Entre rincones naturales, festivales típicos, postas religiosas y emblemas históricos, La Falda es un paraje serrano imponente para visitar en el Valle de Punilla, en la provincia de Córdoba. Más allá de estos atractivos, muchos de los viajeros que llegan hasta allí van en busca de un hotel que supo alojar a destacadas personalidades y que con el paso del tiempo se convirtió, primero, en un reducto nazi, y luego en un lugar en donde fantasmas y leyendas coparon sus habitaciones.
Sombras que andan por los pasillos. Puertas que se abren y escaleras de madera que crepitan. Risas que congelan la sangre. Todo eso sucede, según cuentan, en el Eden Hotel (originalmente así, sin tilde), que se inauguró a fines de 1899, con detalles de confort únicos para la época, y cerró sus puertas hacia 1965.
Por los salones del hotel de lujo y tecnología de avanzada pasaron personalidades como el poeta Rubén Darío, el científico Albert Einstein y el músico Arturo Toscanini. También se alojaron Eduardo de Windsor, el rey Humberto II de Italia y los expresidentes Julio Argentino Roca, José Figueroa Alcorta, Agustín P. Justo y Roberto Marcelino Ortiz. Y fueron huéspedes los artistas Berta Singerman, Hugo del Carril y Zully Moreno, entre otros. Incluso existe la leyenda de que allí se refugió Adolf Hitler tras el final de la Segunda Guerra Mundial, luego de haber simulado su suicidio en aquel búnker de Berlín asediado por el Ejército soviético.
La historia del Eden comienza en un frío invierno de 1897 en el que un exoficial del ejército alemán llamado Roberto Bahlcke decidió comprar 1.250 hectáreas de tierras en esta zona cordobesa. Con la idea de levantar un hotel, el alemán obtuvo un crédito millonario de Ernesto Tornquist -quien también participó en la construcción del Club Hotel de Sierra de la Ventana- y apenas un año después abrió las puertas del Eden, inaugurado con la intención de ser un exclusivo lugar de descanso para familias adineradas de Argentina y Europa.
En la primera década del siglo XX fue adquirido por empresarios alemanes, y vivió su esplendor de 1912 a 1945, cuando recibió a representantes de la nobleza europea y familias de la alta sociedad.
Cuando la tuberculosis era incurable, sus comodidades en las sierras fueron la opción de turismo salud preferida por las familias adineradas argentinas y europeas. Antes de que surgiera el Tercer Reich y durante la Segunda Guerra Mundial, el Eden fue un reducto nazi y sus dueños (los Eichhorn) viajaban a Alemania con frecuencia para apoyar ideológica y económicamente a Adolf Hitler.
Un detalle: tenía 100 habitaciones para hasta 250 pasajeros y 125 empleados. Contaba con usina, criaderos de animales, huertas, banco, oficina de correos, taller mecánico y herrería, entre otros lujos. Sumaba un campo de golf de 18 hoyos, canchas de tenis iluminadas, pileta y hasta cancha de criquet. Y en el pequeño teatro de su patio interno actuó, entre otros, el cantante de tangos Hugo del Carril.
La derrota del nazismo terminó abruptamente con la época de gloria del Eden. Luego de la tardía declaración de guerra del Gobierno argentino al régimen alemán, las autoridades nacionales se hicieron cargo del hotel y lo despojaron de la mayoría de los símbolos nazis que lo caracterizaban, entre ellos un águila que adornaba el frontis de la fachada principal. En 1965 cerró sus puertas.
Abandono y resurrección
En 1982 una empresa intentó reflotarlo, pero apenas funcionó un año. Convertido en una ruina colosal, el hotel estuvo abandonado hasta que en 1998 el Municipio de La Falda lo adquirió con la intención de reacondicionarlo y ya en 2006 lo concesionó a una empresa que completó la resurrección.
Hoy este enigmático edificio es un museo que es posible descubrir y conocer con visitas guiadas durante todo el año. La visita comienza con la proyección de un audiovisual, que sumerge al participante en el contexto de la época más reluciente del establecimiento. Se disfrutan de los jardines y parques del hotel y se atraviesa la sala de documentos históricos y una exhibición de fotografías y objetos.
Luego, se hace un recorrido por otras instalaciones, junto a guías habilitados que brindan datos referentes a su arquitectura e historia general. Para terminar, se prosigue en la cava del hotel, con una degustación de vinos y quesos de primera calidad. Aunque una gran opción es recorrerlo de noche. Este paseo tiene un carácter recreativo, esotérico y mítico, basado en leyendas de fantasmas y espíritus.
Uno de ellos tiene que ver con María Herbert de Kreautner, quien supo ser una de las dueñas. La alemana murió en 1950 y son muchos los relatos que dicen haberla visto paseando por el balcón que da al jardín. Desde entonces, es conocida como “La dama de blanco”.
Otra historia tiene que ver con los llantos de un bebé. Cuenta la historia que en la dependencia de servicio, detrás del hotel, vivía una familia con un pequeño que falleció por tuberculosis. Años después, todas las personas a las que les tocó vivir ahí escucharon los llantos de esa criatura.
También una nena de 5 años que visitaba el hotel con sus padres en 2006, contó que otra niña la había invitado a jugar desde una de las habitaciones. Cuando volvieron con el guía al lugar, no encontraron a nadie, pero la descripción de la nena era muy precisa. Y cuando fueron a los archivos descubrieron que “la Niña Fantasma” era Ana Jaime de Abarca, la hija del médico del ex presidente Julio A. Roca, que murió de tuberculosis en el Eden en 1898. Como suele decirse: creer o reventar.