“Un Lugar Mágico es aquella localidad pequeña, accesible, que por su singularidad, atractivo natural y/o cultural, tangible o intangible, posea un estilo de vida propio arraigado en sus habitantes y que se haya mantenido en el tiempo, conservando sus costumbres y tradiciones”. Así reza el texto que le permite a algunos pueblos ingresar al Programa Lugares Mágicos que creó la provincia de Salta. Y hay tres destinos que son merecedores de este galardón: San Carlos, Campamento Vespucio y Guachipas.
Villa de San Carlos
Ubicada al suroeste de la provincia, Villa de San Carlos es el pueblo más antiguo de Salta -con varias áreas declaradas Lugar Histórico Nacional en 1975- y tiene la particularidad de haber recibido cinco nombres diferentes en otras tantas fundaciones. Allí sucumbieron cuatro ciudades españolas: el segundo emplazamiento de “El Barco”, fundada en 1551 por Juan Núñez del Prado; “Córdoba del Calchaquí”, fundada en 1559 por Juan Pérez de Zurita; “San Clemente de la Nueva Sevilla”, fundada en 1577 por Gonzalo de Abreu y Figueroa; y “Nuestra Señora de Guadalupe”, fundada en 1630 por Felipe de Alborno, todas destruidas por los indígenas calchaquíes.
Después de 1637 los jesuitas establecieron en este paraje la Misión de San Carlos, que fue destruida hacia el año 1660 durante la última de las guerras calchaquíes, hasta que en años posteriores se fue constituyendo el poblado, que llegó a disputarle a la ciudad de Salta su condición de capital provincial.
Uno de sus atractivos, en medio de calles pintorescas con casas detenidas en el tiempo, es la Iglesia San Carlos Borromeo, construida a partir de 1801 y considerada la más grande del Valle Calchaquí. Para los amantes de la aventura, está el Dique La Dársena, un espejo de agua en el que se puede pasear en kayak, pescar pejerreyes o simplemente descansar. También en la zona el Río Calchaquí es una buena opción, con una importante arboleda de algarrobo y playas con ondulantes arenales.
En lo que respecta a lo gastronómico, que siempre ilusiona al viajero en esta región del país, alrededor de la plaza (típico de estos pequeños pueblos) hay comedores para probar los diferentes platos típicos, acompañados, por qué no, de algún vino de altura. San Carlos cuenta con una producción artesanal de vinos pateros y alguna bodega puede visitarse para conocer la forma tradicional de elaborarlos.
Guachipas
Guachipas, cabecera del departamento homónimo, distante a unos 115 kilómetros de la ciudad de Salta en el sur provincial, remonta sus orígenes a la primera década del siglo XVII, cuando los jesuitas construyeron una iglesia parroquial. El pueblo de arquitectura colonial, que concentra su actividad en la producción del tabaco, tiene un museo con elementos de las distintas culturas de aborígenes que poblaron la región. Se trata del Museo Intikillahuasi, donde se conservan piezas del arte rupestre de la zona y fotografías de cada uno de los lugares del sitio Cuevas Pintadas. Allí vas a poder conocer diversos objetos, como hachas y puntas de flecha de piedra, morteros utilizados para moler granos y utensilios de madera.
Pero el principal atractivo turístico son, sin dudas, las pinturas rupestres, para las que hay que recorrer 30 kilómetros por un camino de cornisa hasta el paraje denominado “Las Juntas”. Es un lugar mágico, único, donde hace más de mil años, los habitantes originarios plasmaron sus creencias y formas de vida en unas increíbles pinturas. En las cuevas o aleros dibujaron escenas de la vida cotidiana: hombres con escudos que simbolizaban sus guerras con las otras tribus; los camélidos, su principal sustento; o el cóndor que representa a sus dioses.
Otro sitio que forma parte del departamento de Guachipas es el pueblo ferroviario o pueblo fantasma llamado Alemanía, situado en el camino a Cafayate, donde también se pueden ver las montañas multicolores y extrañas formaciones que cautivan al viajero. Alemanía, la última parada del tren que viajaba a los Valles Calchaquíes, tiene un museo ferroviario que nos transporta a otros tiempos.
Campamento Vespucio
Ubicado al norte provincial, a unos 60 kilómetros de la frontera con Bolivia, Campamento Vespucio fue el sitio donde se descubrió petróleo por primera vez en el norte argentino, a principios del siglo XX. Fue construido por YPF en la década del ‘50 y reemplazó a otro levantado en el área San Pedro por la Standard Oil Company (sobre las mismas serranías, pero un poco más al norte). Hoy San Pedro es solo un yacimiento y lo que fuera ese pueblo -viviendas, escuela, canchas de tenis- son ruinas ya que el emplazamiento se trasladó a Vespucio.
Luego de la privatización de YPF sufrió el lógico deterioro y cerraron sus principales servicios. Pero Vespucio es, posiblemente, la única localidad que cuenta con la estructura que dejara la petrolera hace décadas y que no es fácil encontrar en medio de los cerros. Calles pavimentadas, un club social con piscinas y canchas de tenis, un estadio de fútbol, dos museos, un cine, biblioteca y casas de estilo californiano, son algunas de las estructuras que conforman “el legado ypefiano” y que requiere un impulso y recursos para poner toda la estructura existente en óptimas condiciones.
De los dos museos, uno se lleva las miradas de los viajeros: el dedicado íntegramente a la industria del petróleo. Fue creado 1993 con el fin de exhibir las piezas arqueológicas y paleontológicas colectadas en las campañas que se realizaron en las quebradas que conforman la selva pedemontana de las yungas salto–jujeñas en las que está inmerso el municipio de Mosconi, de quien depende la localidad.