domingo, 28 abril, 2024
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La reconversión hacia el turismo de Pueblo Liebig

Las excursiones a Pueblo Liebig se convirtieron en un nuevo atractivo turístico por los pintorescos paisajes que se pueden apreciar en este poblado ubicado a menos de 10 kilómetros de la localidad entrerriana de Colón, sobre el río Uruguay, que hasta mediados de la década del 80 albergó a la que fuera la segunda productora de carne en conserva más importante del mundo.

Se trata de lo que fuera la segunda productora de carne en conserva del mundo: la Fábrica Colón, de la Liebig’s Extract of Meat Co. Surgió como un saladero que construyó el empresario Apolinario Benítez en la segunda mitad del siglo XIX. Este emprendimiento sufrió un gran cambio con la llegada de la empresa inglesa, montada sobre la invención del químico alemán Justus Von Liebig, pionero en el proceso de la conservación de la carne a través de los saladeros. El paso del tiempo lo fue convirtiendo en fábrica de conservas y en frigorífico. Hoy es un importante atractivo turístico de la microrregión Tierra de Palmares.

Dándole identidad a Pueblo Liebig como sitio turístico histórico, en el corazón de esta localidad de unos 800 habitantes se erige como escultura evocativa, una gigante lata de carne en conserva con la inscripción en inglés “corned beef”, semejante a la famosa lata de tomates Campbell’s que pintara Andy Warhol.
Cuenta la historia que en 1863, en los tiempos en que se fundaba la ciudad de Colón, abrió sus puertas un saladero propiedad de Apolinario Benítez. Con el tiempo, el establecimiento fue cambiando de dueños y a su alrededor surgió un pequeño poblado. La gran transformación llegó en 1903, cuando todo el lugar fue adquirido por la compañía Liebig. Los nuevos dueños construyeron una gigantesca fábrica y todo un pueblo con viviendas para su personal.

En materia comercial, los tiempos de bonanza para la fábrica fueron los de las grandes guerras, cuando el mercado europeo abrió sus puertas de par en par a esta producción de exportación. Para la primera, recién iniciado el siglo XX, el pueblo contaba con una población estable de poco más de 1500 personas, más trabajadores golondrina, principalmente inmigrantes. En aquellos días, se faenaban hasta tres mil animales diarios. Durante la Segunda Guerra Mundial, barcos llegaban de ultramar directamente a Pueblo Liebig para partir hacia Italia, Noruega, e Inglaterra con la producción.

La caída de este gigante industrial se comenzó a dar a mediados de los años ’70. En esos días, la compañía Liebig decide dejar el lugar, donando parte de sus calles a la comunidad. De los miles de trabajadores en los tiempos de pujanza y prosperidad, pocos pobladores quedaron en el lugar, resguardando la idiosincrasia de ese pueblo industrial que se supo inventar a sí mismo.

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