miércoles, 24 julio, 2024
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Suiza en cuatro ciudades fascinantes

Suiza es un país muy pequeño, pero realmente pequeño. Todo su territorio representa menos del dos por ciento que el argentino, aunque en proporción vive más gente, ya que allí hay unos 8,5 millones de habitantes.

En este país europeo con gran calidad de vida, uno se sorprende con sus Alpes mundialmente conocidos por los picos puntiagudos, valles, ríos, lagunas y el verde intenso. Pero también por los deliciosos quesos y chocolates y un excelente sistema de transporte, que facilita el recorrido como turista.

Hay mucho por descubrir y lo bueno es que al ser distancias cortas, uno puede conocer en pocos días ciudades como Zúrich, Berna, Ginebra, Lausana o Lucerna. Un paseo por las principales ciudades del país.

ZÚRICH

Esta metrópoli fascinante a orillas del río Limatt y con vista a los Alpes, ofrece un abanico interminable de aventuras: más de 50 museos y de 100 galerías de arte, una vida nocturna variada y animada, y durante el verano baños en el lago y hermosos paseos fluviales.

Otros de los atractivos que más turistas reúne es la Catedral de Fraumünster, que fue construida en el siglo XIII; mientras que los amantes de la literatura pueden ir al Cementerio Fluntern, donde se encuentran los restos nada menos que del supremo irlandés James Joyce. Otro sitio es el Museo Beyer, con los relojes más increíbles del mundo.

GINEBRA

La ciudad de Ginebra. (Switzerland Tourism)

Situado a orillas del Ródano y los Alpes, Ginebra es una de las ciudades más grandes del país y comúnmente conocida como la Capital Internacional de Suiza, ya que allí se alojan numerosas sedes de organizaciones mundiales. Un imperdible, de hecho, es el Palacio de las Naciones, en el parque Ariana, sede de las Naciones Unidos desde el año 1966.

Al corazón de la ciudad se lo conoce como Left Bank, e incluye el casco antiguo. Los visitantes deben tomar el tiempo para pasear por las pintorescas tiendas y galerías a lo largo de la adoquinada calle Gran. Entre otros atractivos, la Catedral de San Pierre, construida en el siglo XI ofrece una vista panorámica imprescindible.

También se destaca el “jet d’eau”, una fuente que tira un chorro de agua a 140 metros de altura en el lago. Uno de los mejores lugares para verlo es, sin dudas, desde el muelle de Gustave-Ador, aunque también, muy cerca de allí, se encuentra el Jardín Inglés desde donde también puede verse. Y, ya que estás allí, no te olvides de visitar otro de los emblemas de la ciudad, un reloj de flores llamado Horloge Fleurie.

BERNA

Berna, la capital del país, Patrimonio Mundial de la Unesco. (Switzerland Tourism)

Con un casco antiguo a orillas del río Aare que es Patrimonio Mundial de la Unesco y con 6 kilómetros de arcadas llamadas Lauben que cautivan al viajero, Berna, la capital del país, ofrece un aire medieval singular. Con sus numerosas fuentes, fachadas de arenisca, callejones y torres históricas, la ciudad es la puerta a los Alpes, en el centro de Suiza.

La colección mundialmente más importante de obras del artista Paul Klee se halla en el Zentrum Paul Klee. Y la casa de Albert Einstein es otro de los imperdibles de la zona y que dan testimonios de la estadía del físico a principios del siglo XX allí. Mientras que en el Bären Park (parque de osos) se podrá observar la graciosa y célebre familia de osos, hay que dedicarle un espacio al famoso chocolate Toblerone que se hace en la ciudad.

LUCERNA

Lucerna entrega postales increíbles junto al Lago de los Cuatro Cantones. (Luzern Tourismus)

En Lucerna, la octava ciudad del país, enclavada entre montañas y dividida por las aguas del Reuss, residen unos 80 mil habitantes, y la mitad de ellos viven en el centro. Ubicada a orillas del Lago de los Cuatro Cantones, gracias a sus tiendas de relojes, la localización atractiva en el lago y las montañas de excursión cercanas Rigi, Pilatus o Stanserhorn, la ciudad es la más elegida del país por los viajeros. Llegan en búsqueda de perderse en el casco antiguo y sacar las típicas fotografías en puentes medievales.

El Puente de la Capilla y la Torre del Agua, ambos construidos en el año 1300, son dos de los emblemas de la ciudad. El Puente de la Capilla es el más viejo de Europa construido en madera y contaba hasta hace dos décadas con unos magníficos frescos triangulares que adornaban el techo y que datan del siglo XVII.

La famosa muralla de Musegg, perfectamente conservada en su mayor parte, es parte de la fortificación que se construyó en el siglo XIII. En la actualidad, cuatro de las torres están abiertas al público, y sirven para tener hermosas vistas de las montañas y el lago. Aunque si se tiene que recomendar una torre, no hay que dejar de pasar por la llamada Zytturm. Allí, el reloj más antiguo de la ciudad indica la hora y disfruta del privilegio de tocar las horas un minuto antes que los demás relojes. Fue fabricado en 1535 por Hans Luter.

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