Shimoda es un pequeño pueblo portuario situado en Izu, a 140 kilómetros de la intensa y sorprendente Tokio, y que sirve para muchos viajeros de un escape de la capital de Japón.
A pesar de la naturaleza tranquila de esta localidad costera, en 1858 el diplomático estadounidense Townsend Harris negoció en ella un tratado comercial que ponía fin al aislamiento autoimpuesto de Japón durante siglos con Occidente y se abría al comercio, lo que provocó el final del domino samurái.
Hoy la gente visita Shimoda en busca de sol y diversión. Muchos van hasta allí tras recorrer tres horas en transporte público o en el tren expreso directo desde la estación de Tokio. Y al llegar uno ya queda atrapado por el hermoso y claro océano azul marino con inusuales formaciones rocosas y playas de arena blanca. También tiene un bonito paisaje histórico y un onsen público de pie (aguas termales).
Los que eligen surfear las olas, lo hacen en las extensas playas de Shirahama, Kisami Ohama e Iritahama, así como en las calas más apartadas, como la de Tatadohama. Aquí la arena es suave, blanca e increíblemente limpia, y los surfistas encuentran desde olas que rompen suavemente hasta grandes oleajes. Pero la ciudad además es un destino ideal para disfrutar de una escapada en familia.
Con el teleférico da se puede subir hasta la cumbre del monte Nesugata, con diversos miradores con vistas aéreas de la ciudad, el cabo Suzaki y el Pacífico. En tanto, el Acuario Flotante reposa en la bahía de Wakanoura, al sur del teleférico, y cuenta con más de 200 especies de peces.
Como resultado de lo que se podría considerar una subcultura dentro del país, ya que muchos viajan los fines de semana hasta allí y la utilizan como ciudad de descanso, han emergido infinidad de restaurantes, bares, tiendas y cafeterías tanto en la zona del puerto como en la famosa calle Perry, en honor Matthew Perry, un naturalista y oficial naval estadounidense que rompió el aislamiento internacional de Japón y lo forzó a abrirse a los demás países extranjeros.
Un lugar para visitar es el Ryosenji, el templo donde Perry y las autoridades del shogunato de Tokugawa firmaron el acuerdo. Se trata de un pequeño templo budista relativamente insulso si lo comparamos con la magnificencia de muchos otros del país. Sin embargo, por tratarse del lugar donde se firmó el Tratado Harris, el Gobierno de Japón ha declarado la zona y el salón principal como Lugares de Importancia Histórica Nacional. En el interior hay un pequeño museo con una exposición de objetos relacionados con el Comodoro Perry, los Barcos Negros y los contactos entre Japón y Occidente.