Cuando uno piensa en un viaje a Cartagena se imagina la costa caribeña de Colombia. Sin embargo, hay otra Cartagena, no de Indias como la sudamericana, que ofrece al viajero rincones increíbles para descubrir. Está en Murcia, una de las regiones de España más olvidadas por el turismo, debido a que sus dos vecinas, Valencia y Andalucía, se llevan todos los flashes.
La Cartagena española es una ciudad con más de 3.000 años de existencia que ofrece al viajero, en cada una de sus calles y plazas, testimonios de su esplendoroso pasado histórico, siendo su máximo exponente el Teatro Romano, construido en tiempos del emperador romano Augusto, que gobernó entre 27 a.C. y 14 d.C.
Cartagineses y romanos ya se interesaron por este enclave marítimo, de cuyo nombre latino, Cartago Nova, proviene su denominación actual. Cartagena también estuvo bajo dominación árabe hasta que Fernando III, el Santo, la reconquistó y la incorporó al reino de Castilla. Su puerto tuvo gran importancia en la Guerra de Sucesión y en la Guerra de la Independencia.
Gracias a su situación geográfica estratégica, hace 2.000 años se convirtió en uno de los principales puertos del Imperio y, hoy en día, su enorme patrimonio cultural e histórico sigue siendo de especial relevancia a la hora de mostrarse a los visitantes. Además, posee una gran riqueza minera, con yacimientos de plomo y plata, y unas aguas de una riqueza marina extraordinaria.
Aunque las joyas arqueológicas de Cartagena descansan en el Imperio Romano, a la entrada de la ciudad existe uno de los escasos yacimientos púnicos de la Península Ibérica, la Muralla Púnica, que se levantó en siglo III a.C. y que es el origen de esta urbe. Pero entre sus más preciados tesoros está, sin duda, su Teatro Romano, con capacidad para 6.000 espectadores, que data del siglo I antes de Cristo y que se interpreta al visitante desde el museo sobre este monumento, que fue diseñado por el arquitecto español Rafael Moneo.
Tras conocer el Teatro Romano, se puede visitar el Barrio del Foro Romano, que está ubicado al pie de una de las colinas de la ciudad, el Molinete. En él, también se ofrece un complejo termal del siglo I d.C. y un edificio destinado a celebrar banquetes de carácter religioso.
Otra ruta de interés por el casco antiguo es la denominada modernista, que incluye varios edificios de ese estilo arquitectónico y que incluyen la estación de Ferrocarril, la Casa Aguirre, sede actual del Museo Regional de Arte Moderno, la casa Maestre, un inmueble que recuerda descaradamente al insigne Antonio Gaudí, el Casino, el Gran Hotel o el Palacio Consistorial.
Política defensiva
Otro de los referentes de la urbe murciana es su arquitectura defensiva, de cara a la costa mediterránea. Si uno recorre la bahía desde el agua, podrá contemplar, por ejemplo, un cañón que tiene un alcance de 35 kilómetros.
Las edificaciones militares de defensa han estado siempre presentes. En ese sentido hay que darse una vuelta por el Fuerte de Navidad, construido a mediados del siglo XIX. O por el Refugio – Museo de la Guerra Civil, una serie de galerías que sirvieron durante el conflicto para protegerse de los ataques aéreos.
En sus costas también existen joyas naturales de innegable valía, como el Parque Natural de Calblanque y uno de los templos del buceo, como es la Reserva Marina de Cabo de Palos e Islas Hormigas, con casi 1.900 hectáreas y praderas oceánicas en un excelente estado de conservación.
Adosado al casco histórico amurallado, entretanto, se encuentra el Arsenal Militar, concluido bajo el reinado del Carlos III, máximo representante del despotismo ilustrado del siglo XVIII. En sus murallas se encuentra la única puerta de entrada que aún se conserva en la ciudad.
Relacionado también con la historia de Cartagena se puede visitar el Museo Naval, en el Antiguo Cuartel de Marinería, en el Paseo de Alfonso XII. Aquí se muestran instrumentos de navegación de las antiguas embarcaciones, mapas y cartas de navegación, al lado de maquetas de todo tipo de navíos.
Qué comer
La variedad paisajística de la región de Murcia enriquece una mesa donde se dan la mano productos de la huerta, del mar y del interior. En Cartagena, sin duda, mandan los salazones, pescados, calderos y paellas. Las abundantes salinas del Mediterráneo son empleadas a la hora de elaborar los salazones (sobre todo de atún, caballa o melva) y los pescados a la sal. El pan de higos es una especialidad de la región y el “asiático”, propio de Cartagena “alegra” el café con leche condensada, coñac y canela.