viernes, 6 diciembre, 2024
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Donde el ambiente es amigable

Los parques nacionales reciben a los visitantes en las cuatro estaciones del año con una propuesta de turismo responsable, amigable con el ambiente y enfocada en el respeto por las culturas locales. Más allá de los parques más populosos, hay otros a lo largo del país que merecen estar en una agenda de un próximo viaje.

Parque El Leoncito

A unos 30 km de Barreal, se encuentra el Parque Nacional El Leoncito, una superficie de casi 90 mil hectáreas y que fue parte, en otra época, de una inmensa estancia. Allí, el turista puede disfrutar paisajes y sensaciones diferentes. Sin embargo, hay un denominador común: viaje en el momento que viaje seguramente la noche será una aliada, ya que alrededor de 280 días al año el cielo está despejado.

Entre las actividades que allí pueden hacerse están las caminatas hacia la cascada “El Rincón”, salto de las aguas del arroyo El Leoncito, al cual se arriba en forma peatonal, o también vehicular. Para aquellos que pretenden ahorrar energías, la caminata de 2 km por el sendero “Paisajes de Agua”, es lo recomendable. También es tentador para los más aventureros el trekking al Cerro El Leoncito, de dificultad media, y con una duración aproximada cuatro horas.

Aunque para aprovechar el cielo cristalino hay que recorrer unos pocos metros y llegar hasta la Estación Astronómica Carlos Cesco o el Complejo Astronómico El Leoncito, que ofrece visitas guiadas para conocer los secretos de la vía láctea y salir con la sensación de que no somos los únicos en este Universo.

El Parque también incluye tramos del Camino del Inca. En las cuevas de Los Morrillos de Ansilta fueron recuperadas diecisiete momias de una antigüedad que oscila entre los 4.000 a 2.000 a.C. Además, pueden apreciarse rocas esculpidas realizadas por los antiguos pobladores junto a restos de huesos de sus presas.

El Parque Salto Encantado, en Misiones, y su salto de agua desde 64 metros. (Turismo de Misiones)

Parque Salto Encantado

El Parque provincial Salto Encantado, ubicado a 6 km de la localidad de Aristóbulo del Valle y 140 de Posadas, en Misiones, es un destino obligado cuando uno visita esa apacible provincia argentina. Su salto de agua desde 64 metros de altura, es el mayor atractivo del parque que protege 13.227 hectáreas de selva.

Esta reserva se destaca como un polo de singular atracción para el turismo ávido de naturaleza, ya que propone y facilita el contacto con las maravillas de su tierra y ofrece un abanico de alternativas para disfrutar al aire libre.

El Salto Encantado es la vertiente natural del arroyo Cuña Pirú, que atraviesa el área natural protegida, flanqueado por asombrosos precipicios de exuberante vegetación. Entre los trinos de las especies de pájaros que habitan esta selva virgen, el viajero seguirá su sentido hasta arribar al torrente de agua precipitándose.

Una serpenteante escalera de 375 escalones permite bajar hasta el pie de la cascada, lugar en que el sonido del alud de agua es aún más fuerte. Matices de colores se fusionan en el parque, bañados por la bruma que emerge del salto, en esta selva que los guaraníes llaman “Ivirá retá”, la tierra de los árboles.

Las imponentes guayubirás, donde anidan tucanes y carpinteros, parecen tocar el cielo, mientras helechos, musgos y hongos cubren el suelo, a manera de una heterogénea alfombra viviente. La palmera pindó, con su fruto parecido a un caramelo, es el dulce preferido de ardillas y monos. Lapachos desperdigados a granel dejan caer sus hojas para dar lugar a ramilletes de flores fucsias y amarillas, simulando pinceladas de colores en medio del frondoso manto verde.

El Parque Nacional Chaco es un área protegida de unas 15 mil hectáreas. (Archivo)

Parque Nacional Chaco

A unos 120 kilómetros de Resistencia, el Parque Nacional Chaco es un área protegida de unas 15 mil hectáreas nutridas de diversos verdes entre los que sobresalen lapachos y guayacanes gigantes, algunos de más de 400 años. La fusión de los ambientes paranaense y chaqueño dan al lugar creado en 1954 una diversidad que incluye selvas de ribera y monte fuerte, quebrachales y sabanas, esteros, cañadas y lagunas. 

Pasaron muchos años para que el parque creado para proteger la extinción de un bosque puro de quebracho colorado chaqueño, vuelva a ser un espacio mágico donde dejarse llevar por sus senderos. Hay que remontarse a los años en que la compañía inglesa La Forestal explotaba a hombres y a bosques de la zona. En su afán depredatorio terminó con casi todos los refugios de quebrachos durante un siglo, hasta que en 1954 la declaración de Parque Nacional trajo una bocanada de aire fresco. Ahora, la única reserva de este árbol está en este lugar.

A los verdes, hay que sumar el sonido de los pájaros y el transitar de diversas especies de animales. Sus recovecos sirven de refugio de 353 especies de aves silvestres -según registros de la Administración de Parques Nacionales-, además de mamíferos como monos carayá, coatíes, zorro de monte, carpincho y pumas, más reptiles como tortugas acuáticas y yacarés overos, peces e insectos, entre éstos últimos variadas y coloridas mariposas. Entre las especies amenazadas que habitan esta reserva natural figuran el oso hormiguero grande, el lobito de río, el aguará guazú y el tapir.

El parque cuenta con circuitos pedestres y vehiculares, de distinta duración y fácil acceso, que se pueden transitar en bicicleta, y realizar avistaje de aves y reconocimiento de flora y fauna.

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