuatro Ríos, de 1651. El mercadillo está dedicado a la Befana, Mercatino della Befana, una bruja buena, y en sus variopintos tenderetes se pueden encontrar objetos de decoración y figuras para decorar el belén, juguetes, dulces navideños y caramelos.
PRAGA
Con sus impresionantes iglesias góticas y sus serpenteantes calles barrocas, Praga es una de las ciudades más deslumbrantes de Europa en cualquier época del año. Pero, en Navidad, La capital checa es aún más bonita.
Durante el atardecer y por la noche, la Plaza de la Ciudad Vieja devuelve al turista al pasado, con la fachada de la catedral iluminada medio escondida detrás de las casas que se encuentran en primer plano y donde se erige su Ayuntamiento del siglo XIV, célebre por su reloj astronómico.
Las principales atracciones son los mercados, que invaden el Castillo de Praga y la Plaza de Wenceslao con especialidades locales como medovina (vino de miel), rybí polévka (sopa tradicional de pescado) y perníčky (pan de especias picante).
También merecen una visita el Callejón del Oro -con el muérdago decorando las puertas de las casas-, el Belén de Staroměstské náměstí y la torre del Antiguo Ayuntamiento, para ver desde las alturas el árbol de Navidad gigante rodeado de casitas de madera iluminadas.
BARCELONA
Situada en la costa catalana, Barcelona es una mezcla de culturas, una metrópolis vibrante llena de muestras arquitectónicas fascinantes, calles medievales y museos. El conocido arquitecto Antoni Gaudí es el autor de los monumentos más destacados de la ciudad: desde la asombrosa Sagrada Familia, hasta la sinuosa fachada tallada en piedra de la Casa Milà.
En el barrio gótico encontrarás bares de tapas centenarios, rincones ocultos y la catedral, engalanada con gárgolas. En esta zona se instala la tradicional Fira de Santa Llúcia que se viene celebrando desde 1786 en este mismo lugar. En la feria se encuentran todo tipo de objetos decorativos de Navidad, árboles, muérdago, figuritas con las que montar el pesebre y el tradicional “tió”, un tronco ataviado con elementos navideños que es apaleado en los hogares catalanes para que ofrezca muchos regalos.
Otra de las tradiciones catalanas que se puede encontrar en los puestos de la feria es la figurita del “caganer”, un personaje escatológico (se lo representa agazapado haciendo sus necesidades) que forma parte del pesebre. Cada año, el “caganer” suele adoptar la imagen de algunos de los personajes de actualidad.