Enclavada a 1660 metros sobre el nivel del mar, la salteña Cafayate es uno de esos destinos que uno visita y se hace la típica pregunta: “¿y si nos venimos a vivir acá?”. Ciudad pequeña y construida en torno a su plaza, es conocida mundialmente por la producción del famoso vino torrontés, gracias a la exquisita combinación entre temperatura y humedad, ideal para el desarrollo de la uva con sabor dulce, profundo y frutado.
Conocer las calles, casas y sobre todo la gente es una experiencia muy agradable por el movimiento que se genera alrededor del turista. Admirar la incomparable arquitectura de su catedral, la florida plaza principal, el pintoresco molino de piedra, y los museos de vino y arqueológico son paseos que no pueden faltar en ningún itinerario.
Una salida obligada es transitar la ruta 68 hacia Salta capital, para disfrutar del cordón precordillerano que parece pintado por la más variada paleta cromática de la geología. Verde oscuro con manchones amarillo de la roza caliza, junto a marrones, grises y anaranjados y el sorprendente bordó de hierros oxidados, hacen que una postal a cada paso. En una excursión en combi, en auto o para los más osados en bicicleta, se pueden apreciar en esa zona las famosas esculturas naturales en las rocas, que la imaginación humana les puso nombre. Los Castillos, El Obelisco, El Fraile, El Sapo, el Anfiteatro y la Garganta del Diablo, son atracciones de la geología.
El Divisadero, al sudeste de la ciudad, las Cavernas de San Isidro, hacia el oeste, y Tolombón, cercano a la frontera con Tucumán, son algunos de los ejemplos de la belleza cultural que reside en este suelo. El pintoresco Viejo Molino de piedra, cuya construcción estuvo a cargo de los jesuitas hace más de 350 años, la Catedral diseñada por el arquitecto catalán Pedro Coll entre 1890 y 1895 o una ardua caminata que depara sorpresas hasta las Siete Cascadas del río Colorado son otras de las opciones que uno tiene en agenda para realizar si llega hasta la ciudad con tiempo.
Un gran atractivo en esta parte de Salta es sin duda el vino, ya que concentra casi la totalidad de las viñas de la provincia con más de 3.200 hectáreas, con plantaciones “de altura”. La reina de la región es el Torrontés, aunque también se pueda encontrar Malbec, Cabernet Sauvignon, Tannat, Syrah, Tempranillo y Chardonnay.
La mayoría de las bodegas que hay organizan visitas guiadas durante el día, que terminan con una degustación. Las más conocidas de la zona son Nanni (fundada por un inmigrante italiano en 1897), Domingo Hermanos, El Esteco (que en 1892 sembró sus primeras viñas gracias a los hermanos David y Salvador Michel, de origen vasco-francés), Etchart y Lavaque, aunque hay otras más familiares que siempre es recomendable visitar ya que sus productos no llegan a la provincia de Buenos Aires. Algunas de las bodegas, además de las visitas, ofrecen alojamiento adentro de sus fincas y a pocos metros de los racimos de uvas.