Italia es sinónimo de helado. Todos los que llegan a ese país aprovechan para, en algún momento del viaje, entrar a una heladería y degustar este postre delicioso.
El origen del helado se remonta a la noche de los tiempos, cuando los hombres conservaban la mezcla hecha con leche, fruta y miel en el hielo. De las páginas de la Biblia en las que se narra el episodio en el que Abraham ofrece a Isaac una mezcla de leche de cabra con nieve, hasta los procedimientos con los que las mezclas a base de agua, azúcar, hierbas y especies se convierte en sorbetes, traídos por los árabes a Sicilia, la historia del helado atraviesa toda nuestra cultura, mediterránea y clásica.
Fueron los romanos, los que en efecto adquirieron las técnicas de conservación y de elaboración de los alimentos, como demuestran los estudios arqueológicos basados en las zonas del Vesubio que han sacado a la luz el consumo de una mezcla refrescante a base de hielo y zumo de limón.
Sin embargo no cabe duda de que es en la Italia del siglo XVI, especialmente en la Florencia de los Médici, donde surge el helado “moderno”, que todos conocemos y apreciamos, a base de leche, nata y huevos. Creado por los pasteleros florentinos de Catalina de Médici, este producto italiano fue llevado a Francia a la corte de Enrico II, su marido, desde donde adquirió una enorme fama en toda Europa y posteriormente en todo el mundo.
Giolitti
Gioletti es una de las heladerías más reconocidas de Italia y una de las más antiguas también. Fundada en 1900, es uno de los grandes clásicos de Roma. Para muchos, el local entre el Panteón y la Fontana di Trevi, es una parada obligada. Entre los sabores clásicos para probar están el fior di latte, el zabaione -una crema hecha con yema de huevo, azúcar y vino Marsala-, el cioccolato fondente, y sabores a base de frutas como higos y arándanos.
Frigidarium
Con sabores diferenciales como el fior di latte, cannolo siciliano y su exclusivo frigidarium (chocolate con caramelo), sus helados 100% naturales, aromáticos y cremosos son coronados con cobertura de chocolate negro o blanco. A pasos de Piazza Navona, es un sitio imperdible para los viajeros golosos.
Gelateria di Piazza
Gelateria di Piazza, en San Geminiano, en Toscana, a minutos de Florencia, es también un lugar por donde pasan muchos turistas. Y entre sus helados, hay que quedarse con el de Crema di Santa Fina (la patrona del municipio), con sabor a azafrán. Otro original helado es el de Curva Fiesole, como se conoce a la grada de los hinchas del club de fútbol Fiorentina. Su mezcla de requesón y arándanos produce un color similar al de la camiseta del equipo.
Perché no!
Perché no!, muy cerca de la Piazza della Signoria y al lado de la Chiesa di Orsanmichele, en Florencia, es otro clásico que prepara sus helados desde 1939. En su carta hay sabores exóticos como raíz de jengibre y sésamo, panna con amarene (nata con cerezas), pistacho, lavanda natural y rosa. También hay opciones con ingredientes naturales, sin colorantes ni conservantes.
Pasticceria Conte
Si el viajero anda por Sicilia, donde dice la tradición que nació este delicioso postre, va a degustar los mejores helados de fruta, agua y azúcar. El más recomendado se encuentra en la PasticcerIa Conte, de Bronte, al pie del Etna, donde se recogía la nieve para elaborar este postre. Los sicilianos dicen que el mejor es el de pistacho aunque hay opiniones para todos los gustos.