Ubicada en el sudoeste de la provincia de Neuquén, la ciudad de San Martín de los Andes es uno de los extremos del Camino de los 7 Lagos, una de las referencias paisajistas más importantes de la Cordillera patagónica, y tiene otros atractivos turísticos que se deben conocer al visitarla.
El cielo cristalino, sus bosques y lagos multicolores, nieve y montaña, invitan a esquiar en el Cerro Chapelco, cabalgar por senderos bordeados de lengas o pasear en canoa, mientras los sonidos y colores de la naturaleza patagónica despliegan sus encantos.
Fue fundada en 1989 y está enclavada a orillas del Lago Lácar, tiene una población de unos 45.000 habitantes y, como sucede con la mayoría de los destinos turísticos de la zona, en los últimos tiempos ha diversificado su oferta para convertirse en un lugar elegido no sólo para las actividades de invierno, sino que también en verano cuenta con opciones tanto para el descanso como para la aventura.
Entre las múltiples opciones que ofrece San Martín de los Andes a sus visitantes está la posibilidad de realizar rafting por algunos de sus caudalosos ríos, entre los que se encuentra el Chimehuin, con una dificultad calificada como Grado 2+.
Se trata de una navegación en un gomón por rápidos sencillos con cauces amplios y fácilmente divisables, que a veces requieren de pocas maniobras para esquivar obstáculos, y que se realizan mayormente con acciones controladas.
El río Chimehuin está cerca de San Martín de los Andes, y la aventura comienza después de dejar atrás Junín de los Andes, hacia el oeste, donde la silueta del volcán Lanín domina el paisaje.
Una vez en la base del río, ya provistos de trajes de neoprene, cascos y chalecos y luego de una charla técnica sobre cómo comportarse sobre el bote y las condiciones de seguridad, es tiempo de iniciar la aventura.
La bajada por el río tiene una duración de más de una hora y media, transitando el rápido de Sauce, la boca del Lobo, el pozón de las Viudas, la pared del Viento, la herradura y el canal.
Con el agua fría salpicando y empapando a los aventureros en cada obstáculo, incrementando la adrenalina, también están los tiempos de relativa calma que dejan una ventana abierta a la apreciación del bellísimo paisaje.
Atravesar los rápidos remando en forma conjunta y coordinada con el resto del equipo a bordo es una experiencia básicamente divertida, con la única complicación de terminar totalmente mojado por las frías aguas del Chimehuin y tener que permanecer así hasta el regreso a la base, donde después de un cambio de ropa, se degusta una nutrida y caliente merienda.