Que Argentina es un paraíso no es novedad, es una frase elocuente, muy repetida entre los turistas, asiduos visitantes de su geografía. Tiene nieve, mar, montaña y también ríos. Dos de sus principales arterias, el Uruguay y el Paraná bañan hermosas localidades turísticas que hacen de sus costas, su principal atractivo. Aquí las opciones más emblemáticas.
Gualeguaychú, en Entre Ríos, es un ícono de ciudad costera de playa de río. Su cercanía a Capital Federal lo hace un lugar muy elegido, y no solo por sus hermosas costas, sino por su fiesta de carnaval en verano, el más reconocido del país.
Unos 10 km alejada del casco urbano, Ñandubaysal es su playa más emblemática sobre el rio Uruguay, frente a su vecina internacional Fray Bentos. Pero en el centro, su costanera tiene playas hermosas como Solar del Este, balneario Norte, Costa Azul, El Salto, la Puerta del Sol, Bikini y Puerto Boca, pero estas sobre el rio Gualeguaychú.
Concepción del Uruguay, también en Entre Ríos, es otra de las localidades iconos por sus playas de rio. Sobre las costas del Uruguay ofrece playas de encanto como Banco Pelay, Paso Vera y La Toma. Todas ellas de arena blanca y con infraestructura acorde: baños, sombrillas y drugstore.
La frutilla del postre es la Isla Cambacua. Se tiende sobre el río Uruguay, frente a la Isla del Puerto, y se accede a ella a bordo de embarcaciones propias o mediante los servicios de un catamarán que funciona en varias frecuencias diarias.
Paso de la Patria, en Corrientes, es “la” playa del norte de la provincia. Quizás una de las mejores sobre rio Paraná. Ubicada a 50 km de Corrientes capital, es el destino elegido de todos. De arenas fina, con infraestructura consolidada y una temperatura envidiable, es opción irremediable de los correntinos y chaqueños, que buscan veranear.
Ituzaingo, también en Corrientes, cuenta con más de 15 Km. de playas de arenas finas con ocho paradores, los cuales brindan distintos servicios que complementan el buen desarrollo de la estadía de los turistas. Por su cercanía a la represa, es destino elegido de los pescadores embarcados que aprovechan el embudo que ofrece esta estructura sobre el Paraná para lucirse con ejemplares de correntada como el dorado o el surubí.