San Andrés es una auténtica isla del Caribe y la más grande de las que forman parte del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, frente a las costas de Centroamérica. Se destaca por su mar de siete colores desde el azul intenso a un verde aguamarina y fue declarada Reserva Mundial de la Biosfera por la Unesco para proteger las formaciones coralinas, manglares y áreas de bosque seco tropical.
Aunque queda a 780 kilómetros de Colombia, pertenece a este país, aunque eso ha generado polémica a lo largo de la historia. Rodeados de barreras coralinas, barcos fantasmas y aguas de tan poca profundidad que permiten cruzar de costa a costa a pie como hacían los antiguos piratas que navegaron por esas aguas, este sitio es muy elegido por viajeros de todo el mundo.
Además del famoso mar de siete colores, en esta isla resaltan las actividades como kitesurf, windsurf y jetski. Más allá del agua turquesa y arena fina, es una opción para el turista que busca salir de compras, ya que la isla es un territorio libre de impuestos. Se pueden conseguir maquillajes, perfumes, bebidas alcohólicas, chocolates, juegos de sábanas y tecnología a buenos precios.
Una visita imperdible es “El acuario”, también conocido como “Rose Cay”, que encierra en sus bajas aguas un sinfín de peces de colores y decenas de rayas de inusitada mansedumbre que se acercan a los turistas con la esperanza de recibir un aperitivo por parte de unos visitantes miedosos ante la posibilidad de acariciar el lomo viscoso del animal y hasta de cogerlo con las manos.
Además, cuenta con las barreras de arrecifes más extensas del país, que cuando son penetrados por la luz del sol, reflejan diferentes tonalidades que combinan turquesas, celestes, azules y verdes.
En este mar, practicar buceo es una experiencia fascinante porque los colores que se aprecian desde el avión luego se viven en carne propia. Sin corrientes ni olas, permiten a los turistas hacer un buceo relajado. La joyita del lugar es la Blue Wall o Pared Azul. La isla presenta un característico anillo de coral, de baja profundidad, que la rodea. Al final del anillo se presenta una abrupta caída hacia el fondo que puede llegar a tener 100 metros y es el sitio perfecto para practicar buceo.
La Blue Wall tiene una grieta, el Agujero Azul, de 15 metros de profundidad donde se pueden observar extrañas formas de la roca y las grutas formadas por la erosión. Al final del recorrido hay una caverna que a contraluz con el mar abierto se ilumina de un azul profundo muy llamativo.
A la hora de comer abundan las preparaciones con pescados y frutos de mar. Se pueden probar caracoles, langostas, camarones, cangrejos y truchas, acompañados con arroz de coco, patacones (plátanos verdes fritos), yuca y ñame.