viernes, 6 diciembre, 2024
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Sentir gaucho detrás de la tranquera

Las salidas cortas o escapadas parece que ya será moneda corriente en medio de la pandemia o, inclusive, cuando esté controlada. No solo estará en el radar de los viajeros hacer distancias cortas sino buscar lugares donde no existan grandes aglomeraciones. Y el segmento de turismo rural pica en punta.

Cientos de estancias, situadas bajo frondosas arboledas, en medio del silencio de la siesta y despiertas desde la madrugada, esperan a los visitantes extendiendo sus anchas galerías y sus patios con aljibe. Pero, además, son lugares que han invertido en prestaciones, para que la estadía no sólo sea un buen asado y una cabalgata.

La Cinacina

San Antonio de Areco es un pueblo empapado de tradición gauchesca, uno de los más antiguos del campo argentino. El entorno de verdes llanuras se encuentra ribeteado por cascos de estancias, construcciones históricas y pueblos turísticos que le devuelven a las y los visitantes magníficas imágenes del pasado cultural de las pampas. 

Allí, La Cinacina, una casona convertida en museo, contiene en sus siete salas utensilios y adornos con valor histórico de la vida del hombre de campo. Dispone de catorce habitaciones equi­padas y un salón comedor con hogar a leña. La especialidad de la cocina es el asado y la comida criolla. 


La Margarita
Cuando Enrique Forgues procedió a crear en Tapalqué ésta finca en 1870, era una parada para los gauchos y ocasionales exploradores. Hoy es un lugar soñado donde los viajeros pueden experimentar la belleza de las pampas y el auténtico estilo de vida gauchesca.

La estancia La Margarita cuenta con diversas opciones de hospedaje además de servicios como piscina, masajes y actividades deportivas. Pero sin dudas las cabalgatas son las más elegidas por los huéspedes que se suben a los caballos para llegar hasta la ciudad o la pulpería San Gervasio construida en 1855.

La estadía incluye desayuno, almuerzo, merienda y cena, con refrescos o una botella de vino para dos personas por comida (almuerzo y cena). 

Una rica picada en La Margarita. (La Margarita)

Don Silvano

A mediados del año 1900 un inmigrante de origen italiano llamado Silvano llegó de niño junto con su familia y se instaló en la región de Exaltación de la Cruz. Esa fue la semilla que con el tiempo germinó y hoy la historia se plasma en una hermosa estancia. 

Las horas del día no alcanzan para hacer todas las actividades que propone el lugar: paseos a caballo y en carruajes, juegos de campo, actividades en piletas y recorridos por el nuevo parque del gaucho con exposiciones donde se pueden conocer maquinarias agrícolas, el corral de palo a pique y el rancho de adobe. También, quienes la visitan se sorprenden con los animales que dan vueltas por el predio, desde los típicos de granja hasta búfalos, flamencos, pavos reales y cisnes.

La experiencia gastronómica es un atractivo imperdible que recrea costumbres rurales. Tanto en el desayuno como en la merienda se pueden degustar pastelitos, tortas fritas y otras delicias de la repostería vernácula. A media mañana, es la hora de las empanadas con vino; en el almuerzo, del abundante asado criollo y en la cena, de la cocina artesanal a la carta.

El casco de estilo victoriano, que aún se conserva, sumado a la belleza del paisaje y el espíritu sociable de Silvano fueron la semilla que originó el proyecto. Dicen que sentía un inmenso placer al recibir a sus amigos quienes le solicitaron un lugar para hospedarse y quedarse unos días más en el campo.

La Mariana

A 100 kilómetros de Buenos Aires, la estancia La Mariana invita a reencontrarse con la naturaleza y el descanso. El recorrido se convierte, además de lo gauchesco, en un espectáculo gastronómico.

En La Mariana se puede pasar un día de campo, disfrutar de un almuerzo con vista al campo que lo rodea. Entre sus instalaciones, cuenta con una granja con ovejas. Un gran predio para pasear y caminar, aunque no hay alojamiento para pasar la noche.

El día que se puede pasar allí comienza temprano con recorridos en tractor y sulky y visitas al rancho donde se pueden apreciar los diferentes cultivos. Luego el almuerzo incluye un buen asado y, dependiendo la época, el visitante se inclina por el deporte o la pileta. Para el final de la tarde, el mate con tortas fritas es infaltable.

Santa Catalina

La estancia Santa Catalina, ubicada en el municipio de Bolívar, es otra de las buenas opciones para pasar unos días de descanso. El lugar conjuga la inmensidad pampeana, la tranquilidad y la calidez de sus anfitriones. Allí las siestas son religiosas y funcionan como antesala de “la hora del mate”, que se ceba acompañado por las infaltables tortas fritas caseras.

Además, ofrece platos típicos camperos como asado, empanadas y locros, entre otras exquisiteces, y en las noches de fogón los cuentos rurales se alimentan del fuego, los mitos y la imaginación.bEn Santa Catalina no hay lugar para el aburrimiento. Se pueden realizar cabalgatas, avistaje de fauna y flora, demostraciones de actividades criollas y visitas a sitios para pescar.

La finca debe su nombre a Catalina Berreterreix, quien llegó desde España a finales del siglo XIX y en 1889 construyó la casona familiar para abocarse a la producción ovina. Desde hace dos décadas, Emilio Posadas adquirió el establecimiento que está atravesado por los relatos de turistas que hablan de su afecto especial por este lugar.

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