Construido en 1897 y diseñado por el arquitecto Samu Pecz, el Nagycsarnok (Gran Mercado) de Budapest es conocido como “la despensa” de la ciudad, está entre los mejores de Europa y es un verdadero punto de peregrinaje para los turistas.
Situado en el centro de la ciudad, junto a uno de los puentes más bellos de la capital, el Szabadság (Libertad), cuenta con un ecléctico estilo “historicista” de la época.
Fue inaugurado en 1897 en medio de la urbe, que vivía entonces un auge de crecimiento y construcción, en una época en la que aparecieron otros importantes edificios, como el majestuoso Parlamento o el emblemático Bastión de los Pescadores, en el Castillo Real. Y entre ellos destaca el de Nagycsarnok que, con su colorido techo, decorado con baldosas de pirogranito de la famosa fábrica húngara de cerámica Zsolnay, forma parte del circuito “obligatorio” de los visitantes de la ciudad.
Hasta los más altos dignatarios que han viajado al país lo han admirado paseando entre los puestos, como el emperador austro-húngaro Francisco José I (poco después de la inauguración), y también la princesa Diana de Gales en la década de 1990.
Desde la típica páprika húngara hasta un entrecot curado de Uruguay, pasando por el jamón ibérico, todo se consigue hoy en “la despensa de Budapest”, que, con una superficie útil de 22.000 cuadrados repartidos en tres pisos sobre una base de 11.000 metros cuadrados, es el cuarto lugar más visitado por los turistas.
También hay bares y restaurantes donde poder sentarse a descansar, comer o degustar algún aperitivo.
En la Segunda Guerra Mundial la estructura fue seriamente dañada; en 1991 estaba prácticamente en ruinas y tres años después fue restaurado.