Invernaderos de Laeken
Los Invernaderos Reales de Laeken, una de las joyas del patrimonio cultural de Bélgica, abren al público sus puertas cada año durante un período no mayor a un mes para que sus visitantes disfruten de la plenitud de la primavera entre flores y árboles de todos los rincones del mundo.
Bajo esta construcción de estilo “Art Noveau”, que data de finales del siglo XIX, se encuentran exuberantes plantas procedentes de países tan alejados de Bélgica como Australia, México o Brasil. Este complejo de invernaderos forma parte del terreno en torno al Palacio Real de Laeken, cuya construcción se remonta a finales del siglo XVIII.
Ideado en un principio como residencia de verano de los soberanos de los Países Bajos, María Cristina de Austria y el duque Alberto de Sajonia-Teschen, el castillo pasó a manos de Bélgica cuando el país consiguió su independencia en 1830. Pese a la historia que recogen sus edificios acristalados, la Casa Real no ofrece visitas guiadas a los turistas, que son libres de seguir su propio ritmo para visitar tanto los exuberantes invernaderos como sus alrededores, desde los que se puede apreciar, entre otros puntos de interés, la torre japonesa que forma parte del Museo del Extremo Oriente de Bruselas.
Una vez dentro de los invernaderos, sorprende la variedad de orígenes de la flora que la familia real belga ha atesorado durante más de 120 años, con ejemplares procedentes de los cinco continentes. Paseando, los visitantes pueden encontrar desde un pequeño invernadero dedicado exclusivamente al cultivo de azaleas y otro en el que solo se encuentran camelias hasta las grandes estructuras en los que las palmeras llegan al techo y las plantas tropicales trepan por las paredes de cristal, en una atmósfera húmeda y cálida.
Si bien ninguna de las plantas que se encuentran hoy en los invernaderos son originalmente de la época de Leopoldo II, la Casa Real asegura que muchas de ellas proceden de semillas de entonces, con lo que podrían considerarse “descendientes directas”.
Jardín Keukenhof
El jardín Keukenhof, ubicado entre las localidades de Lisse e Hillegom, en Holanda, abre sus puertas cada año desde 1950 para mostrar un espectáculo de aroma y color asombroso. Jazmines, narcisos, iris, gladiolos, rosas, orquídeas, y sobre todo, tulipanes, entre otras flores, dibujan una impresionante paleta de colores a lo largo de las 32 hectáreas del parque.
“El jardín de flores más grande del mundo”, según la página web del recinto, presume de albergar más de 7 millones de bulbos en flor durante la primavera, con 800 variedades de tulipanes que lo convierten en un escenario con miles de matices cromáticos en los que resulta irresistible no hacer incontables fotografías o vídeos.
La palabra keukenhof significa “el jardín de la cocina” y, en otro tiempo, albergó la huerta y los campos de caza que abastecían la cocina del castillo de Teylingen perteneciente a la condesa Jacqueline de Baviera. Posteriormente se construiría el castillo de Keukenhof con un terreno de más de 200 hectáreas. Tres siglos más tarde, en 1949, los principales productores de bulbos y tulipanes se pusieron de acuerdo para convertir una parte en un centro expositor en el que, cada año, más de 100 empresas dedicadas al cultivo de tulipanes presentan todas sus variedades, con más de siete millones de bulbos en floración.
El parque histórico, que data de 1857, fue diseñado por el arquitecto y paisajista Jan David Zocher y su hijo Louis, y cuenta con más de 15 kilómetros de senderos y jardines, además, se pueden encontrar árboles centenarios, lagos, arbustos, césped, un molino, canales y puentes.
Parque del Oeste
Una vuelta por Madrid en primavera nos debe llevar a la Rosaleda del Parque del Oeste, creada entre 1955 y 1956. Este jardín alberga representaciones de “las más importantes variedades de rosas de todo el mundo”, según la web del Ayuntamiento de la capital española, así como una buena muestra de variedades de rosales españoles.
Los turistas que transiten por estos senderos pueden deleitarse con una colección de más de 20 mil unidades de 500 variedades distintas, que conforman una paleta de colores, olores y formas digna de admirar. Todas ellas, acompañadas de carteles informativos que explican el tipo y el origen de cada variedad.
El espacio cuenta con lugares tan singulares como el Teleférico, la Escuela de Cerámica o el Templo de Debod, cerca de la Plaza de España, templo egipcio del siglo II a.C. regalo del Gobierno de Egipto al español durante la construcción de la presa de Asuán. En este lugar se encontraba el Cuartel de la Montaña, famoso por los sucesos de 1936, cuando fue asaltado por los madrileños en busca de armas para defenderse del Ejército sublevado.
En estas fechas, además, se celebra el Concurso Internacional de Rosas Nuevas Villa de Madrid, en el que los participantes presentan variedades inéditas cultivadas en el propio jardín hasta la fecha del concurso, y que son valoradas por un jurado internacional; y el Concurso Popular Rosa de Madrid, en el que los visitantes pueden votar la rosa más bella entre las variedades que se presentan al Concurso Internacional.
Hitachi Seaside Park
Japón es un mundo en un país. Sorprendente, pese a sus millones de habitantes tiene espacio para las flores y los verdes. Hitachi Seaside Park, ubicado en Hitachinaka, es un parque en donde los pétalos son las estrellas todo el año. Sin dudas la primavera es la mejor época para visitarlo ya que el espectáculo de colores es único.
Las flores más esperadas en estas 200 hectáreas son las “Armonía Nemophila”. En primavera llegan a florecer hasta 4,5 millones pintando todas las praderas con un azul único. Además se pueden encontrar narcisos, tulipanes, amapolas, rosas y lavandas, entre otras. En este bello lugar también podemos encontrar otras atracciones, como un pequeño parque de diversiones con una noria gigantes, algunos restaurantes y muchos lugares preparados para que las personas disfruten de un picnic entre esos bellos paisajes. Todo este parque se puede recorrer en bicicleta ya que el lugar esta preparado con senderos para sentir que uno va flotando entre las flores.
Otro espacio para conocer en este país es el Parque Ueno, donde 1.200 cerezos se abren en una explosión de color. Además, en esta época, los turistas pueden adquirir productos exclusivos diseñados para la ocasión en los distintos comercios, disfrutar de paquetes de ofertas especiales en los hoteles, o saborear menús que incorporar el color de estas flores con propuestas como cafés rosáceos o dulces con forma de flor. Vinos rosados, cervezas de “sakura”, bolas de arroz y cafés rosáceos, y dulces con forma de flor de cerezo colman temporalmente los escaparates de los locales, que año tras año se reinventan para que los clientes se aventuren a comprar sus productos.