martes, 18 marzo, 2025
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Un largo camino al cielo

En Argentina hay decenas de volcanes que los viajeros pueden desafiar con días de caminata. La ruta más conocida es la de los Seismiles, sobre la Cordillera de los Andes: un trayecto de 200 kilómetros de la Ruta Nacional 60, que zigzaguea en las alturas del desierto andino. Pero hay más picos por conocer, incluso una de estas maravillas de puede visitar por dentro.

Entre los grandes paisajes que ofrecen las sierras de Córdoba se encuentra una joya bastante poco conocida de nuestro país: el sitio denominado “los Volcanes del Pocho” exhibe cinco conos volcánicos ya extintos rodeados por palmeras de Caranday, que generan sombras con el suelo virgen creando una escenografía que da la impresión de estar en algún lugar exótico, a pesar de ser una especie nativa de Córdoba.

Los volcanes se encuentran en el Área Noroeste de Córdoba, cerca de las localidades de Taninga y Salsacate, cabecera departamental de Pocho. La propuesta invita a descubrir los principales volcanes: el Ciénega, de 1.300 metros de altura, da la bienvenida con su forma cónica; el cerro Poca, de 1600 metros, oculto entre los denominados cerros Azules; y el Yerba Buena, que con sus 1.760 metros sobre el nivel del mar, es el punto más alto de las Sierras de Pocho.

Una buena opción es el ascenso por las sierras, que demanda tres días, con dos noches de campamento en la base de los volcanes y un trekking para descubrir sitios históricos y vestigios arqueológicos, como aleros y morteros de los Comechingones, los antiguos habitantes que marcaron la idiosincrasia del pueblo pochan. La dinámica está pensada básicamente para aquellos que vienen solos, en pareja, entre amigos o en familia (niños mayores de 12 años).

Para tener una vista panorámica de estos gigantes, nada mejor que hacerlo desde las alturas, con una actividad cargada de adrenalina: el parakite o parapente, que se inicia en la comuna de Taninga y finaliza en Chancaní. Además de disfrutar de la belleza natural del lugar, que regala paisajes a cada paso, en la zona se pueden hacer diferentes travesías.

La ruta de los Seismiles, en Catamarca, con una veintena de picos para conocer. (Turismo Catamarca)

Hacia los Seismiles

Más allá de la secreta Córdoba, la provincia que pica en punta para el turismo volcánico es Catamarca. de hecho, siete de los ocho volcanes más altos del mundo son visibles en un recorrido de menos de tres horas por la Ruta Nacional 60, en la zona conocida como los Seismiles -por la altura de esas maravillas naturales- al norte de la ciudad de Fiambalá y camino al Paso de San Francisco, donde las montañas son atravesadas por profundos valles.

Las moles están a la vera del camino de Tinogasta, pasando por Fiambalá, rumbo al paso que comunica con la ciudad chilena de Copiapó, de la tercera región, con cuyo país Argentina comparte el volcán más alto del mundo, el Nevado Ojos del Salado, de 6.880 metros sobre el nivel del mar. El paisaje se completa con el Monte Pissis, el Cerro Bonete Chico y el Nevado Tres Cruces, Llullaillaco, el Walther Penck y el Incahuasi.

Hacia el Pissis, justamente, se dirige un camino de ripio que parte de la ruta 60 y en parte es una huella, por lo que hay que hacerlo en 4×4, además de que hay partes de ascenso empinado y en altura, donde los motores se apunan. El volcán forma parte de la Sierra del Veladero, y marca el límite entre Catamarca y La Rioja.

El recorrido es majestuoso. Durante el trayecto se ven salares, campos de piedra volcánica, quebradas y altos precipicios, y luego de una de esas trepadas pronunciadas aparece el llamado Balcón del Pissis, un rellano en la trepada, a unos 4.700 msnm.

Desde su inicio, el recorrido por la Ruta Nacional 60 es un espectáculo en sí mismo, elevándose en los primeros 50 kilómetros de los 1.500 a los 3.000 metros sobre el nivel del mar, para ir ascendiendo de manera tal que el Paso San Francisco ya supera la impresionante altura de los 6.000, razón por la cual las autoridades aconsejan averiguar si el vehículo en el que se visita la zona sufre o no apuntamiento, y como remediarlo para evitar inconvenientes.

Además del espectáculo de los volcanes, se puede disfrutar de una variada gama de atractivos turísticos, como la Ruta del Adobe, con sus iglesias y capillas que se emplazan desde Tinogasta a Fiamba, y los pueblos de El Puesto, del siglo XVIII, donde se encuentran la Ruta del Telar y la del Vino, en el que sobresalen las uvas malbec y syrá, en la Bodega La Esperanza.

La travesía de tres días por “los Volcanes del Pocho”. (Turismo Córdoba)

Por las nubes neuquinas

El paisaje que rodea la villa de Caviahue, en el norte de Neuquén, es sorprendentemente, extraño: las cascadas del Basalto, Cabellera de la Virgen, de la Culebra y del Gigante se visitan entre grandes columnas basálticas, araucarias, la silueta del cerro Pirámide y, de fondo, el volcán Copahue.

Una de las opciones más convocantes es el trekking hasta el cráter del volcán, un verdadero laboratorio natural para los científicos del Conicet, donde bulle una laguna y hay una vista impresionante de los picos argentinos y chilenos. Es una excursión que ofrecen varios prestadores y se debe hacer con guía habilitado. Las propuestas van de las 7 a las 9 horas.

El cráter se originó como resultado de la actividad volcánica postglacial y se encuentra ocupado por una laguna de 2 a 3 hectáreas de extensión, alimentada por precipitaciones y aguas de deshielo. Las emanaciones gaseosas calientan las aguas de la laguna a temperaturas que oscilan entre 20 y 40 grados y la cargan de gases y sustancias minerales, confiriéndole además un alto grado de acidez. La laguna desagua hacia el este dando origen al río Agrio.

Para completar el espectáculo, las entrañas de la tierra producen fuertes ruidos. En invierno, la excursión se realiza a bordo de los vehículos orugas o snowtracks, que suman más emoción al regreso ya que pueden descender esquiando un trayecto de más de 8 km fuera de pista.

Otra opción en la provincia de Neuquén es volcán Domuyo. Gracias a sus 4.709 metros de altura sobre el nivel del mar, es considerado la montaña más alta de la Patagonia. Pertenece a un área protegida que está en el norte de la provincia de Neuquén, en los Departamentos Minas y Chos Malal. Conquistarlo lleva seis días llenos de adrenalina, esfuerzo que tiene como premio una cumbre colmada de vistas.

Las subidas al volcán Domuyo se hacen todos los años y siempre se recomienda ascender con un guía aun cuando no es obligatorio contratar uno y los senderos están marcados por los efectivos del Ejército. Desde lo más alto, el aventurero puede recorrer con sus ojos la Cordillera de los Andes, los Nevados de Chillan, la Sierra Velluda, el volcán Tromen y el volcán Payún, entre grandes glaciares que caen en todas las direcciones y que pueden ser el próximo destino.

Rumbo al Domuyo, desde donde se su pico se puede ver la Cordillera de los Andes. (Turismo Neuquén)

Un clásico mendocino

La siguiente parada en la ruta volcánica del país es Malargüe. Ubicada a 350 kilómetros de la Ciudad de Mendoza, este sitio seduce con diversos atractivos turísticos, muchos de ellos, únicos en el mundo. Pero sin duda, sus recorridos por inmensos picos y hasta conocer el interior de un volcán, son parte de un abanico de oportunidades que solo puede dar esta hermosa región del país.

Una de las visitas más requeridas al llegar a esta ciudad de 30 mil habitantes, es la Reserva La Payunia, una excursión de unas doce horas en total pero que no debe faltar en una selección.

La Payunia, la reserva natural más extensa de Mendoza, ofrece un extraño paisaje desolado, pintado por volcanes, lava negra y curiosos guanacos y choiques. Hay que recorrer unos 150 kilómetros hasta llegar a esta región dominada por más de 800 conos volcánicos y que la convierte en una de las mayores en densidad del planeta.

Su concentración es apenas comparable a lo que puede encontrarse en Hawái o, según especialistas, en Marte. De todos los volcanes identificados, el más emblemático y elevado es el Payún Liso, de 3.680 metros. Con su forma cónica perfecta, es el que más se acerca a la popular representación de volcán.

El otro famoso es el Payún Matrú, con su caldera de nueve kilómetros de diámetro, que se produjo luego de que una erupción lo hiciera colapsar y ya sin pico formó en su interior una laguna. O el Santa María, con su Escorial de la Media Luna, una lengua de roca fundida de 17 km.

Pero si no estamos dispuestos a invertir tantas horas, una buena opción es darse una vuelta por el volcán Malacara (1.876 metros sobre el nivel del mar), que se encuentra camino a la laguna Llancanelo y a 42 km del centro de la ciudad.

Este volcán tiene una gran ventaja sobre la mayoría del planeta: se puede visitar por dentro. Desde el Paraje La Batra se sale a pie rumbo a esta imponente formación de origen hidromagmático, es decir, que surgió de una erupción en contacto con el agua. Gracias a esto, se formaron cárcavas (cavidades que forman pasadizos, cuevas y chimeneas) de más de 30 metros de alto y a la que los turistas llegan en el recorrido que dura unas tres horas. Allí, los pasadizos, cráteres, cuevas, chimeneas y aspecto conforman las huellas del estallido. Y uno puede palpitarlo desde adentro.

Luego de transitar dos de las tres cárcavas a las que se puede llegar, se regresa por los pasadizos creados por la misma erosión y se sube al mirador de La Cresta del volcán, desde donde se observa la panorámica de la Laguna de Llancanelo y algunos volcanes más.

Consejos para el desafío

  • La visita al volcán suele conllevar una ruta de senderismo por los alrededores, por lo que conviene llevar buen calzado para caminar unos cuantos kilómetros en los que podrás disfrutar del paisaje.
  • Llevar ropa cómoda y algo de abrigo, así como anteojos de sol y crema solar. Aunque es importante tener en cuenta estas recomendaciones durante todo el año, en verano, sobre todo, no olvides llevar agua suficiente para evitar la deshidratación.
  • Más allá que son viajes con guías, llevar teléfono móvil y cargador adicional, un botiquín con elementos fundamentales, linterna y silbato.
  • Seguir las normas establecidas por las autoridades de la zona en todo momento y no desafiar a los guías. Si un área está cerrada porque se considera insegura, no te arriesgues.

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