“Me bastó dar un paso dentro de la muralla, para verla en toda su grandeza a la luz malva de las seis de la tarde, y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer”, escribió alguna vez Gabriel García Márquez. Y vaya si esa muralla atrapa. Así es Cartagena de Indias, esta ciudad colonial de Colombia que mezcla como ninguna fantasía y realidad en cada uno de sus rincones. De Viaje repasa cinco momentos que deben estar presentes en una recorrida por este sitio.
Ciudad amurallada
Fundada en 1533 por el madrileño Pedro de Heredia, la ciudad atrapa con su muralla de 11 kilómetros de extensión, que llevó casi dos siglos construir. De unos 12 metros de altura y tres de espesor, se levantó con el objetivo de preservar el oro, la plata y las esmeraldas de los codiciosos piratas que llegaban desde el Mar Caribe para arrebatárselos a los colonos españoles. Desde ella se puede observar, de un lado, parte del casco antiguo y sus campanarios y, del otro, el mar, para tomar excelentes postales. Apenas se atraviesa el arco que se ubica debajo de la Torre del Reloj (la entrada original) la ciudad se convierte en un laberinto de calles empedradas, todas muy similares. Allí, las casas pintadas de diferentes colores claros, balcones con detalles de madera y flores decorativas le dan un clima único al lugar.
La lista de lugares para visitar detrás de la muralla es extensa y sin duda se necesita de varios días para aprovechar el viaje. Entre los sitios infaltables están la Plaza de los Coches (antiguamente un mercado de esclavos); la Plaza de San Pedro Claver (de 1580 y que debe su nombre al santo español que entregó su vida a la redención de los esclavos negros llegados a Cartagena); la Plaza de la Inquisición y su museo con las cámaras de tortura; y la iglesia catedral.
El Castillo
El Castillo de San Felipe de Bajaras es una de esas construcciones que le dan sentido a la ciudad. Es la más grande de las fortalezas españolas levantadas en el continente americano; empezó a construirse en 1536 con el nombre de Castillo de San Lázaro y finalizó en 1657. Desde allí se dominaba cualquier intento de invasión por tierra o por mar.
El castillo, al igual que el centro histórico de la ciudad de Cartagena de Indias y su conjunto de fortificaciones, forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Cuenta con 63 cañones y está rodeado de altísimas murallas. Gracias a su construcción en pendientes imposibles de trepar. Si bien hoy dejó de funcionar como fuerte militar, es un lugar desde el que se accede a una de las mejores postales de la ciudad. Para conocerlo es necesario subir sus escaleras, atravesar sus recovecos y galerías subterráneas, visitar los almacenes de pólvora, cañones, aljibes y puestos de guardia. Vale la pena recorrerlo y conocer a fondo uno de los íconos del espíritu aguerrido y valiente del pueblo cartagenero.
Muy cerca a este fuerte, como homenaje al poeta Luís Carlos López, se esculpió un par de botas con el desgaste natural del tiempo en representación de un poema del escritor oriundo de la ciudad denominado “Monumento a los Zapatos Viejos”.
Bocagrande
Al verlo desde arriba, el barrio de Bocagrande dibuja una letra L invertida que se inicia en la base naval y tiene como eje la avenida San Martín que llega hasta el hotel Caribe, de donde parte de nuevo hacia El Laguito.
Esta especie de “mini-Miami” colombiano, se ha convertido en el eje de la actividad turística y comercial local pues es una de las zonas de más desarrollo arquitectónico alrededor del turismo de Cartagena. Allí están ubicados la mayoría de hoteles y hostales con los que cuenta la ciudad además de locales comerciales de las principales marcas.
Otro de los atractivos de este sector es que es una de las zonas que tiene acceso directo a las playas del Mar Caribe pues una de las calles de Bocagrande va paralela a la arena. Muchos eligen esta zona para alojarse ya que está a menos de quince minutos del centro histórico.
Islas encantadas
Partiendo del Muelle de los Pegasos, en el barrio de Manga, se llega en 45 minutos de lancha a las aguas cristalinas, los cardúmenes de colores y la fina arena de las islas del Rosario. Este archipiélago está compuesto por unas 27 islas de arena blanca, mar cristalino, vegetación tropical y corales. Las islas están ubicadas al otro lado de la bahía de Cartagena y fueron declaradas Parque Nacional. Es una zona ideal para hacer buceo.
La Isla de Barú es de todas, la más familiar. En ella se encuentra Playa Blanca, la única que realmente cuenta con arena, que resplandece por su blancura, y un mar de un color turquesa que dan ganas de pasársela sumergido en él. Alrededor de 100 puestos en los que es posible disfrutar de platos típicos hechos con pescado, arroz, ensalada y arepas. También se puede realizar surf, snorkel o simplemente dormir una siesta en hamaca paraguaya con vista al mar.
En tanto, Isla Rosa es una opción de lujo para quienes visiten Cartagena: un espacio exclusivo, totalmente privado, con una pileta natural que da al mar.
Cerro de la Popa
Punto más elevado de Cartagena, el Cerro de la Popa es una posición estratégica que permite vistas privilegiadas tanto de la ciudad antigua como del Mar Caribe, la Isla de Tierrabomba y La Boquilla.
Dicen que su nombre se debe a que, al descubrirlo, los españoles asociaron su forma con la de una galera que sobresalía del mar, por eso lo bautizaron como Cerro de la Galera, y a la cima, La Popa de la Galera.
En su cima reluce el hermoso Conjunto Religioso de la Popa, consistente en una Iglesia, Convento y Claustro, levantados por la Orden de Agustinos Recoletos entre 1609 y 1611. Se recomienda subir en taxi por lo empinado del camino.