Para caminar, relajarse y respirar aire fresco en medio del cemento porteño, el Jardín Botánico es un lugar ideal para conocer sin prisa en una escapada a Buenos Aires. Inaugurado el 7 de septiembre de 1898, fue diseñado por el paisajista francés Jules Charles Thays, autor del trazado de algunos de los espacios verdes más importantes de la Ciudad.
Ocupa una superficie de más de 7 hectáreas y alberga unas 1580 especies vegetales, además de una biblioteca de botánica, tres jardines de estilo (uno francés, uno romano y uno oriental), un herbario, cinco invernaderos (el mayor de ellos, de estilo Art Nouveau, fue premiado en la Exposición Universal de París de 1900), una gran colección de esculturas y una casona de estilo inglés, en la que se realizan muestras de arte temporarias y talleres. Allí también funciona la Escuela de Jardinería del Gobierno de la Ciudad.
Pasear por sus senderos es una buena oportunidad para conocer más sobre la flora autóctona, así como de otros continentes. De su colección de ejemplares, se destacan por su antigüedad especies nativas como tipa, cedro salteño, ibirá-puitá, chichita, quebracho colorado, carnaval y aguaribay.
Thays, que nació y empezó a soñar en 1849, empezó a firmar “Carlos” sus croquis cuando desembarcó en la Argentina en 1889 para hacer un parque en Córdoba y luego seguir viaje. En su currículum figura que plantó más de 150 mil árboles. Decoró mansiones y paseos públicos, trajo lo mejor de la naturaleza y salvó de la extinción a un cultivo esencial para los argentinos, el de la yerba mate.
Del sueño de Thays, habla el trazado elegante de la avenida Figueroa Alcorta, el diseño enrulado de Palermo Chico, ocho plazas, 18 parques, 50 estancias, 40 residencias y palacios, 36 obras públicas, y los planos originales y dibujos alumbrados por la fantasía del artista que le dio oxígeno a Buenos Aires. Y fue en esta ciudad en la que convenció a sus autoridades de la importancia de crear un espacio natural.
Dedicó seis años a completar la plantación y, en líneas generales, el Jardín en la actualidad mantiene su diseño. Muchos senderos son originales, las plantas están organizadas por región y hay sectores que se utilizan para estudiar la evolución de esas especies. Así se conjugan las funciones de conservar la biodiversidad, hacer divulgación e investigación académica.
Declarado Monumento Nacional por su carácter cultural y natural en 1996, el Jardín representa un reservorio natural de enorme importancia por su localización plenamente urbana. El paseo estuvo varios años muy deteriorado y su peor momento fue en 2008, cuando fue clausurado. En 2010, la ingeniera agrónoma Graciela Barreiro ganó un concurso de antecedentes y asumió la gerencia operativa del Botánico. Desde entonces, buscó devolverle su objetivo didáctico, de conservación e investigación.