Las serranías del Hornocal, majestuoso paisaje de la quebrada de Humahuaca, y las Salinas Grandes, enclavada en el corazón de la puna, son los dos sitios jujeños que causan el asombro de los turistas que las visitan.
En Jujuy son famosas las postales del Cerro de los Siete Colores en Purmamarca y la Paleta del Pintor en Maimará. Pero la mayoría de los visitantes abandona la quebrada sin conocer las serranías del Hornocal, que están a 25 kilómetros de Humahuaca y que por su colorido –los lugareños hablan de 14 tonalidades- opaca las maravillas anteriores.
A este maravilloso sitio se llega por la ruta provincial 73 con vehículos de gran porte y es el límite natural con los valles orientales de Jujuy. Este imponente paisaje se extiende por aproximadamente 10 kilómetros y alcanza los 5.000 metros de altitud, siendo el segundo cerro más alto del departamento de Humahuaca, después del cerro Colorado de la localidad de Caspalá.
Tanto los visitantes como los pobladores lo llaman como el cerro de los 14 colores, como una comparación con el cerro de siete colores ubicado en el corazón del pueblo de Purmamarca. Asimismo, en algunos registros de exploradores nativos a este lugar se lo define como el cerro de los 33 arcos sobre la formación geológica que se estima tiene unos 130 millones de años.
Por su belleza, es uno de los preferidos de los visitantes y es elegido para diversas producciones audiovisuales nacionales e internacionales.
Al llegar a los 4.350 metros sobre el nivel del mar se encuentra el mirador principal, y más adelante, luego de descender a la parte más baja, se halla el segundo espacio para apreciar el gigantismo del cerro y al pie del mismo se puede apreciar un sitio arqueológico el cual es parte del Qapac Ñam. El Hornocal ha tenido un crecimiento constante en materia turística: en temporada alta llegan para visitarlo más de 500 vehículos por día.
El lugar es administrado actualmente por la comunidad indígena local, quienes cobran un bono de ingreso y se encargan de la limpieza y mantenimiento de la zona.
Otro sitio jujeño que maravilla son las Salinas Grandes, un vasto paisaje blanco situado a 3.600 metros de altitud, entre los límites de Salta y Jujuy, que en octubre del 2017 fueron reconocidas como uno de los “17 Lugares más Salvajes y Hermosos del Mundo” por el portal de National Geographic.
La belleza de las Salinas Grandes radica en su inmensa planicie de sal, la cual se extrae de forma tradicional, cuya explotación en tiempos prehispánicos se estableció con firmeza, ya sea para el autoconsumo o para el trueque comercial. Ubicado a 135 kilómetros al oeste de San Salvador de Jujuy, las Salinas Grandes poseen un gran potencial turístico para lo cual hay mejoras en los servicios que prestan emprendedores de comunidades originarias.
Atravesando la zigzagueante Cuesta de Lipán, que alcanza una altura máxima de 4.170 metros, se llega hasta las Salinas Grandes, una de las mayores depresiones de la provincia, con más de 12 mil hectáreas de sal a cielo abierto que encandilan por la vastedad infinita del color blanco que las conforman. En tiempos prehispánicos, la explotación de la sal fue de importancia comercial para los pueblos originarios. Hoy allí venden estatuas de sal.